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Conflicto palestino-israelí

Sandra Barrilaro: “Fue un acto de piratería y un secuestro”

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La semana pasada, el barco Zaytouna-Oliva, con 13 mujeres a bordo que buscaban romper el bloqueo al que Israel somete a la población palestina en la Franja de Gaza, era abordado por la Armada israelí. Una de esas 13 mujeres era Sandra Barrilaro, escritora, editora y fotógrafa que emprendió el viaje desde Messina (Sicilia) en representación de España. 

Dos días después de la intervención en aguas internacionales de la Armada israelí, las activistas –entre las que se encontraban una premio Nobel de la Paz, tres parlamentarias, una condecorada diplomática estadounidense, periodistas y una atleta olímpica– comenzaron a ser deportadas a sus países de origen. Sandra Barrilaro aterrizó en Madrid el pasado 7 de octubreaterrizó en Madrid

PREGUNTA: La organización Rumbo a Gaza ha realizado varios viajes con el objetivo de romper el bloqueo israelí, ¿por qué se comprometió con esta causa y, en particular, con la campaña Mujeres Rumbo a Gaza?

RESPUESTA: Conozco a la gente que lleva la organización aquí en España y he colaborado con ellos alguna vez, pero a nivel de calle. Ya este año, cuando se comenzó a pensar en esta acción, en un barco de mujeres, fui una de las mujeres propuestas para ser pasajera, y al final me llamaron para el último tramo. Quizá me seleccionaron por ser activista por la causa palestina. Este tipo de iniciativas comenzaron en 2010. Desde ese momento, y hasta 2016, casi todos los años se ha hecho una campaña, una navegación desde una zona o de otra. Incluso hubo una vez que, en lugar de ir hacia Gaza para romper el bloqueo, fue al revés: se armó allí un barco, pero luego fue destruido. Ya otros años se habló de hacer una campaña en la que las pasajeras fueran mujeres. Este año, finalmente, se decidió. ¿Por qué mujeres? Bueno, porque la mujer en Palestina es un aporte muy importante, sobre todo de cohesión social a través de las familias. La mujer está intentando mantener el día a día. Era una iniciativa de solidaridad con esas mujeres que están muy activas y son parte muy importante de la resistencia contra la ocupación y contra el bloqueo. 

P.: ¿Con qué otras mujeres emprendió el viaje?

R.: Yo he hecho el último tramo. La navegación comenzó en Barcelona, y fue desde allí a Córcega y luego a Mesina (Sicilia). 

Desde Mesina, yo estuve con Ann Wright, que es una coronel y diplomática americana presente en algunas de las cumbres más importantes sobre paz. Estaba también Mairead Maguire, de Belfast (Irlanda). A esta mujer le dieron el Premio Nobel de la Paz en 1977 por su contribución al proceso de paz en Irlanda del Norte. Ambas andan por los 70 años y han participado en otras campañas de este tipo. También me acompañaban tres parlamentarias: una mujer maorí (de Nueva Zelanda), otra argelina y otra que es la primera sustituta al Parlamento de Suecia. También contábamos con una médico de Malasia, un equipo de dos mujeres periodistas de Al-Jazeera –una de ellas, Mina Harballou, es como la estrella de la cadena en Inglaterra–, una profesora universitaria de Suráfrica, la capitana –australiana– y dos chicas marineras de Noruega y de Suecia. En resumen, había trece mujeres en el barco de 14 nacionalidades, porque una de ellas, sueca, era refugiada chilena. Una representación de los cinco continentes, de las mujeres del mundo. 

P.: ¿De qué manera fueron avisadas de que la Armada israelí había decidido actuar y abordar el velero antes de llegar a la costa de Gaza?

R.: Nosotras, a partir de entrar en las 100 últimas millas, ya esperábamos que el abordaje se produjera en cualquier momento, porque en otras ocasiones se había producido a las 70 millas de distancia con Gaza. A partir de esas 100 millas, que atravesamos a las seis de la mañana del miércoles, ya esperamos el abordaje, pero iban pasando las horas y seguíamos navegando sin que se pusiera en contacto con nosotras la Armada israelí. Estábamos imaginando que nos iban a dejar llegar a Gaza porque nadie se había aproximado tanto. Cuando estábamos a 35 millas, que son unos 65 kilómetros, empezamos a ver en el horizonte lo que parecían ser barcos que, al acercarse, ya vimos que eran fragatas de la Armada israelí. Ahí se pusieron en contacto con nosotras por radio, diciendo que eran ellos y que nos estábamos dirigiendo a Gaza, a una zona bloqueada. Nos dijeron que era ilegal y nos pidieron que detuviéramos el avance. La contestación fue la que teníamos prevista: no íbamos a parar porque nuestra intención era entrar pacíficamente en Gaza, así que íbamos a continuar. Ellos nos indicaron que si no deteníamos la marcha nos tendríamos que atener a las consecuencias. En ese momento dijimos: hacedlo, nosotras vamos a continuar la navegación. 

P.: ¿De qué manera se produjo el abordaje?

R.: El abordaje, y secuestro, no fue violento en cuanto a forma física. No hubo violencia, y es la primera vez que se hace así, aunque el abordaje en sí ya es violento. Fue correcto en ese sentido. Cuando nos abordaron, nosotras ya habíamos avisado de que no íbamos a oponer resistencia violenta. Estábamos todas sentadas con las manos sobre las piernas, muy visibles, muy tranquilas, sin hacer cualquier movimiento que se pudiera interpretar como violento u hostil. En ese momento, empezaron a subir al velero –de unos 14 metros– unos 15 ó 20 soldados, chicos y chicas, muy jovencitos, de unos 18 a 22 años. Nosotras seguimos sentadas y empezaron a registrar todo el barco. Registraron el equipaje, las cámaras, las tarjetas (algunas se las llevaron e hicieron copia, seguramente). Parte del material lo teníamos escondido y parte de los teléfonos con información comprometida fue tirada por la borda antes de que llegasen. A partir de ese momento, estuvimos desde las 4 de la tarde hasta las 12 de la noche en lo que ya era el secuestro, nos desviaron el rumbo y nos obligaron a ir a puerto israelí.

P.: ¿Cuánto tiempo estuvieron detenidas y cómo vivieron esos momentos?

Israel comienza a deportar a las activistas de la misión Mujeres Rumbo a Gaza

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R.: Desde que nos abordaron hasta que nos soltaron, pasaron casi dos días. Al llegar a puerto israelí, vimos que había un gran montaje hecho para la ocasión. Había una gran carpa con un montón de gente donde nos hicieron fotos, una ficha, una revisión médica y, otra vez, volvieron a registrar los equipajes. Luego nos hicieron un interrogatorio en el que pretendían, de entrada, que firmásemos la deportación inmediata, que no lo hizo ninguna salvo las dos periodistas, que lo tenían pactado con Al-Jazeera. El resto no accedimos porque, además, querían que firmásemos otro documento en el que nos culpábamos de haber entrado ilegalmente en Israel. Esto estaba más que organizado, y nosotras no íbamos a firmar nada, y mucho menos sin el asesoramiento de unas abogadas que ya teníamos previstas. Como no quisimos firmar nada nos llevaron a prisión, donde nos dijeron que íbamos a estar un mínimo de 72 horas. Llegamos a la cárcel a las 5 de la mañana, desde las 4 de la tarde que nos habían abordado. Fue muy largo. Ya allí pasamos unas horas hasta la mañana, cuando empezaron a llegar los representantes diplomáticos y las abogadas. Los encargados de la prisión seguían intentando que firmásemos la deportación y el documento para inculparnos, y nos seguimos resisitiendo. Al final, las abogadas nos aconsejaron firmar la deportación, pero no el otro documento. Así, fuimos a un juicio rápido allí mismo donde dijimos que habíamos sido secuestradas y obligadas a ir a Israel, que no era nuestro destino. Después de que las abogadas nos aconsejaran firmar la deportación nos reunimos todas y acordamos que la firmábamos todas si nos deportaban en el transcurso de unas horas y al país de origen, porque había mujeres de países que no tienen acuerdos con Israel, así que no tenían vuelos directos. Nosotras queríamos asegurarnos que todas salíamos de allí. Y así fue. Nos trasladaron por la tarde- noche a un centro de deportación, donde pudimos, por fin, hacer una llamada a nuestras familias, cuando nos enteramos de los vuelos, porque no teníamos ningún tipo de información. De ese centro, fuimos saliendo poco a poco de tal forma que, para el sábado, ya habíamos llegado todas a nuestro país de origen. 

P.: ¿Cómo califica que Israel detenga de esta manera los barcos de ayuda humanitaria dirigidos a Gaza?

R.: Lo califico, primero, de piratería. El abordaje fue en aguas internacionales y eso no se le permite a ningún estado del mundo. A ningún estado se le permite que aborde y secuestre un barco con gente de otras nacionalidades y que no pase nada. Segundo, un secuestro. Y después, aunque nos hubieran abordado a las 20 millas de la costa de Gaza, ese bloqueo es ilegal, con lo cual hubiera sido lo mismo: un acto de piratería y un secuestro. Lo calificamos como es: una injusticia, pero no por nosotras, sino por la población de Gaza, que sigue bloqueada después de 10 años y Palestina sigue ocupada. Además, cuando nos estábamos acercando a las costas de Gaza nos dijeron que había una gran fiesta en el puerto. Nos estaban esperando los niños con comida, lo que nos emocionó mucho a todas. Ya cuando llegué a Madrid me enteré que mientras estábamos navegando, habían bombardeado Gaza y habían lanzado bombas de sonido en el puerto donde nos estaban esperando para dispersar a la gente. Eso, para nosotras y para todo el mundo que estaba detrás de la inciativa, fue muy triste. 

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