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¡Insostenible!

Aclimatarse o morir

Imagen de los incendios que asolan Atenas, en Grecia.

Fernando Prieto | Juan Bordera

“Nunca hemos tenido que lidiar con problemas de la escala que enfrenta la sociedad interconectada globalmente de hoy. Nadie sabe con certeza qué funcionará, por lo que es importante crear un sistema que pueda evolucionar y adaptarse rápidamente ". Elinor Ostrom (Premio Nobel de 2009)

 

El nuevo informe del IPCC se presenta como documento clave para que tomen decisiones los políticos en la #COP26. El documento señala un futuro inmediato marcado por mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos y la necesidad inmediata, urgente e ineludible de adaptarse al nuevo escenario en el que ya estamos viviendo. En español tenemos el verbo "aclimatarse", que es lo que nos queda ahora y que quizás es más adecuado cuando hablamos de clima. El resumen para los responsables de políticas tiene varias secciones, algunas con títulos tan inquietantes como “cambios irreversibles a largo plazo” o “resultados de bajo impacto y alta probabilidad”. El IPCC se reunirá para aprobar y publicar el Resumen para responsables de políticas (SPM) de la contribución del Grupo de Trabajo I (WG I) al AR6 y aceptar la evaluación técnico científica subyacente, que se centra en la base científica física del cambio climático. El 9 de agosto se aceptarán formalmente las acciones tomadas y finalmente se publicará. El borrador del informe de IPCC señala que no respetar el umbral de aumento de temperaturas podría tener “progresivamente consecuencias graves, durante siglos, y a veces irreversibles”, previenen los expertos.

El informe preliminar de los expertos sobre el clima del IPCC habla de consecuencias catastróficas: escasez de agua, éxodo, malnutrición, extinción de especies… La vida en la Tierra tal como la conocemos se verá ineluctablemente transformada por el cambio climático en el año 2050. “La vida en la Tierra puede reponerse de un cambio climático mayor evolucionando hacia nuevas especies y creando nuevos ecosistemas”, apunta el resumen técnico de 137 páginas. “La humanidad no puede hacerlo”. El IPCC considera que superar los 1,5ºC ya podría tener “progresivamente consecuencias graves, durante siglos, y a veces irreversibles”. Y según la Organización Meteorológica Mundial, la probabilidad de que ese umbral de 1,5ºC sobre un año se supere a partir de 2025 ya es del 40%.

Este informe va a dar base científica a la conexión entre muchos puntos en diferentes partes del mundo que aparecen conectados por la mima línea: el calentamiento global. En efecto, el caso climático que estamos sufriendo otra vez este verano en todo el mundo —desde el deshielo de Groenlandia, los incendios en Siberia, hasta las inundaciones de China pasando por la grave sequía del noroeste de Estados unidos y Canadá con elevadísimas temperaturas nunca observadas que han quemado cientos de miles de hectáreas, o los incendios en Grecia y Turquía— dibuja muy nítidamente lo que esta pasando en todo el mundo y cuál puede ser el paisaje para el próximo futuro.

El mediterráneo

La temperatura en el mundo ya ha subido entre 1,2ºC o 1,3ºC desde el periodo de la revolución industrial, aunque en algunas zonas como el Mediterráneo ha sido mucho más rápido, convirtiéndose este en el mar que más rápido se calienta del mundo: un 20% más. Se puede hablar de la tropicalización del Mediterráneo, unido a la pérdida de biodiversidad o la degradación de los hábitats marinos. En efecto, el cambio climático está produciendo efectos en este mar que agudizan la grave presión existente por la sobrepesca, la contaminación, el comercio marítimo y el desarrollo costero y están poniendo en peligro el ecosistema, con cambios en las precipitaciones —disminución general de cuantía pero con intensificación horaria—, con subida de temperatura media y aumento notable de las noches tropicales (noches con más de 20º C), que se han multiplicado por cuatro o cinco, según las localidades, desde 1980 a la actualidad.

Incremento en la frecuencia de desarrollo de eventos atmosféricos extremos: de lluvias torrenciales, temporales de viento y oleaje en la línea de costa, olas de calor, tormentas de granizo y sequías más cortas en su duración pero más intensas. También en nuestras propias ciudades el incremento es aún mayor por el propio aumento de temperaturas asociado al cambio climático y por el fenómeno de la isla de calor, que puede llegar hasta a 10 grados desde el centro de las ciudades hasta las zonas periféricas, que incrementa todavía la temperatura donde de vivimos. El aumento medio se puede cifrar en 0,7 grados de media respecto al periodo de referencia 1981-2010 medido por el Observatorio de Sostenibilidad. Y puede haber momentos todavía más complicados, desde incendios forestales de docenas de miles de hectáreas, a sequías severas que sin duda tendrían graves impactos sobre la población o a inundaciones sobre los municipios mas expuestos en la costa.

Ha habido un manifiesto de varias docenas de premios Nobel especialmente importante sin ningún tipo de repercusión mediática: Our Planet, Our Future, An Urgent Call for Actionfirmado en abril de este año. Los científicos señalan sobre “los bienes comunes globales que el calentamiento global y la pérdida de hábitat equivalen nada menos que a un vasto e incontrolado experimento sobre el sistema de soporte vital de la Tierra. Múltiples líneas de evidencia ahora muestran que, por primera vez en nuestra existencia, nuestras acciones están desestabilizando partes críticas del sistema terrestre que determinan el estado del planeta.

Durante 3 millones de años, los aumentos de la temperatura media global no han superado los 2°C del calentamiento global. Sin embargo, eso es lo que está en perspectiva dentro de este siglo. Ahora estamos en un camino que nos ha llevado a un calentamiento de 1,2°C, la temperatura más cálida de la Tierra desde que salimos de la última glaciación hace unos 20.000 años y que nos llevará a un calentamiento de más de 3°C en 80 años.

Al mismo tiempo, estamos perdiendo la capacidad de recuperación de la Tierra, ya que hemos transformado la mitad del territorio terrestre fuera de las capas de hielo, en gran parte por la expansión de la agricultura. De una estimación de 8 millones de especies en la Tierra, alrededor de 1 millón están amenazadas. Desde la década de 1970 se ha estimado una disminución del 68% en las poblaciones de especies de vertebrados”.

Los científicos proponen “una década de acción: Se acaba el tiempo para evitar cambios irreversibles. Las capas de hielo se están acercando a puntos de inflexión: es posible que partes de la capa de hielo de la Antártida ya hayan cruzado situaciones irreversibles. La circulación de calor en el Atlántico Norte se está desacelerando inequívocamente debido al derretimiento acelerado del hielo. Esto puede afectar aún más a los monzones y a la estabilidad de la mayor parte de la Antártida. Las selvas tropicales, el permafrost y los arrecifes de coral también se están acercando a puntos de inflexión. El presupuesto de carbono restante para una probabilidad del 67% de no superar los 1,5°C de calentamiento global se agotará antes de 2030. Al mismo tiempo, todas las semanas hasta 2050 la población urbana aumentará en aproximadamente 1,3 millones, lo que requerirá nuevos edificios y carreteras, agua e instalaciones de saneamiento, y sistemas de energía y transporte. La construcción y operación de estos proyectos de infraestructura serán intensivos en energía y emisiones a menos que se realicen cambios importantes en la forma en que se diseñan e implementan”.

En definitiva, la reducción de emisiones se debe hacer, pero sea cual sea el ritmo de reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero los impactos devastadores del calentamiento sobre la naturaleza y la humanidad que depende de ella se acelerarán, asegura el IPCC, y se volverán dolorosamente palpables mucho antes del 2050.

El clima ya cambió. Por ello no queda más que adaptarse o aclimatarse.

Y, en este punto la humanidad no está armada para enfrentar la degradación segura de la situación. “Los niveles actuales de adaptación serán insuficientes para responder a los futuros riesgos climáticos”, previene el IPCC. El IPCC e IPBES ya han avanzado parte de las soluciones vinculando la lucha contra la emergencia climática con la protección de la biodiversidad, pero la adaptación va a venir muy cerca de la naturaleza y en este aspecto las “soluciones basadas en la naturaleza pueden ser una herramienta crucial para esta adaptación imprescindible. Este link muestra un resumen realizado por WWF de este informe entre cambio climático y biodiversidad.

Los informes invitan a "redefinir nuestro modo de vida y de consumo", señalando que ante estos problemas sistémicos no hay una bala de plata, no hay ningún remedio único milagroso. Hay miles de acciones que hacer y es necesario empezar ya. Por ejemplo, la conservación y la restauración de los manglares y de las selvas submarinas de kelp, calificadas como pozos de “carbono azul”, aumentan el almacenamiento del carbono, pero también protegen contra las tormentas y huracanes, al tiempo que proveen un hábitat para múltiples especies y comida para las poblaciones costeras. O la introducción de biodiversidad e infraestructuras verdes en las ciudades. O eliminar las viviendas de las zonas inundables antes de la próxima riada. O crear anillos verdes alrededor de las ciudades. O la necesidad de mejorar el aislamiento de las viviendas para necesitar menos energía. O adaptar nuestros sistemas agrarios y ganaderos a estas condiciones climáticas. O gestionar los bosques para que no sean pasto de las llamas el primer verano. Etcétera.

"Necesitamos una transformación radical de los comportamientos en todos los niveles"

A pesar de sus conclusiones alarmantes, el informe también tiene un rayo de esperanza. La humanidad todavía puede orientar su destino hacia un mejor futuro, tomando desde ahora medidas fuertes para detener el desbocamiento de la segunda mitad del siglo. “Necesitamos una transformación radical de los procesos y de los comportamientos en todos los niveles: individuos, comunidades, empresas, instituciones y gobierno”, declara el informe.

E incluyen el tema de la desigualdad en relación a la emergencia climática. “En sociedades muy desiguales, con grandes disparidades en áreas como la atención de la salud y la educación, es más probable que los más pobres permanezcan atrapados en la pobreza a lo largo de varias generaciones. Reducir la desigualdad aumenta el capital social. Hay un mayor sentido de comunidad y más confianza en el gobierno. Estos factores facilitan la toma de decisiones colectivas a largo plazo. El futuro de la humanidad depende de la capacidad de tomar decisiones colectivas a largo plazo para navegar por el Antropoceno”.

Joseph Stiglitz (Premio Nobel de 2001) sostiene que la desigualdad es el otro reto comparable a la lucha contra la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad. “La única prosperidad sostenible es la prosperidad compartida”.

Los premios Nobel concluyen reivindicando la década de la acción: “En 2021, las principales cumbres generarán un impulso político y social para la acción sobre el clima, la biodiversidad, los sistemas alimentarios, la desertificación y el océano. En 2022, el evento Stockholm + 50 marca el 50 aniversario de la primera Cumbre de la Tierra. Esta es una oportunidad importante para reflexionar sobre el progreso hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, que se completarán en 2030. Sin embargo, existe una desconexión entre la urgencia indicada por la evidencia empírica y la respuesta de la política electoral: el mundo está girando demasiado lento”.

Lacalle, Bernabé y las extrañas parejas

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Es clave que por fin la humanidad ha entendido que la solución a la crisis climática, a la biodiversidad y a la desigualdad tienen que ir juntas. La inteligencia colectiva nos salvará. Manos a la obra.

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Fernando Prieto es doctor en Ecología y miembro del Observatorio de la Sostenibilidad y Juan Bordera es guionista, periodista y activista de Extinction Rebellion y València en Transició.

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