Reforma fiscal y el virtuosismo parlamentario Pilar Velasco
Mal de muchos no es consuelo… ni de los tontos
Un candidato que es un bot, un avatar creado por inteligencia artificial que tomará las decisiones en función de lo que le diga el algoritmo, en teoría, teniendo en cuenta qué es lo más adecuado para el bienestar de la gente. Es uno de los candidatos a las próximas elecciones de Reino Unido.
Un candidato que admite que no tiene ni idea de cómo funcionan las instituciones europeas, que no sabe ni qué hay que hacer allí, pero que ha conseguido su asiento en el Parlamento europeo. ¿Su mérito? Ser un conocido youtuber en su país, con miles de seguidores, que plantea retos imposibles a la gente.
Un candidato que, hasta que no apagó con un extintor las velas de Hanukkah en los pasillos del parlamento polaco, nadie apenas lo conocía, ha conseguido también los votos necesarios para lograr su asiento en el Parlamento europeo. Un candidato abiertamente antijudío. No lo esconde.
Y sí. Alvise Pérez. Un candidato que no tenía programa electoral, que su única promesa una vez lograra el escaño y, por tanto, la inmunidad que le da ese escaño, sería contar algo “muy gordo, muy gordo” y meter en la cárcel a Pedro Sánchez, sin juicios ni condenas.
Que la política se ha ido convirtiendo en otra cosa parece evidente. Que la política empieza a ser, en ocasiones, un esperpento, no hace falta que lo diga. Lo vemos todos los días. Y estos candidatos que traigo hoy aquí, y hay más, lo demuestran. Espectáculo por espectáculo. Pongamos todo patas arriba, riámonos del sistema, vamos a boicotearlo, con mentiras, con shows y performances imposibles y con todo lo que nos genere ruido y visibilidad. Si es o no política es lo de menos: lo importante es movilizar. Y luego, lo que pase con ese votante agitado, sobreexcitado con todo lo que le he dicho y prometido, pues ya veré, no será mi problema, desde luego, que me exijan después explicaciones, porque sé que no lo van a hacer, ni que puedan cometer o hacer una barbaridad alentados por todo eso que les he dicho, casi gritado, en campaña.
Lo que más me preocupa es que parte de la vieja política se contagie de estos nuevos modos, copie modos y tonos, para intentar arrebatar esos votos que se les escapan entre los votantes más decepcionados
Así estamos. Aquí y fuera de aquí. Pero no consuela eso de ver que es un mal de muchos… NO consuela, desalienta. Y desasosiega. Y lo peor es que esto no parece ir a mejor. Al revés. Pero, quizás, lo que más me preocupa es que parte de la vieja política se contagie de estos nuevos modos, copie modos y tonos, para intentar arrebatar esos votos que se les escapan entre los votantes más decepcionados.
El mismo lunes, mientras volvía a última hora del día en mi coche, puse la radio y el locutor de turno proponía a sus oyentes no ver esa noche las noticias porque así, el lunes, se haría más insoportable. “Ver las noticias te hace bola”. Ahí es nada. El miércoles, una amiga me contaba cómo su médico, ¡su médico!, le había aconsejado como hábitos saludables no ver los informativos antes de acostarse. No era un psicólogo, era un médico nutricionista.
Dejar de informarse es el mayor peligro que podemos asumir como sociedad. Dejar que la gente se informe, consuma, lo que algún iluminado le diga por redes, sin aportar datos, sin verificar las fuentes, sin contrastar nada, es idiotizar a la gente. Y esto ya está pasando. Y lo hemos visto. Y lo peor es que se convierta en una especie de mantra.
Admito que tenemos mucho que mejorar, mucho que revisar. Por nuestra parte y por parte de quienes cada día salen a la tribuna pública a hacer política. Podemos quedarnos quietos, sentados, viendo cómo todo se va degenerando poco a poco o podemos ser parte activa para mejorar cada día.
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