La campaña que no cesa
Feijóo pide a los carteros que no sisen papeletas. Le ha alertado su amigo, el sindicalista (como tenga otro gay, estamos perdidos). A él, que lo registren, ¿qué hay de malo en pedir juego limpio? Lo de Gila: aquí alguien ha matado a alguien y no me gusta señalar. Como no me puedo ir de vacaciones, estoy forrándome una carpeta con recortitos de prensa, no sea que el veintitrésjota ganen y, entonces, ¡simsalabim!, aquí no haya pasado nada.
Estamos a dos telediarios de que alguna luminaria llame filoterrorista a Consuelo Ordóñez, anoten la predicción
La fullería hecha partido: si palman, tongo; ¿mayoría absoluta?, triunfo a pesar de. El clásico número del bombero pirómano. El admirable Alberto Núñez le está comiendo la tostada a don Pedro. El empleador de Iván Warrún Redondo no es el genio que se decía: me pinchan y no sangro. El presidente (en funciones) ha acelerado su astuta estrategia de repetir consignas lloricas. Por detrás, unos jaleos que ya quisiera la Paquera de Jerez: «¿ha sido un error no salir a desmentir los bulos de la ultraderecha?» Rajoy, desde un plasma, mira atónito.
El comando oligofrénico ha encontrado un nuevo estribillo. Lo del que te vote Txapote causa furor entre las mentes más brillantes de nuestra generación: los baberos de adulto con merchandising se agotan en las mercerías de todo el país. La fiscalía, a por uvas: con Carrero Blanco esto no pasaba. La banalización del terrorismo va por bandos, quién lo diría. Estamos a dos telediarios de que alguna luminaria llame filoterrorista a Consuelo Ordóñez, anoten la predicción.
El otro día me subieron la cuota de autónomos y la aplicación del bebeuveá puso el cargo en cuarentena, por si era una estafa. No es un chiste, lo juro. Revisando los programas electorales a ver qué hay de lo mío, he encontrado una de esas plantas rodadoras que pasean por el desierto. Dicen los de Yolanda (que ha puesto su jeta en las papeletas, porque el hombre es un Pablo Iglesias para el hombre) que van a subir el salario mínimo y que les van a dar veintemil machacantes a los que cumplan dieciocho. A mí me regalaron la quiebra de Lehman Brothers. Los milenials, la generación afortunada. Por lo que leo, el chequecito es para estudiar o para emprender (el verbo más bolchevique) y te lo ingresarán después de un proceso de «acompañamiento y asesoría» en el que tendrás que encontrar la Atlántida, el oro de Moscú y la lanza de Longinos. Mecachis, ojalá existiese algo así como una educación pública. ¿Becas? No sé de qué me habla.
En fin, el impuesto a las grandes fortunas parece que no sirve para bonificarte las cotizaciones por cuenta propia, aunque factures la mitad del ese eme i. Sin estar de alta, prohibido facturar; si te das, no te llega. Me inquieta este fervor por la juventud y al resto, que nos frían un paraguas. Me cuentan que, según los estudios, el pobre se te cronifica si no redistribuyes pronto la riqueza. Joder, llego tarde a todo.
Anteanoche hubo un debate de portavoces parlamentarios y se les entendió todo. El respetable, anonadado. Hasta la mismísima Ana Pastor se puso a factcheckear, lo que son las cosas. El marquesito de VOX le preguntó a Matute, el de Bildu, dónde estaba él la tarde que mataron a Miguel Ángel Blanco. Nobleza obliga, ya se sabe. Hoy leo que en su programa electoral, apartado cultura, quieren dopar al toreo (ay, los subvencionaditos) y recuperar los estilos arquitectónicos tradicionales (muera la Bauhaus, viva Albert Speer). En la Diputación de la Grandeza están de enhorabuena: Álvarez de Toledo dice que va a desocupar y desexpropiar hasta su último aliento (por veinticinco pesetas, empezando por des…). Los herederos del Pazo de Meirás fruncen el ceño.
Pero ¡calma!: no pasarán. El subcomandante Tezanos pronostica el triunfo glorioso del partido socialista. Me quedo mucho más tranquilo. Menos mal que nos sobran demóscopos: antes, todo esto era campo.
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