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Un error imperdonable

El anuncio de la elección como presidente de Turingia del liberal Thomas Kemmerich gracias a los votos de la ultraderechista AfD ha causado un terremoto político en el viejo continente. Cayó otro muro en Alemania, y esta vez de consecuencias inciertas para toda Europa. Fueron 24 horas que hicieron contener la respiración a cualquier demócrata que contempla aterrado cómo la extrema derecha se extiende de forma cada vez menos silenciosa por la misma Europa que la vio nacer. Esa que lleva 75 años presumiendo de haberla vencido y conjurándose para no volver a repetir el horror.

Los líderes del centro derecha germano respondieron con la contundencia que se espera de cualquier demócrata –sí, también en España se debería esperar eso–. Merkel calificó el hecho de "error imperdonable", y en la misma línea se manifestaron Paul Ziemiak, secretario general de la CDU; la sucesora de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer; Markus Söder, el presidente de Baviera, etc. Lejos de estar resuelta, la crisis es tan grave que todavía oscila entre la convocatoria de nuevas elecciones o la búsqueda de un "candidato de compromiso" y sigue cobrándose víctimas como Christian Hirte, comisionado para los antiguos territorios de la República Democrática Alemana, que había escrito un tuit mostrando su satisfacción por la elección de Kemmerich, o Mike Mohring, el líder de la CDU en Turingia, que permitió la votación desobedeciendo a Berlín.

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Más allá de cómo se resuelva, este hecho es la constatación de que el virus de la ultraderecha en Europa se está extendiendo y cada vez va a ser más difícil mantener los cordones sanitarios. La decisión tomada estos días venía gestándose desde el último congreso de la CDU en Leipzig en el mes de noviembre. Un mes antes, en las elecciones de Turingia, los democristianos habían perdido más de 11 puntos y se habían quedado por detrás de Alternativa por Alemania, que superó el 23% de los votos, convirtiéndose en segunda fuerza en un Estado donde los conservadores moderados venían siendo la opción ganadora desde 1990. El debate enseguida estalló entre los partidarios de mantener el cordón sanitario, con Merkel y el resto de la cúpula del partido a la cabeza, y quienes planteaban iniciar conversaciones y negociaciones con la extrema derecha, y que finalmente dieron su consentimiento al acuerdo. ¿Será la CDU post-Merkel capaz de mantener una posición firme contra los ultraderechistas? La actitud de los alemanes es crucial en Europa.

El debate de fondo apunta a pensar qué hacer ante estas fuerzas. Los cordones sanitarios, si bien tienen una indudable función pedagógica, no son excesivamente eficaces a la hora de contener a la ultraderecha, aunque la opción contraria es indudablemente peor. Se alude entonces con frecuencia a esa varita mágica en que muy a menudo convertimos la cultura y la educación, pensando que a fuerza de exposiciones, novelas, películas y testimonios que recuerden el horror, la sociedad europea se vacunará contra el mismo. Sin embargo, la realidad está mostrando que esto no opera exactamente así. Lo recuerda Géraldine Schwarz en Los amnésicos: "Estos hombres difaman la identidad alemana a la que ha contribuido inmensamente el trabajo de memoria. Aniquilan el trabajo difícil, valeroso, y a menudo, doloroso realizado por millones de actores de la sociedad alemana, que han luchado para liberarse de las raíces del mal. Quieren deshacer lo que constituye la fuerza de Alemania y que el mundo entero le envidia: haber sacado de la reflexión sobre el pasado unos valores perennes que han forjado en los ciudadanos un espíritu crítico y un discernimiento moral indisociable de la fuerza de la democracia alemana".

Quizá es en esto que apunta la periodista franco-alemana, en el espíritu crítico, donde se puedan encontrar los tratamientos contra la amnesia y la vacuna contra el autoritarismo ultraderechista. Porque, como vemos, no es suficiente con acudir a los testimonios del pasado. Además, habrá que ejercer la crítica sobre el presente, preguntarse qué es lo que ha convertido Europa en una sociedad temerosa en busca de liderazgos autoritarios que se perciben como protectores y, además, ofrecer alternativas políticas para una sociedad segura, que no es sino una sociedad que se siente protegida. Mientras esto va cuajando, más valdrá que la CDU se mantenga firme con Frau Merkel. Quién lo iba a decir…

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