MUY FAN DE...
Muy fan de... Ana Botella
Ana Botella, inauguro el curso contigo, quién mejor que tú para encabezar el desfile de abanderados de este club de fans. Sí, Ana, eres medalla de oro para la que suscribe y escribe. Soy tan fan.
Vuelves a la ciudad sin Juegos Olímpicos, cierto, pero más estrella que nunca. Prueba evidente de tu fulgor interplanetario es que Juan Antonio Samaranch, miembro español del COI, dijera al presentarte: “Ya conocen a Ana Botella”. Ojo, que en esa delegación había un príncipe atleta, un presidente del Gobierno al que Obama muere por saludar y un pedazo de deportista de fama mundial, Pau Gasol, pero nadie te eclipsa, Ana, a ti no.
Esa enorme popularidad te la has ganado a pulso, es justo y necesario reconocer tus sobrados méritos, porque no se puede negar que, hasta el momento fatídico en que eliminaron la candidatura de Madrid, cuando ya no hubo más que silencio, lágrimas y decepción, tus apariciones estelares fueron lo más comentado y celebrado y, ya sabes, cuando se superan los grandes disgustos, uno sólo se acuerda de los buenos ratos. Gracias por tantos.
Sí, Ana, cuando el tiempo pase y nos hayamos sobrepuesto a la decepción de que Madrid se haya quedado sin Juegos once again, ¿crees que nos acordaremos de las madres de los votantes del COI? No, enterrado el dolor, solo recordaremos tus performances, esas que tanta felicidad nos dieron. Guardaremos en la memoria y en el corazón cada uno de tus maravillosos gags que nos hicieron reír en días difíciles de vuelta al cole y a la rutina de cada cual.
Imborrable aquel episodio de la rueda de prensa, cuando te quitabas los auriculares si te preguntaban en inglés y te los ponías si lo hacían en la lengua de Cervantes, so funny. Por cierto, aquella tarde ganaste muchos enteros en tu carrera profesional porque en la respuesta estuviste más política que nunca, te preguntaban por el paro y tú contestabas que las infraestructuras estaban acabadas al 80 por ciento o al 90 por ciento –según te daba el viento. Perfecto, ese es el verdadero arte de la política: “Pregúnteme lo que quiera que yo le responderé lo que me dé la gana”, y los envidiosos diciendo que no entendiste la pregunta porque te la habían formulado en inglés, pues no sabes tú nothing…
No nos quitaremos tampoco de la cabeza ese derroche de arte, que no se podía aguantar, en la última presentación, cuando Madrid se lo jugaba todo. Saliste a escena con la expresividad de un cuentacuentos del Retiro, apasionada, efusiva y dispuesta a echar toda la carne en el asador argentino donde nos churrascaron, para convencer al mundo de lo mucho que mola Madrid.
Estuviste inmensa, abriendo los ojos más que Bette Davis al alabar las virtudes de la ciudad que gobiernas, destacando lo guay que es tomarse a relaxing café con leche in Plaza Mayorrelaxingin. Very relaxing, yes, pelín expensive too, pero no ibas a dar más detalles, ni te ibas a poner a hablar de asuntos incómodos, como el barrio de Chueca y sus pears and apples, que te traen por la street de la amargura. Además, de haber tenido más tiempo, segura estoy de que antes habrías elogiado lo bien que le sienta al body un delicious and cheap bocata calamares de la zona.
Tengo que confesarte que me fascina tu capacidad de superación, no es fácil, teniendo en cuenta el listón tan alto que tú misma te has puesto en cada ocasión. Con las perlas que has ido dejando en tantas de tus intervenciones, Ana, podrías hacerte un collar largo de dos vueltas. Eres tú la autora de “un gobierno tripartito de dos partidos” en Andalucía; tú la inventora de: “La Cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar”; tú la creadora de: “En la catástrofe del Prestige sólo hubo un culpable, el barco” y tú la que arrojó luz a los ignorantes cuando explicaste que: “un hombre y una mujer es una cosa, dos hombres es otra cosa y dos mujeres es otra cosa”. Unforgettable.
Hace un par de años decías en Vanity Fair que has callado mucho a lo largo de la vida. Ni se te ocurra callar, habla, Ana, habla, en el idioma que tú quieras, este país necesita sonreír. Temo que acierten los que aseguran que tu destino político dependía en gran parte de la decisión del COI, aunque me tranquilizó cuando te leí, contundente, responder a Bruno García Gallo en El País: “Yo me veo muy fuerte, haya o no haya Juegos” y tienes razón, Ana, eres muy fuerte, lo tuyo es muy fuerte.
Después de tanto esfuerzo creo que te mereces un premio. Vete a un spa, Ana, que esta vez sí que te lo has ganado.