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Muy fan de... Jordi Pujol

Jordi, ¿ya se te ha pasado el cabreo? Quería hacerte una preguntita y estoy un poco acojonada por si me regañas. A ver, exhonorable, tú tranquilo, yo comprendo perfectamente que te irritara perderte la siesta del viernes para… para nada. A mí me pasó exactamente lo mismo y presiento que a muchos ciudadanos catalanes también.

Con lo tranquilito que empezaste, te sentaste, te quitaste el reloj y lo dejaste encima de la mesa, confiado y seguro de que nadie te lo robaría…Entonces te pusiste nostálgico y evocador y nos llevaste de viaje hasta la España en blanco negro, cual niño de Cuéntame, para recordarnos la historia tu padre y de cómo prosperó con el algodón. Qué apropiado, por cierto, el protagonismo de ese tejido en una tarde destinada a la sinceridad, sabiendo como sabes que los niños de la Transición nos creímos ciegamente aquello de que “El algodón no engaña”.

Tu relato era muy cinematográfico, faltaba la música de John Barry para ambientar Memorias de Jordi. Cuando dijiste: “Yo tenía un proyecto que era prioritario, Catalunya”, en plan Meryl Streep: “Yo tenía una granja en África”, te imaginé con tu palangana, lavándole el pelo a Marta Ferrusola en un prado suizo.

Pero llegó el turno de preguntas y los diputados te chafaron la performance con sus preguntitas, todas apiñadas a mogollón. ¡Vamos a ver, en qué cabeza cabía que fueras a contestar a tantas cuestiones seguidas, con lo despistado que tú eres! ¡Si no te acordaste en treinta y cuatro años de pasarte por Hacienda a contarles lo de la herencia!

Desde luego, ya le vale al que ideó el formato de la comparecencia. ¡Con esa estructura no hay quien pueda despejar las dudas que corroen a la ciudadanía, que era lo que se perseguía! Porque era eso lo que se perseguía…¿no?

Total, que te agobiaste, te calentaste como una olla a presión, saltó la espita, salió a propulsión el exhonorable temperamento y empezaste a reñirles a todos. Solo te faltó entonar el famoso “¡Això no toca!”¡Això no toca! que solías decirles a los periodistas cuando te preguntaban por algún asunto que no te “ponía” y liarte a collejas como Amparo Baró hasta quedarte solo.

Claro, no debe de ser fácil olvidar tantos años de autoridad. Quien tuvo, retuvo… poder. Les llamaste poco honestos, frívolos por mezclar temas y desagradecidos por no valorar tu generosidad sin límites al ir allí a echar la tarde y desnudarte en público, VO-LUN-TA-RIA-MEN-TE, cuando nadie te lo había pedido, recalcaste. Di que sí, tiene mérito tomar la decisión, tú no eres carne de portada de Interviu.

Tus bocinazos eran tan potentes que el intérprete de 24h TVE estaba al borde de la hiperventilación y a mí casi me peta la tele. Entró mi vecina a quejarse porque no le dejaba oír el Sálvame, no te digo más.

Inteligente como eres, hiciste la gran estrategia de enfadarte con el que se atreve a pedirte explicaciones, como en el chiste:

-¡Pepe, qué horas son estas de llegar!

-¿Oye, qué hace ese hombre en mi cama?

-¡¡¡¡¡¡¡¡No cambies de tema!!!!!!!!!

Tras tu rapapolvo feroz –diste más golpes en la mesa que un jubilado jugando al dominó– los diputados de ERC, PSC, ICV-EUiA, PP, C's y CUP se quejaron de tu falta de respeto y, sobre todo, de respuestas.

Unos se dirigieron a ti con bastante más contundencia que otros, suele ocurrir, pero todos coincidieron en criticar tu actitud.

Espera, espera un momento ¿He dicho todos? Perdón, perdón, rectifico, señoría. Al presidente del grupo CiU en el Parlament, Jordi Turull, le pareciste más convincente que el papa Francisco y como él no tiene dudas sobre tu integridad, intentó desintegrar a los preguntantes.

Tu tocayo salió en tu defensa como el primo de CiUmosol.

A Turull le pareció suficiente que hablaras de tu padre pero no de tus hijos; que no dieras datos –más allá de esos 140 millones de pesetas que presuntamente heredaste en 1980–; que no enseñaras documentos; que repartieras el tiempo, en fin, en hablar de tu padre, de todo lo bueno que has hecho por Catalunya, regañar a la concurrencia y alardear del favor que hiciste al mundo mundial acudiendo a cumplir el deber no obligatorio –recalcaste– de comparecer en el Parlament.

Resumiendo, en este país de ruedas de prensa sin preguntas, tú hiciste una comparecencia sin respuestas. ¡Olé!

Y aquí viene mi preguntilla, cuando Albert Rivera dijo que no aceptaba gritos ni de su padre, pensé en tus hijos. Esto, ¿Los regañabas con tanta contundencia para que hicieran lo correcto? Porque una de dos, o alguno no te pilló el mensaje, o en tu casa entendéis por “lo correcto” otra cosa...

Bueno, Jordi, ya me callo que no quiero soliviantarte.

Muy fan de... el consejero de Sanidad de Madrid

De todo lo dicho, me quedo con la afirmación que hiciste en tu primera alocución y que ya no tendrá que traducir el intérprete de 24hTVE, sino la Justicia: “Puedo decir que no he sido un político corrupto”. Estaremos atentos.

Pero, sobre todo, me guardo en favoritos tu mensaje en tono de aviso para navegantes: “¡¡Si se toca la rama de un árbol, caerán todos los nidos y será su responsabilidad!!” ¿Sabes? cuando lo comenté con mi frutero, me dijo: “Pues que caigan todos los nidos, que la gente está hasta los huevos de tanto pájaro…”

Un hombre con carácter, como tú.

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