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Muy fan de...

Muy fan de... el rey padre

Menudo es mi padre es el título de aquella serie que hizo El Fary en Antena 3 en los noventa. Me vino a la cabeza este éxito televisivo del pasado, al conocer la última del Supremo: admitir la demanda de paternidad de una ciudadana belga que dice ser hija de usted, rey emérito de España. Muy fan.

Seguro que el rey reinante también conoce la aventura televisiva del padre musical del torito bravo –todos los españoles somos iguales ante las series– y apuesto a que también se acordaría del título al recibir el enésimo sobresalto familiar de los últimos tiempos. Éramos pocos y parió el Supremo.

Con lo tranquilos que estábamos. Lo último que supimos de usted es que había elegido California para despedir el año, en plan Beach Boy, pero sin darle a la tabla de surf, tampoco hay que tentar a la suerte… Gran elección la Costa Oeste estadounidense para tomarse las uvas, con lo buenas que son por esas tierras, lo aprendimos en Falcon Crest, otra serie noventera con líos de hijos y padres.

Saben a gloria esas escapaditas para buscar el sol, cuando uno tiene más tiempo y menos obligaciones, California sería el Benidorm del jubilado pudiente. De todos es sabido –dicho por médicos– que, a ciertas edades, el clima templado y la cercanía del mar es buenísimo para la salud. Y estrenar el año lejos de la familia también. Esto último no lo dicen los médicos, pero deberían.

♪Estamos tan a gustito♪,a gustitocanturrearía usted para sus adentros campechanos, en unas navidades tan plácidas como las últimas. Desde la tranquilidad que proporciona la segunda línea de playa de un rey jubilado, libre de tener que pronunciar el discurso navideño con la sombra de la hija amagando con sentarse en el banquillo, más desasosegante que el retrato amenazador de la Rebeca de Hitchcock. Entra mucho mejor el pavo sin haber tenido que tragarse un sapo previo a los entrantes, dónde va a parar.

Mucho antes de que la Navidad inundara nuestros corazones, allá por septiembre, le encontraron feliz a las puertas del hotel Landa de Burgos, donde compró unas morcillas después de haberse zampado unos huevos con un par… de guindillas, aseguran.

Aún recuerdo su carita de alegría, morcillas en mano –del escolta–. No hay nada que ilusione más a un jubilado que llevar a casa unas viandas tras una escapada, aunque la mujer –implacables todas con los maridos en el trance del retiro– le riña con menos piedad que el sargento Foley:

– “¡¿Morcillas, morcillas con el colesterol como lo tienes?! ¡Anda, déjate de morcillas y recoge todos los trastos que tienes por palacio, aquí no hay quien pase la mopa. ¿La corona esa, qué hace ahí? ¡Estoy harta de verla, o la bajas al trastero o la tiro. Si eso ya no te lo vas a poner!”

Y ahora van y soliviantan tu relajo merecido tras años de curro, con dos demandas de paternidad: una que no y otra que sí. Y seguimos a los expertos en este material sensible, para intentar dilucidar si finalmente se archivará el caso y todo quedará en nada, o si por el contrario se iniciará un largo proceso que podría tenerte en jaque durante meses, hasta que se demuestre si la paternidad es Real o no.

Menudo quebradero de cabeza.

Tú le dices a cualquier jubilado que tiene que estirar la pensión para compartir con hijos y nietos con los que no contaba y le da un perrengue. Bueno, en tu caso la preocupación vendría más ligada a la herencia, ya se sabe que la jubilación no es igual para todos. 

Muy fan de... Bárcenas

No quiero ni pensar la movida que generaría si resultara que sí, que es, que eres: cambiar los libros de texto para reescribir la historia, otra vez los padres a gastarse la pasta; volver a pedir a Antonio López que sacara los pinceles; y lo que es peor, incorporar un yerno más a nuestras vidas, ¡vade retro Satanás!

Este episodio era lo único que le faltaba al paisanaje para estar entretenido, entre votación y votación, en el año de la gymkana electoral.

Seguiremos atentos a esta historia para ver en qué acaba, con el temor de que el antecedente provoque el “efecto llamada” ahora que usted no es inviolable… Desde luego, si acabáramos viendo a un exjefe de Estado con el ADN en tupper de acá para allá, sí se cumpliría aquello que dijo Guerra: “A España no la conoce ni la madre que la parió”.

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