Buzón de Voz
Fichajes militares y civiles
No es un fenómeno nuevo. Incorporar a las listas electorales nombres que por sí mismos o por lo que significan pueden contribuir a sumar votos o a fijar la imagen de marca en el espacio político que se pretende ocupar ha estado a la orden del día desde la Transición. Ese traje lo vistieron ya Francisco Fernández Ordóñez, Baltasar Garzón, Victoria Camps, Manuel Pizarro o Manuela Carmena, entre otros ejemplos de peso, para no citar otros casos extravagantes del estilo de Álvaro de Marichalar. Podemos ha dado este miércoles la penúltima campanada en cuestión de fichajes con el anuncio de que José Julio Rodríguez, que fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) con Zapatero, irá de número dos de la lista del partido morado por Zaragoza.
Si las elecciones generales convocadas para el 20 de diciembre fueran unas elecciones “normales”, una mayoría amplísima de los votantes ya tendrían tomada una decisión y habría muy escaso margen para una variación del resultado en las seis semanas y media que restan. No es así. O al menos eso dicen las últimas encuestas conocidas (este mismo jueves sale el barómetro del CIS), y sobre todo eso concluyen fuentes de los principales partidos (PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos e IU) acerca de sus propios tracking y metaencuestas. Todos reconocen que esos sondeos y estudios reflejan una volatilidad inédita, que varían semana a semana las diferencias entre unos y otros y las posibilidades de sumar mayorías. Nadie niega tampoco que la propia cocina de muchas de esas encuestas juega con la intención de influir en las expectativas electorales y por tanto en los resultados.
Esa incertidumbre contribuye a que cada formación política intente golpes de efecto que atraigan nuevos votos, recuperen los perdidos, movilicen a su favor a los indecisos o permitan instalar en el electorado una imagen determinada. Podemos ha hecho el anuncio del fichaje de un militar de prestigio cuando la mayoría de los sondeos le otorgan casi la mitad de los votos que le vaticinaban a principios de este mismo año. Y pocas semanas después de que el PSOE incluyera a la excomandante Zaida Cantera de número seis por Madrid y a la exdiputada de UPyD Irene Lozano como número cuatro en la misma candidatura.
Un historial intachable
A nadie hubiera sorprendido que Julio Rodríguez, general en la reserva que ha solicitado el retiro de la carrera militar para dedicarse a la política, hubiera elegido para hacerlo las listas del PSOE. Fue la mano derecha de Carme Chacón en el ministerio de Defensa y ejerció el mando de los Ejércitos durante la última legislatura de Zapatero sin una sola sombra en su intachable historial, aportando además un perfil moderno, abierto, progresista y laico a una institución que sigue teniendo su propio arzobispo castrense y cuyo vértice máximo en la jerarquía es el rey.
Aunque la eficacia de un fichaje electoral sólo puede medirse al día siguiente de las elecciones, es obvio que la incorporación del general Rodríguez le sirve a Podemos para desmontar alguno de los rasgos más negativos de su marca y que más han podido contribuir a su descenso demoscópico. Calificar de “antisistema” o “antipatriota” a un partido que incluye al exjefe de las Fuerzas Armadas puede resultar bastante más complicado a partir de ahora; y si hay un perfil en la psique colectiva que es justamente lo opuesto al “caos” es el de un militar, con fama además de buen gestor. Lo cual no evitará, por supuesto, que la orquesta mediática más reaccionaria intente calificar el paso de Podemos como “bolivariano”, por cómico que resulte comparar al general Rodríguez con Hugo Chávez.
La cara B de cualquier fichaje sonoro, sea civil o militar, consiste en la credibilidad del mismo o en las contradicciones que pueda provocar en el discurso del partido que lo acoge. En su programa para las elecciones europeas de 2014, Podemos defendía la salida de España de la OTAN o la revisión de los acuerdos que permiten a Estados Unidos tener bases militares en España. Ahora Podemos ya no reclama la salida de la OTAN y asegura que cumplirá todos los “compromisos ineludibles” y “legales”, o sea los tratados internacionales y bilaterales suscritos. “No me entusiasma que haya soldados de EEUU en territorio nacional, pero soy responsable y pragmático, las cosas hay que hacerlas bien”, ha respondido Pablo Iglesias cuando este miércoles se le ha preguntado por el asunto. Quedará la duda de si el cambio obedece a nuevas convicciones o a que la necesidad (de incorporar al general Rodríguez) obliga (a cambiar o matizar algunos principios).
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Principios y propuestas
Sería muy interesante conocer qué opina Julio Rodríguez acerca de otras propuestas de Podemos, aunque es probable que centre sus mensajes en el ámbito militar, lo cual evitará contradicciones. Ocurre algo parecido con Irene Lozano, el fichaje “civil” de Pedro Sánchez, cuyo modelo de Estado tiene poco o nada que ver con el que defiende la Declaración de Granada del PSOE, pero procurará no hablar más que de regeneración democrática, que es el encargo recibido. Y será también interesante contrastar las propuestas sobre la defensa o la modernización del Ejército del exJEMAD Rodríguez y de la excomandante Cantera, que tuvo que abandonar sus filas tras sufrir un prolongado acoso sexual y laboral.
Si de algo ya caben pocas dudas es del profundo cambio que afronta la política y el escenario inédito que saldrá de las urnas el 20-D. Es saludable (siempre lo ha sido) que profesionales de distintos ámbitos se incorporen a la actividad política con vocación de servicio público. Y sería aún más provechoso si se evitaran algunos riesgos: que los “independientes” acaben fagocitados por las maquinarias endogámicas de los partidos y que los partidos sigan incumpliendo sus “contratos” con los electores. Para recuperar la credibilidad de la política no es imprescindible entregar su ejercicio a “profesionales” o “expertos” sino demostrar que realmente se trabaja para los ciudadanos. Lo cual exige personas y equipos capaces, con principios y propuestas sólidas y el compromiso firme de cumplirlas.