Siente un refugiado en su mesa

Ustedes lo recordarán. Hará una década, Ana Pastor tenía uno de esos programas de laSexta por los que rebosa la asepsia informativa. Tenía hasta su propia cantinela: "Estos son los datos, suyas son las concusiones". Aunque me encantaría detenerme a desbrozar la apasionante quimera epistemológica del "dato" sin sesgo ni parcialidades, iré directamente al día de autos.

Dos de marzo: en una esquina del cuadrilátero, la incansable Marine Le Pen; en el otro, una entrevistadora aficionada al coprotagonismo. Le Pen, juntando las manitas, advierte sobre los riesgos del "efecto llamada" y Pastor le pregunta si alguna vez ha estado en África. Pudiendo responder con batallitas del Afrika Korps, la mujer que más visita los balnearios de Vichy prefiere atizar a la entrevistadora con dos tazas de "repreguntas", que es como los cretinos llaman a la "insistencia": –"¿Usted da dinero a las asociaciones de inmigrantes?" –Sí. –"¿Y los acoge en su casa?" 

Pausa dramática, fruncimiento de ceño y respuesta expeditiva: –"Sí, ¿y?". Desafortunadamente, estamos en 2014 y aún no se ha inventado ese tocomocho del fact-checking; nos quedaremos con la duda. Buscando el corte, en laSexta siguen dando la anécdota por buena: "Le Pen califica de 'excepción' a Ana Pastor por 'acoger a inmigrantes en casa'". Medalla al mérito civil, ¡una rotonda en la entrada de cada pueblo! Sin éxito, he buscado la verificación en Newtral. Ya es mala suerte.

Hay que ser muy necio o muy malvado para intentar convertir la gestión migratoria a un asunto de solidaridad individual. 'Si no quieres que los niños se ahoguen en el Mediterráneo, sálvalos tú'

Hay que ser muy necio o muy malvado para intentar convertir la gestión migratoria en un asunto de solidaridad individual. Si no quieres que los niños se ahoguen en el Mediterráneo, sálvalos tú. Como los idiotas y los miserables no son permeables al silogismo, cuando alguien me sale con el argumentito de marras me gusta a cambiarle el sujeto y disfrutar del colapso. Ah, ¿que no te enrolaste en la Guardia Civil de Rentería? Entonces lo de la ETA tampoco te importaba tanto.

El recuerdito de la soirée con madame Le Pen se lo debo a Carlos Herrera, quien hace unos días aprovechó su sermón matinal para preguntarle a "los progres del pañuelo palestino" cuántos gazatíes iban a acoger en su casa. Hay que estar hecho de una boñiga muy especial (¡muy pura!) para, tras asistir a un genocidio televisado, salir con esta canallada. Hay que rezar mucho por la Conferencia Episcopal: algún infiltrado del anticristo les hace contratar, una y otra vez, a radiopredicadores que se ciscan en el evangelio. Estoy convencido: pones a Herrera a escuchar el Sermón de la Montaña y acaba gritándole al mismísimo Jesucristo que se lleve a los pobres y los llorones a la carpintería si de verdad le gustan tanto.

Servidor suele exagerar sus disgustos para que la columna le quede simpática, pero reconozco que la monserga de don Carlos me ha causado puro y genuino asco. Para evitar la úlcera, pensé en hacer un comentario de texto a la última columna de Pérez-Reverte, que ha llegado a la milonga de "la trampa de la diversidad" un quinquenio después. Por lo visto, la izquierda se ha olvidado de los obreros y solo está a la chorrada woke. El tío ha tenido el cuajo de escribirlo la semana en que el Gobierno ha vuelto a subir el salario mínimo interprofesional. ¡Rediós, Arturo! Tiéntese las ropas, ¡botarate!

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