La vacante de Dios Víctor Guillot

Estoy convencida de que la persona del Partido Popular que diseñó el vídeo de La isla de las corrupciones en su cabeza pensó que era una buena idea. Aprovechaba el tirón en redes sociales del reality show, uno de los fenómenos de la temporada, y dejaba en evidencia a Pedro Sánchez y a otros políticos del PSOE a raíz del caso Koldo y del fiscal general.
Generado con inteligencia artificial, podría haber sido un chiste o una de las transiciones de Todo es mentira, El Intermedio o Polònia. Tres programas que sacan punta a la actualidad y que son expertos en hacer humor político con juegos palabras, sarcasmo y enfoques bien elegidos. Pero, ¿debemos normalizar la difusión de este tipo de vídeos paródicos con IA desde las cuentas oficiales de los partidos?
En este caso, les ha salido mal lo de intentar ser guionistas. Y se han visto obligados a borrar el vídeo tras el enfado de República Dominicana. “El Gobierno expresa su contundente rechazo a este ataque”, decían en un comunicado. Porque supone “la instrumentalización de nuestra imagen para asuntos internos de la política española”. Por su parte, Sánchez pidió disculpas en nombre de España.
Los equipos de digital intentan subirse, como pueden, al carro de los memes y utilizar el humor como arma política en redes sociales. El problema es que a ellos no les ampara el “contexto de la comedia”, como explicaba Héctor de Miguel, director de Horaveintipico, ante el juez a raíz de su imputación por el chiste sobre el Valle de los Caídos. Tampoco, la libertad creativa. Los cómicos son artistas y los partidos, instituciones.
Me cuesta aceptar que desde las cuentas oficiales de un partido se utilicen los ‘deepfakes’ y se difundan vídeos en tono parodia
No se rigen por los mismos códigos ni están sujetos a las mismas exigencias de responsabilidad. Como ha ocurrido en este caso o como sucedió con la supuesta broma de Óscar Puente sobre las drogas y Javier Milei. Por eso, cuando me llegan los tuits de las Nuevas Generaciones del PP sobre Errejón y Monedero o su nuevo montaje sobre el 8M, pienso que un partido de Estado como el PP no debería imitar el lenguaje de Vox y sus satélites ni creerse los guionistas más mordaces del país.
Me cuesta aceptar que desde las cuentas oficiales de un partido se ridiculice al adversario con temas como el acoso sexual, se utilicen los deepfakes como herramienta política y se difundan vídeos en tono parodia. Porque el hecho de que Trump publique un reel imaginando cómo sería Gaza como destino vacacional no es humor, es política. Igual que cuando el PP saca su versión de La isla de las tentaciones. Ojalá dejen la comedia a los que saben. Porque en la vida, no hay nada más triste que intentar ser gracioso y que nadie se ría.
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