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Muros sin Fronteras

No olvidemos la libertad

Pasó París; quedan la emoción y una conciencia ciudadana reforzada: la sensación de pertenencia a una sociedad civil que no se va a rendir. Las armas están en alto: millones de lápices que no dejarán de dibujar pase lo que pase, caiga quien caiga. El emocionante número de Charlie Hebdo de esta semana es la prueba, como lo son las 500 viñetas de esta espléndida recopilación.

Todos somos #JeSuisCharlie, pero hay más Charlies que no salen en la foto, más censuras y desafíos.

No tenemos mucho más aparte de los lápices y la voluntad de no ceder. Fiarse de los llamados líderes mundiales que desfilaron en falsa comandita ante las cámaras de televisión sería un despropósito. Ellos parecen traer más problemas que soluciones. Decirlo así puede parecer demagógico, pero hay hechos y decires que lo corroboran. Muchos anuncian "medidas excepcionales, que no de excepción", según el primer ministro de Francia, Manuel Valls. Pese a que se declara socialista pertenece a un sector que antepone la seguridad a la libertad, un campo que siempre había sido de la derecha. Es un virus rigorista que afecta a casi todos los ministros de Interior.

Nicolás Sarzoky, el ex presidente con más causas judiciales pendientes y que emplea los mismos argumentos que Berlusconi para defenderse, se presenta como un adalid de las dos cosas. Es un equilibrista capaz de decir eso y lo contrario con tal de ganar un voto. Sarko, por abreviar, sostiene que esto no tiene nada que ver con la inmigración pero propone medidas contra una inmigración "que no sabemos integrar".

Lo de Sarkozy no es Charlie, ni libertad de expresión, ni islamofobia, lo suyo es él y el poder; sabe que hundido el Partido Socialista de François Hollande y Valls, que ha cumplido menos promesas que Mariano Rajoy, su rival en las urnas es Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional, un partido de extrema derecha, que ya anda exigiendo el fin de Schengen, la pena de muerte y que los recortes no afecten a la policía.

Si fuera demócrata pediría más dinero para Educación y creación de empleo, las mejores herramientas para arrebatar a los predicadores radicales el discurso de la esperanza, dejarles sin terreno para plantar el odio.

La estupidez no es patrimonio de la política ni de Europa ni del islam. Dos ejemplos del nivel. Atentos a la teoría de este 'telepredicador' de radio. Él sabe quién ordenó el ataque a la revista satírica y no tiene problemas en compartirlo.

El segundo vídeo, un popurrí de sandeces de la Fox News, la cadena de Rupert Murdoch, que en EEUU representa la extrema derecha, su faro espiritual:

Otros exponentes de la radicalidad del discurso ‘blanco’, por decirlo de un modo suave, son el británico Nigel Farange y Steve Emerson, un invitado en Fox News (perdón por la insistencia) a quien deberían inhabilitar con carácter retroactivo por estúpido y mentiroso. Entre otras lindezas dijo que Birmingham era una ciudad musulmana.

Se habla de cerrar las fronteras cuando los atacantes de Charlie Hebdo eran franceses Charlie Hebdo, no llegaron a Europa en ninguna patera ni escalaron ninguna valla.

Otros asunto es mejorar la coordinación, europeizar las medidas antiterroristas, mejorar el control de sospechosos, que falló estrepitosamente con los hermanos Kouachi. Francia ha creado una comisión parlamentaria para descubrir los errores y proponer soluciones. Una de ellas es implicar a la mayoría de los musulmanes en la lucha contra la violencia yihadista, que también representa una amenaza para ellos.

Un ejemplo de este tipo de comisiones es la del 11-S en EEUU, que descubrió, por ejemplo, que en las fechas anteriores a los atentados, el FBI apenas contaba con agentes que supieran árabe. El caso de España en el 11-M fue similar, tan concentrados en ETA, apenas nada se sabía del terrorismo islamista.

Escuchamos a ministros como el español de Justicia esgrimir la experiencia de la lucha contra ETA como una prueba de que estamos preparados. Es preocupante que no sepan a qué nos enfrentamos, se trata de un tipo de violencia que nada tiene que ver ni en forma, métodos y estrategias con lo conocido. Si no acertamos en el diagnóstico ni en las medidas vamos mal.

El verdadero peligro son los predicadores radicales, que también tienen pasaportes de países europeos. También es un peligro nuestra ignorancia. En este vídeo, un presentador radical de Fox News (lo siento) entrevista al clérigo radical a quien acabo de hacer referencia en el link anterior.

Tenemos el precedente de EEUU, que aprobó la Patriot Act: la violación de las leyes internacionales con la creación de la figura de "combatiente enemigo", para negarles derechos recogidos en las Convenciones de Ginebra. Esa deriva generó las cárceles secretas, Guantánamo, Abu Ghraib, las torturas sistemáticas, como recoge el informe recientemente publicado parcialmente, además de perder, o no ganar, las guerras de Irak y Afganistán. En las guerras contra el yihadismo no hay victorias ni derrotas, como decía el corresponsal de El País en Washington, Marc Bassets, ni finales del conflicto. Tampoco aquí sirven las experiencias pasadas.

EEUU cometió errores (la Patriot Act facilitó las escuchas, y ya sabemos por Edward Snowden para qué se usan) que no han ayudado a reducir el riesgo, ni a derrotar a Al Qaeda. En ese mismo clima del todo vale se derrocó a Muammar el Gadafi en Libia, cambiando un dictador hijo de puta por una pléyade de grupos yihadistas compuestos por un buen número de hijos de puta. La guerra de Siria es otro desastre del que vienen muchos de estos lodos.

¿Por qué la UE está tan empeñada en seguir la misma senda cuando está claro que no ha funcionado? Quizá porque resulte más difícil comprender una realidad que se desconoce, reconocer limitaciones.

La libertad en el mundo retrocede por noveno año consecutivo

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Aunque los medios de comunicación somos bastante competitivos y no solemos darnos ni agua, quería hacer una excepción con este texto titulado “Respetando a los caníbales: Europa es cómplice del fundamentalismo islámico” firmado por Ilya U. Topper y publicado en El Confidencial. También es esencial seguir la cobertura de MediaPart –gran parte disponible en infoLibre– y de Libération en el caso de Charlie Hebdo y el terrorismo yihadista. 

El objetivo no debería ser ganar las elecciones; el objetivo es no perder una guerra contra los extremistas en la que están en juego los valores, los principios de la democracia. Para mejorar nuestra capacidad de lucha hay que mejorar la democracia, no reducirla más.

El riesgo es múltiple y preocupante; no es solo el yihadismo, es también el ministro Mordaza, el discurso de Le Pen y desde hace unos meses el movimiento Pegida (Patriotische Europäer gegen die Islamisierung des Abendlandes; Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) que comenzó en Alemania y empieza a extenderse por Europa. La última vez que se miró a otro lado, el desastre fue mayúsculo. Este mes se cumplen 70 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Allí toda la memoria que necesitamos para caer en los mismo errores. En vez de mirar a otro lado habría que leer historia. La necedad es siempre contagiosa. La necedad mata en París, Madrid, Nueva York, Mogadiscio, Peshawar, Kabul, Aleppo o Gaza.

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