¿Por qué molesta al machismo que bajen las cifras de la violencia de género? Miguel Lorente Acosta
NOCHEVIEJA DESDE LA REDACCIÓN
La España cañón
Adiós a 2024. En estas últimas horas del año miro a mi alrededor. Pienso en este país. Y me rebelo ante la imagen ceniza de nación en declive y en el eterno precipicio que nos quieren meter en la cabeza. No, no, por un día no voy a hablar de política. Hoy toca reivindicar con fuerza esa España estimulante que nos rodea. Ese bullebulle intelectual y cultural que nos hace crecer y reflexionar cada día. Celebrémoslo. Vivitos y coleando.
Me pongo a toda pastilla Alcalá Norte. Mucha fiebre vintage, ¡pero qué buena música se está haciendo en la España actual! Este año suena a La vida cañón, a barrio, a periferia vanguardista. A letras que nos resumen a todos: "Quiero un pisito en la calle Elfo..." Quedan tantos rincones por contar… Como ese Benidorm de quejíos que ha traído Antón Álvarez en La guitarra flamenca de Yerai Cortés. Con ese final de Los almendros con todo el sentimiento de La Tania.
Por esos fotogramas se desliza unos minutos Israel Fernández, que merece siempre su nombre en doble negrita. La vida va de arrancarse como ha hecho durante estos meses María José Llergo. De Pozoblanco al mundo. Qué bien ha sonado para todo el planeta en su Tiny Desk en la NPR americana. Rollito del sur como el que han derrochado en su no parar La Plazuela por todo el país. Que a nosotros no nos tienen que enseñar a hacer una buena boiler room en la Industrial Copera.
Hoy toca reivindicar con fuerza esa España estimulante que nos rodea. Ese bullebulle intelectual y cultural que nos hace crecer y reflexionar cada día. Celebrémoslo. Vivitos y coleando.
Haciendo historia. Porque estamos haciendo mucha historia estos días a pesar de los agoreros del caos. Ahí está Karla Sofía Gascón, que a estas alturas del año ya ha acumulado por Emilia Pérez el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes y el de la mejor interpretación femenina en los Premios Europeos del Cine, amén de una nominación a los Globos de Oro. Con un discurso que es una oda a la igualdad, pese a quien le pese: “A ver si cambiáis, cabrones”. Vibra de Alcobendas.
La verdadera Marca España la sigue llevando Pedro Almodóvar, que ha situado al cine patrio otra vez en lo más alto con su León de Oro por La habitación de al lado. Pura delicadeza, puro deleite visual, pura dignidad a la hora de morir. Y es que tenemos que pensar cómo acabar los últimos días de nuestra vida de la manera más decente ante el dolor extremo. Que no falte nunca a su lado el nombre de Alberto Iglesias, un discreto mito nacional.
El deleite (o éxtasis directamente) se alcanzó en enero con el concierto de Navidad de La Mesías que organizaron Javier Calvo y Javier Ambrossi en el Teatro Calderón. Creación absoluta con Hidrogenesse, las Stella Maris, Amaia, Amaral y Asier Extxeandia. Dominados siempre por Carmen Machi. Que, por cierto, ha encadenado con la necesaria Celeste, de Diego San José. Pues señoras y señores: se puede hacer una muy buena serie sobre una anodina inspectora de Hacienda persiguiendo delitos fiscales. Heroínas alejadas de focos que salvan cada día la sanidad y la educación pública.
La tele española arde. Y muy, muy bien. Alauda Ruiz de Azúa ha hecho que me revuelva en el sofá con Querer. Tan bien escrita, tan bien dirigida, tan bien interpretada. Más nombres que zarandearon el cerebro de este 2024: Rodrigo Sorogoyen con la intimista y generacional Los años nuevos y Javier Giner con la convulsa Yo, adicto. Como el ejercicio de recuperación de la figura de Cristóbal Balenciaga, donde Alberto San Juan vuelve a demostrar que se puede echar el alma de cualquier persona a sus hombros de manera impecable. La España de hoy lleva detrás la España de ayer, y siempre está atento a hacernos reflexionar en la pantalla grande Eduard Fernández para que no se olvide esa orgullosa Cataluña charnega en El 47. Ladrillo a ladrillo, lágrima a lágrima. Con canción incluida de Valeria Castro (ya dije que sonaba muy bien este año).
Estos doce meses hemos pensado mucho. Y, en buena parte, gracias a Remedios Zafra y su contundente El informe. Trabajo intelectual y tristeza burocrática. Lecturas de esta España tan potentes como ambiciosas de la mano de dos escritores que ya son presente en mayúscula: Los escorpiones, de Sara Barquinero, y La península de las casas vacías, de David Uclés. Que no paren los nombres de materia gris: Agustín Fernández Mallo (Madre de corazón atómico), Sabina Urraca (El celo), Esther García Llovet (Los guapos), Clara Ramas (El tiempo perdido), Raquel Peláez (Quiero y no puedo). Ese país que sigue engullendo nuevas ediciones de dos autoras maravillosas, a las que hay que leer y, sobre todo, escuchar cuando hablan: Alana S. Portero y Ángeles Caballero. ¡Y qué bien hace al intelecto tener de nuevo un libro entre las manos de Maruja Torres! Encima hablando de las ganas de vivir. Reina y madre.
El debate lo ha puesto encima de la mesa también Albert Serra con sus Tardes de soledad, que arrasó con la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Para unos es una película antitaurina, para otros es un homenaje a la tauromaquia. Pone la cámara a la altura del animal y deja que cada uno digiera lo que está viendo. En otro extremo (y sin tener que ser opuesto) está el ejercicio de sensibilidad de Álex Montoya en La casa, que lleva tatuada lo que es una familia española. Póngales ya el nombre de David Verdaguer a las plazas de todos los pueblos. Juegos del destino de este año, Paco Roca ha traído una nueva obra (El abismo del olvido), junto a Rodrigo Terrasa, que también nos recuerda lo que fuimos y muchos no quieren ver. Ese país que está todavía en las cunetas: “La democracia se cimentó sobre el olvido”. La memoria que nos vuelve a dejar en shock con 1936, de Andrés Lima, con Blanca Portillo y Alba Flores por bandera.
Las sombras también a veces son cálidas y nos llevan a este mar de ideas. Ahí están detrás Alice Incontrada y Jan Martí que en 2009 decidieron abrir una editorial independiente en Barcelona. Su olfato en 2024 les ha llevado a que centenares de miles de españoles se hayan sobresaltado en sus salones a través de la saga de Blackwater. Con otro descubrimiento: las obras de arte de las portadas de Pedro Oyarbide. Ha hecho que tocar las tapas de los libros sea un placer físico y mental. Como buscan siempre despertarnos del pensamiento plano Emilio Pérez Manzuco y Mónica Grandes desde la editorial Bauplan. Y colándose todos los días con suculentas propuestas en nuestra televisión Jaume Ripoll desde Filmin.
Cuando haces pop, ya no hay stop (hasta en ilustración). Y nadie en España ahora como Cristóbal Tabares. Con permiso de Javier Jaén. Espíritus inquietos como los de La Veronal y Marcos Morau, que un día están en Málaga y otro en Milán o en Friburgo. O ese loop a la España de principios de siglo que ha llegado con Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez con la magnífica Segundo premio. Larga vida a Diego Ibáñez, Cristalino y Stéphanie Magnin. Y por supuesto a Los Planetas, que siguen de festival en festival llevándonos de viaje por el sol. Así podríamos seguir desde que arranque y termine 2025. Y la vida como es círculo acabemos con más música: Carolina Durante, Ángeles Toledano y Shego.
Me pongo para despedir el año Un tragaluz, de Viva Belgrado. Cosecha de 2024. Frente a los que vaticinan el apocalipsis del país, yo veo a mi alrededor una nación viva, que piensa, que reflexiona, que estimula y que mira hacia adelante. Los nombres son incontables. Feliz año a todos los lectores y lectoras. ¡Y viva la España cañón!
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