Cinco razones por las que Mazón debe dimitir Daniel Bernabé
IDEAS PROPIAS
Política, errores y 'el que avisa no es Mazón'
Con miles de personas clamando en la calle contra la gestión de la dana que ha hecho el gobierno de la Generalitat, el PP valenciano publicó en sus redes sociales que la manifestación era una marcha politizada de un grupo de catalanistas que sólo buscaba montar lío y colapsar la ciudad de València. Como si a la convocatoria, histórica por el número de asistentes, sólo hubiesen ido a pasar el rato unos cuantos independentistas catalanes. La realidad es que el sábado por la tarde 130.000 personas, según la Delegación del Gobierno, gritaron indignadas pidiendo la dimisión de Carlos Mazón por cómo ha actuado ante una crisis que le ha costado la vida a al menos 214 personas en la provincia de Valencia y que ha dejado sin prácticamente nada a otras miles. Por cierto que, en el manifiesto que leyeron los convocantes, también hubo críticas al Gobierno de Sánchez, recriminando que no hubiera presionado de manera contundente e inmediata al Govern valenciano ante su inacción para intervenir con todos los efectivos disponibles.
No es la primera vez que desde el PP intentan desprestigiar y vaciar de contenido el significado de la palabra política, asociándola a la izquierda para crear desafección. Ya lo hizo Isabel Díaz Ayuso con las manifestaciones masivas en contra del desmantelamiento y privatización de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid que tuvieron lugar hace ahora dos años. Política es gestionar, poner a disposición del pueblo todos los servicios públicos, hacer funcionar el engranaje del Estado para atender las demandas de la ciudadanía. También es política negar el cambio climático, desprestigiar a la ciencia o edificar de manera salvaje en zonas inundables. Así que, sí. Claro que es política. Lo absurdo sería decir lo contrario.
Casi a la misma hora que se producía la manifestación de protesta en València —que acabó con la fachada de la Generalitat llena de barro, peticiones de justicia y carteles de ‘Mazón dimisión’ o 'Mazón a prisión'—, una marcha neonazi recorría las calles del centro de Madrid. ¿Preocupados por las consecuencias de la dana y la responsabilidad de los gestores? Si lo estaban, lo disimularon bien. Los asistentes entonaron cánticos fascistas e hicieron saludos nazis. También llamaron hijo de puta al presidente del Gobierno. Un insulto que, no olvidemos, popularizó tanto la presidenta de la Comunidad de Madrid que hubo quien se hizo hasta camisetas con ese eslogan. Por cierto, uno de esos agitadores ultras que ha alentado las protestas en Ferraz o que ha difundido bulos en la dana como el de los cientos de cadáveres en el parking de Bonaire, fue expulsado de la marcha valenciana al grito de ¡fuera fascistas de nuestras calles! Un buen ejemplo de eso a lo que llamamos justicia poética.
Mazón ha reconocido este lunes “errores”, pero está atrincherado en el cargo, anuncia una comparecencia para el jueves y dice que se siente respaldado por su partido. Desde Génova repiten en público que no es momento de hablar de dimisiones y que ya habrá tiempo de analizar la situación. No van a dejar que caiga ahora porque sería como darle una palmada en la espalda a Sánchez. Así que están más preocupados en echar balones fuera y apuntan a Teresa Ribera, cuya gestión quieren equiparar con la del barón popular. No es cierto, la actuación de la Ministra de Transición Ecológica fue correcta. Tanto la AEMET como la Confederación Hidrográfica del Júcar alertaron de lo que ocurría con tiempo de antelación. Era competencia del gobierno valenciano tomar las riendas de la situación. No lo hicieron, y eso es una negligencia.
'El que avisa no es Mazón', decía una pancarta el pasado sábado en València. Y no, ni alertó entonces a tiempo, ni es capaz de asumir sus responsabilidades ahora
¿Cómo no va a haber prendido la mecha de la indignación en valencianos y valencianas sabiendo lo que saben ahora? No sólo es que no se tomara los avisos en serio, es que su president estuvo horas incomunicado mientras comía con una periodista a la que, según han contado algunos medios, le estaba ofreciendo la dirección de A Punt. Lo escandaloso no es con quién estuvo ni hay que poner el foco en ella (algo que sucedió en cuanto saltó la noticia y que demuestra, una vez más, lo cuestionadas que están las mujeres), lo terrible es que Mazón despachase la elección de un cargo público saltándose la legislación —que obliga a pasar por el Consejo de Administración— y mientras la crecida de los ríos ya se estaba tragando, literalmente, municipios enteros.
La tragedia y el dolor por las víctimas nos han dejado sin palabras más de una vez en estos quince días. Sin embargo, una de las pancartas que los asistentes llevaron a la manifestación del sábado a València fue capaz de describir a la perfección y sintetizar, con sólo unas cuantas letras, lo que ocurrió el pasado 29 de octubre. 'El que avisa no es Mazón', decía. Y no, ni alertó entonces a tiempo, ni es capaz de asumir sus responsabilidades ahora.
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