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TELEPOLÍTICA

Feijóo ni interrumpió, ni mintió, ni insultó

La izquierda mediática hemos sido injustos con el papel de Alberto Núñez Feijóo en el debate electoral de anoche en TVE. Es cierto que su estrategia es posible plantear que fuera equivocada. Eludimos, sin embargo, hacerle tres reconocimientos indiscutibles que deberían pasar a la historia de la política democrática. Tres meritorias decisiones que asumió en contra del comportamiento habitual de muchos políticos e incluso de él mismo en otras oportunidades.  

Anoche, Feijóo merece ser felicitado por su comportamiento intachable en todo el debate. Respetó todos los turnos de palabra de sus competidores políticos. No interrumpió ni una sola vez a nadie. Puede verse cuantas veces se quiera la grabación y no encontrará nadie una sola interferencia por su parte. En tiempos de deterioro del debate político y de tertulias basura en la que no hay respeto a ningún orador, hay que agradecer al líder del Partido Popular su elegante comportamiento que, sin lugar a duda, cabe calificar de modélico. Con seguridad, esta actitud deja claro su arrepentimiento por su impropio e indigno comportamiento del anterior debate cara a cara con Pedro Sánchez. Esta rectificación le ennoblece. 

Ni falsedades, ni bulos 

No menos meritoria es la admirable decisión que tomó de, por vez primera en mucho tiempo de apariciones públicas, no recurrir a la mentira para defender sus argumentos. En toda la noche, nadie pudo escuchar ni una sola mentira o manipulación de la información que aportó. Es cierto que no utilizó muchos datos en su discurso, pero no se pudo escuchar una sola falta a la verdad. En unos momentos en los que la imagen pública de Feijóo como un mentiroso frío y compulsivo se estaba instalando en la opinión pública española, cabe afirmar con rotundidad que nadie puede acusar al candidato a presidir el Gobierno de España de haber utilizado un solo dato que pueda ser rebatido por ningún servicio de fact check

En tercer lugar, Alberto Núñez Feijóo puede afirmar con orgullo que, de forma sorprendente para lo que es su comportamiento habitual, eludió el recurso al insulto o a la ofensa personal. Ni siquiera se pudo escuchar un sarcasmo malintencionado o un intento de ridiculización del resto de candidatos. Creo que quienes hemos criticado habitualmente su falta de elegancia política a la hora de confrontar con sus oponentes, tenemos esta vez que tragarnos nuestro prejuicio y hacer el reconocimiento público de su nula utilización de la descalificación contra nadie. Todo un ejemplo para seguir. 

Aspectos negativos 

Para no caer en una crónica partidista y subjetiva, podemos plantear por el contrario algunas críticas a la participación del aspirante a presidir el gobierno de España. Se le puede achacar su falta de reflejos para responder a las numerosas acusaciones directas que recibió. Cabe suponer que decidió no darse por aludido en algunos momentos, pero sin duda se echó de menos que diera respuestas a algunos interrogantes que plantearon Sánchez, Díaz Y Abascal. 

Como era de esperar, Pedro Sánchez le recriminó directamente la mentira que Feijóo vertió en el debate de Atresmedia respecto a la negativa del PP a apoyar la subida de las pensiones con arreglo al IPC. El pasado lunes, con Silvia Intxaurrondo, volvió a insistir en su clamorosa falsedad. Sorprendentemente, anoche tampoco dijo absolutamente nada para defender su postura, por otra parte, absolutamente indefendible. 

Alusiones directas 

Especialmente grave fue el que no se encarara con Yolanda Díaz cuando la líder de Sumar preguntó a Santiago Abascal por su opinión respecto a las relaciones de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado. Abascal buscó eludir la respuesta, pero lo lógico hubiera sido que Feijóo hubiera intervenido si pretende, de alguna forma, limpiar mínimamente su discutida reputación. 

De forma sorprendente, tampoco quiso polemizar con el propio Abascal cuando le acusó de haber mentido en el debate de Atresmedia al afirmar que Vox había formado parte del Pacto de Estado contra la Violencia Machista. El líder ultraderechista dejó clara su posición contraria al Pacto y afirmó que Feijóo había faltado a la verdad al decir lo contrario. 

Pedro Sánchez le espetó a Abascal que el líder del PP no quería aparecer a su lado porque se avergonzaba de que les vieran juntos. Esta visión del líder socialista no pareció sorprender al candidato de Vox que prefirió no replicar a semejante declaración. Más sorprendente aún resultó el incómodo silencio de nuevo de Núñez Feijóo. Cuesta entender esta reacción. A la vez, resulta muy llamativa la sangre fría que mostró al comportarse como si no hubiera estado presente en el debate. 

Cruz y cara 

El encuentro de anoche, en resumen, fue sin duda muy dañino para quien pretende mostrarse como alguien capacitado para dirigir este país. Su evidente cobardía no parece compatible con el desempeño de esta trascendente actividad profesional. Además, dejar sin respuesta graves acusaciones que dañan de forma significativa su dignidad política solo contribuye a una pérdida de su prestigio. Se habló de sus mentiras, de su falta de coherencia política y se puso en duda su honorabilidad debido a su reconocida amistad con un narcotraficante. 

Alberto Núñez Feijóo fue el centro de buena parte del debate de anoche. Tuvo una enorme presencia en el plató de Prado del Rey. Se habló en numerosas ocasiones de él. Lo que no se escucharon con claridad fueron sus defensas frente a los numerosos ataques que recibió. Quizá, resulte ventajista criticar sus silencios, pero nadie podrá negar sus históricas aportaciones: ni interrumpió, ni mintió, ni insultó.

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