Plaza Pública
Era virgen
¿Era virgen, María? La pregunta sólo sería cómica si no fuera también importante. En realidad, según las traducciones del griego –a partir del arameo que hablaban los hebreos– habría sido virgen o novia, o casadera joven, o dama de honor… Fuera lo que fuere, tuvo al menos un hijo, después de lo cual ya casi no se hablará de ella, lo que agregará mucho a su aura en los siglos siguientes. En todo caso, con una virgen como modelo, las católicas no tenían de entrada todas las cartas consigo. ¡Virgen y, no obstante, madre!
De prostitutas sagradas cuya existencia se conoce desde principios de la época histórica (3º milenio antes de JC) a vírgenes consagradas, las mujeres nunca tuvieron mucho que decir sobre su suerte. Objetos de placer –sagrado o no– o emblema de la castidad cristiana más tarde, les quedará una función propia nunca puesta en duda, la de la maternidad, de la producción de lo viviente, sin la cual no estaríamos aquí ahora.
Como la historia nunca es totalmente lineal ni muy clara en cuanto al progreso humano, se pueden ver todavía hoy matrimonios forzados de un día o más con algún combatiente del Islam, matrimonios de niñas con ancianos, adúlteras azotadas, la excisión de las niñas o la poligamia “tan emblemática de la moral sexual de los hombres musulmanes”, afirma Wassila Tamzali, abogada, escritora y militante feminista argelina, responsable del programa de la UNESCO para la promoción de las mujeres del Mediterráneo, y que recuerda que sólo Túnez prohibió la poligamia.
Todas las religiones tienen textos fundacionales, desde la Torah al Mahabharata, pasando por el Evangelio y otros, pero ninguno, jamás, ha sido escrito por mujeres. Excluidas de los textos fundacionales y de sus exégesis –de la Biblia, del Corán o del Evangelio–, se pueden no obstante encontrar por ahí algunas heroínas: Esther, Marie, Fátima…
En cuanto al velo presente en casi todas las religiones desde las más antiguas, siempre ha sido un signo de la inferioridad manifiesta de la mujer frente al hombre. Si la primera mención del velo es muy anterior a las religiones del Dios único, ya que se puede encontrar en tabletas asirias de 1115 antes de JC, es claramente en relación con dios que este símbolo de sujeción ha sido impuesto a las mujeres: “Si la mujer no lleva el velo, ¡que se haga esquilar!” (Pablo, Epístola a los Corintios). La mujer es un bien, una propiedad, generalmente impura, que hay que esconder.
Y también, llegada la ocasión, encerrar. En la religión católica y por múltiples razones o motivos familiares o socio-políticos, las mujeres han sido casi masivamente obligadas a entrar en conventos. Por otra parte su utilización intensiva como enfermeras, maestras, mano de obra gratis en los hospitales y escuelas, se podría tomar en consideración y evaluar su contribución al progreso económico en general y al capitalismo del siglo XIX en particular.
“Hasta que las religiones tengan el valor de hacer una verdadera limpieza de sus textos y extirpar las consideraciones, prescripciones, o licencias contrarias a la igualdad hombre/mujer, la laicidad será la única verdadera política de promoción del derecho de las mujeres en contra de los residuos de un pasado que pensábamos obsoleto”, escribe Annie Sugier (Presidente de la Liga del Derecho internacional de las mujeres). Es en la sociedad civil donde las iglesias intervienen todavía con todo su peso sobre la libertad de las mujeres y la libre conciencia de las personas. Laica, no laica, o más o menos laica, la religión está siempre presente para controlar las costumbres o hábitos seculares de las sociedades actuales.
Preguntarse si las religiones han sido o sólo son un instrumento al servicio de poderes interesados en perpetuar la desigualdad hombre/mujer es como preguntarse qué viene primero, el huevo o la gallina.
Dinero y ética
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En realidad las religiones, en particular la religión católica, concuerdan en que la mujer está despojada de sus derechos. Sobre su cuerpo, mediante el control de su fertilidad o la pura prohibición del aborto. Sobre su tiempo y su libertad de movimiento con una presión constante a favor de un mayor anclaje familial, de la mano de una ausencia notable de visibilidad y con el no reconocimiento de la rentabilidad de su trabajo en el seno de la familia. A pesar de los progresos realizados en las últimas décadas, la tendencia actual es hoy el estancamiento, incluso la regresión, como en el caso de Europa con Polonia, España, Malta, Rusia, Hungría, sin hablar de los países musulmanes más integristas, los del Golfo, de África. Todo en el nombre de Dios.
Las religiones son instrumentos de poder. Pretenden retransmitir la palabra de dios pero son de hecho ideologías políticas. “Tenemos que separar religión y política.” escribe la feminista, psiquiatra, escritora y activista egipcia Nawal El Saadawi.
No, las religiones no son lo que tendrían que ser, una sencilla cuestión de conciencia individual y de práctica privada. Intervienen activamente en la vida política, suministrando la esencia de la mayoría de los debates sobre la homosexualidad y los derechos de la mujer y su libertad, y alimentando el machismo más retrógrado, aún tan evidente en todas las clases sociales.