Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
¿Morir en la orilla?
Pues ya ha sucedido. La voluntad popular salida de las urnas ha ido sorteando un obstáculo tras otro, incluido un veto en el Senado, hasta la aprobación de la ley de amnistía. Pese al sentido inevitable derivado de la culminación de un proceso que ha sido verdaderamente tortuoso, realmente los auténticos problemas para el Gobierno y la mayoría parlamentaria que lo sustenta empiezan ahora. Tras desbloquear el inicio del periodo legislativo y obtener lo que puede entenderse como ratificación de las medidas de pacificación para Cataluña en las elecciones de la propia comunidad autónoma, comienza (o sigue) un camino que no deja de ser complicado.
Por un lado, va a operar activamente la aplicación de la propia norma, que pese a salir dotada de todas las medidas garantistas posibles a juicio de los legisladores, ahora ha de pasar por el tamiz de los juzgados y tribunales, unos que en muchas ocasiones, o en algunas significativas, se han manifestado con claridad en contra de la propia ley. No sabemos cuáles de las opciones que se les ofrecen, bien en forma de recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, o bien de cuestión prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, van a adoptar. En mi opinión, cientos de personas anónimas en otros tantos juzgados de Cataluña van a ver cómo su participación aquellos días se ve amnistiada. Profesores, policías, gestores, jóvenes, ancianos, ciudadanos no conocidos y muy preocupados recuperarán la tranquilidad de la que sin duda se han visto privados.
La cuestión se muestra distinta para los líderes destacados de aquellas fechas, singularmente Puigdemont, cuya propia persona representa para el conservadurismo patrio los mismísimos males de infierno. Es muy posible que sobre él y sus allegados se ciernan todo tipo de actuaciones dirigidas a impedir el pleno disfrute de sus derechos civiles y políticos que pretende la norma, y pueden conseguirlo con relativa facilidad. La capacidad de paralizar el proceso hasta las resoluciones de los recursos interpuestos deja en suspensión la eficacia de la ley y por tanto las consecuencias deseadas por la misma. Hoy mismo los fiscales de la sala del Tribunal Supremo que los condenaron se han expresado en esta dirección. Ya ven que la igualdad ante la ley no siempre es posible, y no siempre favorece a las personas significadas en lo público.
La celebración de las elecciones europeas el próximo día nueve de junio y la sobreactuación propagandística que acompaña a cualquier ciclo de este tipo puede resultar un estímulo importante para que los distintos actores interesados operen en una dirección u otra, y desde luego la constitución de la mesa del Parlament en Cataluña y la configuración de un gobierno tras los resultados de las urnas no van a resultar tampoco un elemento neutro en todo este proceso. Si la mayoría de legislatura sale reforzada de los comicios y los pactos consecuentes, la reacción puede ser aún más feroz en la medida en que la ratificación popular de las políticas termina con los elementos simbólicos que les resultaron claves en una oposición más bien vacía de propuestas reales.
Es vital para el bloque de gobernabilidad no darlo todo por hecho, sino empezar seriamente a gobernar. Naturalmente, la pluralidad de las fuerzas que lo componen y la diversidad de sus posiciones en los distintos aspectos exigirán un mayor esfuerzo de negociación, de reflexión, de generosidad para responder a la mayoría social
Por eso es vital para el bloque de gobernabilidad no darlo todo por hecho, sino empezar seriamente a gobernar. Naturalmente, la pluralidad de las fuerzas que lo componen y la diversidad de sus posiciones en los distintos aspectos exigirán un mayor esfuerzo de negociación, de reflexión, de generosidad para responder a la mayoría social. No habrá leyes de vivienda perfectas para ninguna fuerza, ni subida de salarios, prestaciones, financiación territorial o actuación feminista que satisfaga a todas, pero para quienes les votaron es imprescindible que cedan y que trabajen alejados del ruido y con paciencia. Que conformen un grupo de gestión de lo importante por común y por transformador.
Lo contrario sería haber llegado hasta aquí para morir en la orilla, para iniciar guerras intestinas mientras que los que fueron llamados a hacer hagan, porque lo harán. Qué curioso que fascio en italiano signifique “haz”, ¿no les parece?
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María José Landaburu Carracedo es Doctora en Derecho, experta en derecho laboral y autora del ensayo 'Derechos fundamentales, Estado social y trabajo autónomo'.
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