Trump, la cuna y la cama

Los hombres de “alta cuna” siempre recurren al argumento de la “baja cama” de las mujeres para criticarlas y cuestionarlas. El planteamiento es muy simple, todo lo que consiguen las mujeres se debe a su capacidad para engañar a aquellos hombres que pueden llevarlas de la mano más allá del techo de cristal. Da igual el país en el que nos encontremos, la idea siempre es la misma, ahora lo vemos con Kamala Harris en EE.UU., uno de los países más desarrollados y avanzados del planeta, pero tan machista como el resto.

Javier Salas, en su artículo en El País de 23-7-24, recoge algunos de los ataques sexistas que están lanzando sobre ella desde el entorno de Trump, a la que llaman “Harris la facilona”, “mamadas Harris”, “Kamalasutra”, “Cumala Harris”, “Putahontas, … insistiendo en que ascendió en su carrera usando la cama. El mismo Donald Trump lo ha insinuado al relacionar su triunfo con una relación con el entonces alcalde de San Francisco, Willie Brown. Y como suele ser habitual en su manual de ataques y críticas, no falta acusarla de que accedió a la nacionalidad estadounidense de manera ilegal, y que en verdad es una persona trans. Todo forma parte de algo más que los bulos y las mentiras de un sistema construido sobre la falacia y el descrédito de las posiciones alternativas, y se convierte en un ejemplo más de la estrategia que convierte al machismo en un instrumento de acción política.

En noviembre de 2016, justo después de que Donald Trump ganara las elecciones, escribí un artículo titulado “Trump, el hombre”, en el que destacaba dos cosas que el entonces presidente electo había desarrollado con éxito durante su campaña, tal y como demostraban los propios resultados. Una de ellas era lo que denominé “machismo exhibicionista”, es decir, hablar de manera explícita con todos los argumentos machistas que hasta entonces se pensaban, pero se reservaban para las conversaciones privadas y los corrillos. Era un machismo que presentaba a los hombres como víctimas de la igualdad y bajo la amenaza del feminismo. Y el otro era llevar todos esos argumentos al ejercicio de la política hasta el punto de convertir al machismo en un instrumento de acción política.

Ahora dan un paso más, puesto que el objetivo no es alertar a los hombres y movilizarlos, especialmente a los hombres blancos, sino atacar a las mujeres y a quien ahora las representa, Kamala Harris, por medio de todos los bulos e insultos que lanzan sobre la vicepresidenta. 

El objetivo no es alertar a los hombres y movilizarlos, especialmente a los hombres blancos, sino atacar a las mujeres y a quien ahora las representa, Kamala Harris, por medio de todos los bulos e insultos que lanzan sobre la vicepresidenta

Sin embargo, cuando Trump y los machistas utilizan este tipo de críticas sobre las mujeres y hablan de que sus éxitos pasan por la cama, también están diciendo cosas sobre los hombres. Quizás sin pretenderlo, Trump y los machistas demuestran con este tipo de ideas que para ellos existen dos tipos de hombres, uno que podríamos denominar “hombres conservantes”, y otro “hombres bulo”. Veámoslos.

1. Los “hombres conservantes”

Son hombres conservadores que defienden la tradición como elemento nuclear sobre el que organizar el presente. Son hombres que a través de sus actitudes y comportamientos proactivos actúan como verdaderos conservantes del machismo al mantener las referencias de la cultura androcéntrica, y al actuar contra todas aquellas personas, ideas o iniciativas que plantean una modificación transformadora. 

2. Los “hombres bulo”

El machismo de Trump, como el que ahora se ve en cualquier lugar, está construido con bulos de todo tipo, pero las mentiras sobre los acontecimientos no son suficientes, necesitan “culpables” que refuercen el mensaje y su modelo de sociedad y expliquen la deriva que se vive, y para ello han creado la idea de los “hombres bulo”. El razonamiento es muy sencillo. Si la esencia de la masculinidad androcéntrica es el “hombre de verdad” con toda su fortaleza, criterio, determinación, valor, autoridad… el “hombre bulo” es justo lo contrario, el hombre sin nada de eso, o sea el “no hombre”

Son hombres que van de hombres, pero que sólo utilizan su anatomía porque carecen de todos los elementos que definen la masculinidad. La carencia de estos elementos propios de la virilidad los convierte en personas manipulables e influenciables bajo cualquier circunstancia, especialmente por las mujeres. Al no disponer de los elementos nucleares de la hombría dados por la anti-feminidad que define la identidad masculina, y que se resumen en la afirmación de que “ser hombre es no ser mujer”, carecen del “sistema de seguridad” masculino y los lleva a caer con facilidad en las redes de la perversidad femenina. Estos “hombres bulo” son los que quedan atrapados en las trampas, y los que son utilizados por las mujeres para ascender desde su “baja cama” hasta las posiciones más altas propias de los hombres. Una vez allí se encuentran con “hombres de verdad” que las “ponen en su sitio” y para ello no dudan en usar la violencia, como cuando el propio Donald Trump presumía ante un grupo de conocidos diciendo que “si eres rico o famoso las mujeres se dejan agarrar por el coño”.

Al final la estrategia seguida es redonda, por un lado, se critica a las mujeres resaltando su incapacidad y su maldad; de manera que las “malas mujeres” son las que ocupan posiciones de poder y reconocimiento, mientras que las “buenas” son las que se quedan en casa ejerciendo de esposas y madres. El mensaje a la sociedad y al resto de mujeres es claro, si quieres ser una “buena mujer”, te debes quedar en casa. Y por otro, se cuestiona a aquellos hombres que no cumplan con los mandatos establecidos para la masculinidad: o se es “hombre de verdad” o “no se es hombre”, de manera que el mensaje también es nítido y directo.

Y aunque nos pueda parecer extraño, la estrategia funciona. Y funciona porque lo que lo hace funcionar no es el relato, sino el mito original que se reactualiza con las circunstancias del momento.

Lo peor que le puede pasar a Donald Trump y a sus machistas no es perder las elecciones, sino hacerlo ante una mujer racializada. Y si cuando perdió con Joe Biden el resultado fue el asalto al Capitolio, más vale que nos preparemos para lo que puede ocurrir.

Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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