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Así se cambia el mundo. Si somos capaces de algo así, somos capaces de todo

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Juan Ramón Amores

Este jueves tuve la inmensa fortuna de defender la postura a favor de la reforma del artículo 49 de la Constitución en el Senado por parte del grupo socialista. Algo que nunca hubiera imaginado y que, de hecho, si me lo hubieran dicho hace unos años hubiera pensado que me tomaban el pelo. 

Cuando el hombre pisó la luna, dijo: “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad”. Damos un gran paso en nuestra historia, pero un pequeño paso para una persona con discapacidad

Necesitamos seguir dando muchos más pasos, en el empleo, en el acceso a una vivienda, en el ocio, en la cultura, en el deporte, es decir, en todos los ámbitos de la vida, para conseguir realmente la igualdad de la que a todos nos gusta presumir. Una sociedad con las mismas obligaciones, pero también con los mismos derechos.

Por fin, la Constitución elimina un término totalmente ofensivo. Un cambio que va a hacer que este texto represente a más personas.  

Es el primer cambio en la carta magna de calado social y es justo reconocer la labor de la sociedad civil que no ha parado de reivindicarlo. Ver en la tribuna de invitados a gran parte de los colectivos que no han cesado de pedir esta modificación, encabezados por Miguel Carballeda, presidente de la ONCE, y Luis Cayo, presidente del CERMI, fue muy emocionante. Mis más sinceras felicitaciones.

Como dije, hace 8 años yo no era capaz de imaginar lo que era una discapacidad. Llegó a mi vida de repente, sin avisar. Yo también me creía invencible. En esa época no miraba la discapacidad de la misma manera que la veo hoy, y por eso emprendí la misión de hacer ver a la gente que se “cree normal” que en cualquier momento su vida o la de sus personas cercanas puede dar un giro de 180 grados. 

Con lo que ocurrió en el Senado, no sólo desterramos una palabra denigrante para las personas como yo, restauramos la dignidad de millones de personas. Nuestra Constitución nos nombra por lo que somos y no por el presunto menor valor que tenemos

Quise con mis palabras que otros entendieran que un accidente, una enfermedad o simplemente el paso de los años nos puede hacer perder las capacidades que tenemos. Por eso, el que hoy no tenga nada, que lo espere, porque algún día entenderá al fin que un pequeño obstáculo puede ser un muro infranqueable. Una escalera para acceder a una institución pública, un restaurante sin baño adaptado o un bordillo que nos impide avanzar por la acera con una silla de ruedas se convierten en pequeños desafíos cotidianos que implican renuncias mucho más dolorosas de lo que algunos creen. 

Un día le dijeron a mi hijo Iván que yo tenía voz de viejo y por eso es importante que la sociedad, la política, los medios de comunicación den voz a las personas mayores o con algún tipo de dificultad. Para que esas voces no suenen raras, ni a viejo, sino que sean algo normalizado, que escuchemos distintas formas de expresarse, porque lo importante es el mensaje y no la forma de decirlo. Porque las palabras importan. 

Se dice que lo que no se nombra no existe y desde estas páginas yo añado: lo que se nombra de forma indigna, es un ataque a la dignidad de la persona. 

La sociedad o es de todos o no será. 

Con lo que ocurrió en el Senado, no sólo desterramos una palabra denigrante para las personas como yo, restauramos la dignidad de millones de personas. Nuestra Constitución nos nombra por lo que somos y no por el presunto menor valor que tenemos. Y hoy quiero repetir, ni minusválidos, ni disminuidos, ni subnormales, ni retrasados, ni discapacitados. Su país, y la norma fundamental que lo rige, los ve como yo los veo: como personas. 

Así se cambia el mundo. Si somos capaces de algo así, somos capaces de todo

Quiero terminar este artículo con una cita que me acompaña desde hace 8 años, de Martin Luther King: “Si no puedes volar, entonces corre; si no puedes correr, entonces camina; si no puedes caminar, entonces arrástrate; pero sea lo que sea que hagas, sigue moviéndote hacia delante”.

España, sigamos avanzando. 

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Juan Ramón Amores es senador socialista por designación autonómica de Castilla-La Mancha y alcalde de La Roda.

Este jueves tuve la inmensa fortuna de defender la postura a favor de la reforma del artículo 49 de la Constitución en el Senado por parte del grupo socialista. Algo que nunca hubiera imaginado y que, de hecho, si me lo hubieran dicho hace unos años hubiera pensado que me tomaban el pelo. 

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