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Una demanda social, el cargador único universal

La presidenta de la Comisión Europea,  Ursula von der Leyen, durante un pleno del Parlamento Europeo

Adriana Maldonado López

¡Habemus propuesta! Tras doce años reclamando a la Comisión Europea que presentara una propuesta legislativa para tener un cargador común en toda Europa, lo hemos conseguido. La Comisión hizo pública esta propuesta de Directiva el pasado 23 de septiembre.

Desde 2009, el Ejecutivo comunitario ha intentado limitar la fragmentación que existía en el mercado de las distintas opciones de carga para teléfonos móviles y pequeños dispositivos electrónicos. Sin embargo, estas iniciativas dieron lugar a regímenes voluntarios que no son jurídicamente vinculantes. Mediante las presiones al sector durante todo este tiempo, hemos pasado de tener 30 tipos distintos de cargadores a tener 3 en la actualidad, el USB 2.0 micro B, el USB-C y el Lightning únicamente utilizado por Apple. Pero los esfuerzos realizados por la industria no han sido suficientes para acordar un único tipo de cargador, por ello esta propuesta cobra más importancia si cabe. Para llegar a tener un cargador común es necesaria una interoperabilidad plena en ambos extremos y, por tanto, muchas de las empresas que aún no han hecho los deberes, ahora tendrán que hacerlos en un plazo de tiempo más corto y lógicamente sin acotar la innovación.

En 2020, se vendieron aproximadamente 420 millones de teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos portátiles en la UE. Por término medio, los consumidores poseen unos tres cargadores de teléfonos móviles, de los cuales utilizan dos en su vida diaria. La situación resulta costosa para el medio ambiente y para los consumidores, que gastan aproximadamente 2.400 millones de euros al año en cargadores sueltos que no se venden junto con sus dispositivos electrónicos.

Se trata de una propuesta que responde a los objetivos marcados por la UE dentro del Pacto Verde Europeo y el Plan de Acción de Economía Circular, ya que la entrada en vigor de esta Directiva supondrá la reducción de 11.000 toneladas anuales de residuos electrónicos no utilizados en toda Europa, así como una disminución de las emisiones que se producen durante su fabricación.

El borrador del texto incluye el establecimiento del cargador USB tipo C, como cable universal para cargar pequeños dispositivos móviles, estos son: teléfonos, altavoces portátiles, tabletas, auriculares y cascos, cámaras digitales y videoconsolas portátiles. 

Si bien es cierto que la elección de este modelo de cargador ha traído consigo numerosas críticas por parte de alguna gran empresa líder en el mercado que ha venido desarrollando otra tecnología, han tenido tiempo más que suficiente para prevenir este cambio y desarrollar e investigar nuevos modelos.

Otro de los objetivos que pretende alcanzar es la reducción del precio de estos dispositivos electrónicos mediante la venta por separado del cargador, dado que no será ya necesario comprar el cargador junto con el aparato. Se prevé que esta medida ayude a los consumidores a ahorrar 250 millones de euros anuales en compras innecesarias, ya que quizás el dispositivo esté obsoleto o haya quedado inutilizado, pero seguiremos pudiendo utilizar el mismo cargador que teníamos.

En el informe de evaluación de impacto que publicó la Comisión en 2018 con el objetivo de averiguar la viabilidad de aplicar una solución común para cargar los teléfonos móviles se concluyó que el fomento o imposición de la venta por separado del cable y el dispositivo, beneficiaría a los consumidores y reduciría los residuos electrónicos.

No obstante, quedan varios retos que la Comisión Europea no ha abordado en su propuesta como por ejemplo la inclusión de la nueva tecnología de carga inalámbrica de estos dispositivos, un debate que sin duda será de gran importancia en el transcurso de las negociaciones en el Parlamento Europeo. Asimismo, también deberemos reflexionar si existe algún otro aparato electrónico que pueda caer en el ámbito de aplicación de esta nueva norma.

Esta Directiva debe contemplar su revisión de manera periódica para que no suponga un impedimento a la innovación del sector tecnológico. Se deben producir avances en los métodos de carga que saquen más rentabilidad a los dispositivos, sin que los consumidores vean cómo sus aparatos quedan en desuso.

Con este tipo de propuestas, Europa avanza hacia un mercado único digital armonizado en su totalidad. Se trata de propuestas que implican un gran cambio en positivo en la vida de los ciudadanos y las ciudadanas europeas. En asuntos como este, se muestra la construcción europea, en la que todos nos vemos más identificados y, poco a poco, se va forjando y va creciendo el sentimiento europeísta.

La ambición es grande y el reto también. La Comisión Europea prevé que sea una realidad en 2024. Ahora mismo, se trata de una primera propuesta que tiene que trabajarse a fondo en el Parlamento Europeo y en el Consejo, pero presumiblemente el cargador común será un gran hito como lo ha sido el roaming para la construcción europea.

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Adriana Maldonado López es eurodiputada socialista

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