Las santas, madres y reinas de la Navidad Cristina García Casado
¿El PP y Vox han roto de verdad? ¡Venga ya!
Pues eso. Que no paro de leer en todas partes que la derecha y la extrema derecha ya no son lo mismo. Hace unos días se cabreó Abascal y como es el que manda les dijo a sus legionarios que se acabó la historia de amor con Feijóo. Que si el líder del PP (siempre con el permiso de la jefa en Madrid) quiere recibir a unos cuantos niños y niñas migrantes que ya no caben en Canarias, pues que se los lleve a su casa. O digo yo que, si no fueran los dos de la misma masa madre, podría haber añadido el musculitos de camisa arremangada a lo Primo de Rivera: te los llevas al yate de tu amigo el narco y les organizáis excursiones por la Costa da Morte y los maravillosos paisajes que se ven desde el cabo Finisterre. ¡Ah y un pequeño detalle!: el PP, recuperando la idea de Vox de hace unos años, ha propuesto echar mano de la Armada para impedir la llegada de migrantes a nuestras costas. Como si se tratara del desembarco aliado en Normandía cuando la Segunda Guerra Mundial... ¡Señor, qué cruz!
Así que la derecha y la extrema derecha ya no son lo mismo. Campanas al vuelo, volteadas como tantas otras veces también desde la izquierda. Ya tenemos al PP que todos deseamos. Una derecha pura, separada del extremismo ultra. Lo que la democracia necesita. La vuelta al redil de la democracia de esa derecha que demasiadas veces se sumó al discurso franquista de sus antiguos camaradas. Y leo y releo y vuelvo a leer y a releer lo bonito que es que Vox y el PP hayan roto relaciones y me entran ganas de llamar a mi amigo Quico, el guerrillero berciano, y echarnos al monte. Aunque ya tiene Quico cerca de cien años, seguro que no me dejaba solo en esta aventura. ¿De verdad creen ustedes que Vox y el PP han dejado de ser lo mismo que eran antes de la supuesta ruptura?
Así que la derecha y la extrema derecha ya no son lo mismo. Campanas al vuelo, volteadas como tantas otras veces también desde la izquierda. Ya tenemos al PP que todos deseamos. Una derecha pura, separada del extremismo ultra. Lo que la democracia necesita
Quien ha tomado la iniciativa de romper no ha sido el PP sino Vox. Me río cuando leo y releo que Vox pasa a la “oposición” allá donde tiene representación institucional. Me meo de la risa. ¿En cuántos asuntos de envergadura en que el PP necesite a Vox para cuadrar sus números se negarán los de Abascal a prestar ayuda a sus viejos camaradas? En ninguno. Cierto que Vox está bebiendo de sus alianzas europeas con lo más granado del facherío mundial. Y que Alvise les ha mangado un millón de votos que quieren recuperar sea como sea. Pero eso no quiere decir que a Vox y al PP, como cantaba Rocío Jurado, se les acabó el amor de tanto usarlo. Ese amor no se acabará nunca, al menos hasta que el PP pueda reconstruir otras viejas alianzas con derechas nacionalistas. ¿Con el PNV? ¿Con Junts? ¿De verdad ustedes creen que eso va a ser así? Uf, qué quieren que les diga. Igual se lo podemos preguntar a los tertulianos listos de Antonio Florentino García Ferreras, pero no creo que nos saquen de las dudas.
El jueves 11 de junio les Corts Valencianes aprobaron la Ley de Concordia. Mayoría absoluta de PP y Vox. Alegría. Sus diputados y diputadas aplaudían a rabiar. Como si estuvieran escuchando el bando que anunciaba el final de la guerra el 1 de abril de 1939. Porque esa Ley de Concordia no es otra cosa que el regreso al tiempo del daño incalculable. Al trucaje de la historia como si la historia fuera una batallita entre hermanos a quienes la República había convertido en enemigos y no el golpe de Estado fascista de 1936. A igualar moralmente a las víctimas y a sus asesinos. Esa Ley de Concordia ya la llevaba el PP en sus propósitos electorales hace mucho tiempo. Recuerden las palabras de Pablo Casado a mediados de 2021: “En cuanto lleguemos al gobierno sustituiremos la ley de memoria histórica por una ley de concordia, que tenemos ya hecha”. O sea, que díganme ustedes de dónde nos sacamos que ya tenemos entre nosotros la derecha que este país necesita para alinearse sin vergüenza con las derechas europeas. Otro detalle y no menos importante. Lo he escrito muchas veces en infoLibre: ¿de verdad creen ustedes que el PP es un partido antifascista? ¿Se puede ser demócrata sin ser antifascista? ¿De verdad creen ustedes que el PP hubiera hecho aquí lo que han hecho las derechas francesas para que la extrema derecha no alcanzara la mayoría absoluta en la segunda vuelta de las elecciones del 9 de junio? Pero si el PP y Vox vienen del mismo pasado, un pasado que cada vez está más presente en las políticas de los dos partidos. ¿De verdad piensan ustedes que las apuestas políticas e ideológicas de Aznar y Díaz Ayuso son por la democracia? Pero si el PP ha dicho por activa y por pasiva que estamos en una dictadura y nunca han criticado a una dictadura de verdad como fue la franquista…
Por eso vuelvo al principio. Leo y releo lo de que el PP y Vox han roto relaciones. Y no. No me lo creo. A pesar de la escenificación llevada a cabo en algunos parlamentos autonómicos. Y también creo que durante muchos años hemos blanqueado al PP y por lo que veo lo seguimos blanqueando. El poli bueno y el poli malo de las hostias repartidas al alimón en los sótanos siniestros de la dictadura. ¿El poli bueno el PP y Vox el malo? ¿Odio a muerte como Aníbal a los romanos entre Feijóo y Abascal? ¡Venga ya!
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