LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Manos Limpias, Hazte Oír, Vox: así afectaría la reforma de la acción popular a los casos más mediáticos

Sobre el sufrimiento mental: necesidades de atención

1

Francisco del Río Noriega, José Carmona Calvo, Amalia Tesoro Amate, Eudoxia Gay Pamos y Mercedes Castro García

Vienen sucediéndose en estos días una serie de artículos en diversos medios sobre la situación de la Salud Mental en nuestro país (Público, 5 de julio, Alberto  Fernández Liria. 13 de julio, Ana Moreno Pérez; El País, 11 de julio, Celso Arango, 16  de julio, Belén González). Es un debate pertinente en el que deseamos participar desde nuestra experiencia en el proceso de transformación en nuestra Comunidad Autónoma de Andalucía. Es cierto que aún con deficiencias y mejoras evidentes, pero con un riesgo de retroceso ante el empeoramiento de la  situación sanitaria pública que padecemos en la actualidad. De todo lo sugerido en las  publicaciones comentadas quisiéramos insistir y matizar algunas cuestiones. 

La primera, la referida a la concepción del sufrimiento mental y su atención. No nos  parece suficientemente explicitado el que existen distintas clases de sufrimiento o malestar mental, que no son comparables ni en causas ni en soluciones. Uno de ellos, está directamente producido por el hecho de vivir, y es inevitable. Es el sufrimiento derivado de la frustración ante la insatisfacción de necesidades objetivas. Muchas de ellas devienen por una injusta situación personal en la vida (condiciones de sustento, trabajo, vivienda, estigmas, etc.) y que una sociedad avanzada debería resolver; de ahí la necesidad de la prescripción social ante este  tipo de sufrimiento mental.

Es ahí donde constatamos la ineficacia de la acción  sanitaria y sus recursos para su solución. Además, es éticamente rechazable si el objetivo es suministrar falsas expectativas de resolver el sufrimiento, creando además  unas relaciones de dependencia que no favorecen la autonomía de las personas. 

La otra forma de sufrimiento mental se debe a condiciones subjetivas que dan lugar  a afrontamientos inadecuados en la realidad vital por la conformación de esa subjetividad, independientemente de esos otros factores objetivos. Ahí sí se hace  necesaria la intervención sanitaria, con sus herramientas, para aliviar o resolver  esas dificultades personales que limitan otras formas de afrontamiento, evitando así un sufrimiento sobreañadido al hecho de vivir. Aquí, la acción de alivio de los fármacos y las intervenciones psicoterápicas, utilizadas de manera adecuada y con  recursos suficientes, resultan eficaces. 

La segunda: esta visión del sufrimiento precisa de una perspectiva determinada para entenderlo y definir el objetivo de las intervenciones sanitarias en las personas  afectadas. Como expresa Jorge L. Tizón, acerca de la ciencia base de la Salud  Mental y sus dificultades —la psico(pato)logía—, todos estamos de acuerdo en su objeto de estudio: la conducta... El problema se crea por las discrepancias en cuál  es su contenido y sus características. Y, sobre todo, si al establecerlos evitamos  incluir su sentido, su motivación, y así alcanzar una explicación coherente y  contextual del comportamiento, no limitándonos sólo a “describirla”. Con la mera descripción, terminamos construyendo conjuntos de trastornos imprecisos en su  composición y límites (existen ejemplos numerosos, y ya criticados, en las  clasificaciones internacionales DSM y CIE).

Permanecer en esta visión tiene sus  consecuencias en varios aspectos. Sobre la clínica (“ya no estoy nervioso”,  “tiene/tengo un trastorno de ansiedad”; “no estoy triste”, “tiene/tengo una  depresión”). También sobre los estudios epidemiológicos (cada trastorno tiene su  población diana). O cuando para encontrar la solución a través de la “ciencia  básica”, la biología, se busca el fármaco específico para el trastorno específico. Por  estas razones, defendemos una psico(pato)logía que base la comprensión del comportamiento humano en sus relaciones interpersonales y en su historia de  experiencias, conformando su subjetividad, su persona como su modo de ser y  estar. 

Y, tercero. La visión psico(pato)lógica defendida, exige unos servicios sanitarios con  tiempo para la escucha, la contención, el acompañamiento, con intervenciones y  un funcionamiento que favorezcan la reflexión de las personas afectadas, como  medio de aliviar o resolver su sufrimiento con un afrontamiento más eficaz y  adecuado para sí. Los servicios, sus métodos de intervención y funcionamiento,  deben pues favorecer dicho afrontamiento. Más recursos, sin esta orientación, no van a mejorar a las personas que sufren problemas de salud mental.

Necesitamos tener una Atención Primaria potente, con el tiempo adecuado para atender a personas aquejadas por problemas de salud mental

Por ello, necesitamos, en primer lugar, tener una Atención Primaria potente; con el recurso tiempo adecuado para personas aquejadas por problemas de salud mental y para toda persona que, con cualquier problema de salud, porta un sufrimiento mental que necesita ser atendido. Esto requiere, además, un modo de funcionamiento  basado en la cooperación, el trabajo en red, y no en la simple derivación entre  servicios. Por otra parte, el número de profesionales de Salud Mental debe acercarse a las ratios de los países de nuestro entorno, de las que estamos muy  alejados. Como consecuencia, las plazas de residentes de psicología clínica, psiquiatría y enfermería de salud mental deben incrementarse de manera  importante; y plantear, asimismo, la especialización en Salud Mental de trabajadoras sociales y terapeutas ocupacionales. Somos los servicios más multidisciplinarios de todo el SNS.

El Plan de Tratamiento para las personas  afectadas exige un trabajo multi e interdisciplinario, con un trabajo en red  continuado para los casos más complejos, incluyendo la acción interniveles e  intersectorial y asegurando ayudas que garanticen una atención integral, sanitaria  y social. Especialmente a tener en cuenta la atención a la población de menores,  mayores, colectivos marginados (especial atención a la población en centros  penitenciarios), los afectados por Psicosis (primeras fases de la psicosis, Equipos  Asertivos Comunitarios, Hospitalización domiciliaria, etc.), Trastornos de la  Personalidad, Trastornos por Adicciones, Trastornos de la Conducta Alimentaria,  Trastornos Obsesivos Compulsivos, … Y, en general, una importante mejora en la atención psicoterapéutica, ya señalada. Todo ello, sin olvidar fomentar la  participación activa, tanto de profesionales como de las personas afectadas. Solo  así es posible construir un sistema acorde a las necesidades de la población

Las competencias sanitarias en nuestro Estado limitan las posibilidades de acción del Ministerio, pero creemos que debe liderar este momento de preocupación por  lo mental formulando acciones que supongan mejoras. El anunciado Plan de Acción debe incluir un compromiso de presupuesto suficiente y finalista para garantizar su ejecución por las CCAA, un incremento del número de profesionales  en formación de especialistas de Salud Mental. Es necesario también definir una  cartera de servicios en colaboración con las CCAA, que abarque desde la  prevención hasta la recuperación, para que cualquier ciudadano del estado  español disponga de las mismas prestaciones y recursos, con indicadores que permitan una evaluación continua con criterios homologados para todo el Estado. Sin unos servicios adecuados cuantitativa y cualitativamente, los derechos de los  ciudadanos siempre estarán en riesgo.

Los autores son psiquiatras, Patronos de la Fundación Castilla del Pino. Con ejercicio profesional como Directores y Coordinadores de Dispositivos del SAS:

Francisco del Río Noriega es Coordinador Autonómico del Programa de Salud Mental (1999- 2002) y Presidente de la Asociación de Profesionales de la Salud Mental de Andalucía-AEN (2011 – 2014)

José Carmona Calvo es Director del Plan Integral de Salud Mental de Andalucía (2014-2020)

Amalia Tesoro Amate es Presidenta de la Asociación de Profesionales de la Salud Mental de Andalucía-AEN (2002-2005)

Eudoxia Gay Pamos es Presidenta de la AEN- Profesionales de Salud Mental (2012-2015)

Mercedes Castro García es Presidenta de la Asociación de Profesionales de la Salud Mental de Andalucía-AEN (2011-2023)

Vienen sucediéndose en estos días una serie de artículos en diversos medios sobre la situación de la Salud Mental en nuestro país (Público, 5 de julio, Alberto  Fernández Liria. 13 de julio, Ana Moreno Pérez; El País, 11 de julio, Celso Arango, 16  de julio, Belén González). Es un debate pertinente en el que deseamos participar desde nuestra experiencia en el proceso de transformación en nuestra Comunidad Autónoma de Andalucía. Es cierto que aún con deficiencias y mejoras evidentes, pero con un riesgo de retroceso ante el empeoramiento de la  situación sanitaria pública que padecemos en la actualidad. De todo lo sugerido en las  publicaciones comentadas quisiéramos insistir y matizar algunas cuestiones. 

Más sobre este tema
>