El Ojo Público
Telemadrid vuelve a tiempos de Aguirre
Mi compañero Álvaro Sánchez Castrillo cuenta en infoLibre que Díaz Ayuso va a cambiar de inmediato la ley que rige Telemadrid. Yo aquí quiero explicar lo que, en mi opinión significa: pasar de un obligado consenso político a depender, en exclusiva, de la mayoría que gobierna esta Comunidad Autónoma. Primera consecuencia: Díaz Ayuso podrá hacer mangas y capirotes con un medio de comunicación público, que pertenece (o debo decir que pertenecía) a todos los madrileños. Cumple así con ese precepto, ejercido en toda España durante décadas, de que, si ganas las elecciones, ganas una televisión y una radio a tú servicio. De cómo ejerzas esa propiedad está en función de tus propias convicciones democráticas y, muy específicamente, de si crees que una información profesional libre al servicio de los ciudadanos es la esencia del servicio público, o si decides utilizar los informativos como arma de propaganda de tus convicciones y actos partidistas.
En la década de los noventa tuve la suerte de desempeñar en Telemadrid el cargo de editor y redactor jefe en los Telenoticias. Aproximadamente la mitad de esos casi nueve años gobernaba Madrid Joaquín Leguina; un Leguina, por cierto, bien distinto del de los últimos años. Nunca durante ese tiempo me llegó instrucción política alguna. En 1995 accedió a la presidencia de la Comunidad Alberto Ruiz Gallardón, y aún recuerdo las palabras que nos dirigió a la cúpula de Informativos: "Yo no os voy a llamar nunca y, si alguien os llama en mi nombre, no hagáis caso y decidle que lo está usando en vano". Esa es la realidad que yo viví durante aquellos años en que Telemadrid se asentó como la televisión y radio que contaba todo lo que pasaba en la ciudad y provincia.
En 2003, cuatro después de mi salida de la empresa, Madrid pasó a ser regida por Esperanza Aguirre y todo cambió... para mal. Durante su gobierno, continuado por la presidencia de Ignacio González, Telemadrid pasó a ser ejemplo de despilfarro económico, con inversiones y contratos disparatados, muchos de ellos nunca justificados. En infoLibre, desde su misma fundación en 2013, se han venido publicando múltiples denuncias recogidas en un amplio dosier que puede ser consultado por los lectores. En paralelo Aguirre convertía aquellos informativos, que contaban todo lo que ocurría en Madrid, en un aparato de propaganda, no solo de su gobierno, sino de sus propias aspiraciones políticas, lo que redundó en que los Telenoticias se alejaran de la información más próxima y se dedicaran a ejercer como brazo mediático de oposición al gobierno de Rodríguez Zapatero: abrazaron con entusiasmo la "teoría de la conspiración" sobre la autoría de los atentados del 11M, y consagraron a Esperanza Aguirre como punta de lanza contra las políticas progresistas de Zapatero, en un intento de sustituir a Mariano Rajoy en el liderazgo del Partido Popular, que fracasó en el congreso de Valencia en 2008.
En el orden interno, los periodistas veteranos van siendo derivados a tareas menores, mientras los mandos operativos impuestos por el PP se rodean de una redacción paralela que sigue con entusiasmo la censura y manipulación informativa que se les ordena. Comienzan las denuncias contra las malas prácticas periodísticas, sin gran eco en el resto de medios y, junto a la representación sindical, nace el colectivo transversal Salvemos Telemadrid, que se implica en llevar a instituciones y público las actuaciones de la dirección. Mientras, los espectadores abandonan Telemadrid, las audiencias se desploman hasta la irrelevancia, y se pierde presencia y credibilidad en la sociedad madrileña. Por fin, y tras un largo episodio de protestas y huelgas del personal, Ignacio González decide que se aplique un ERE que expulsa a casi tres cuartas partes de la plantilla, 861 trabajadores que pasan del trabajo fijo al paro, por más que la Justicia declare que se trataba de una medida "no ajustada a derecho".
Telemadrid languidece. "Nadie la ve; nadie la cree", titula tintaLibre. Cuando llega a la presidencia Cristina Cifuentes más de un tercio de los espectadores de la región ni siquiera tienen sintonizado el canal en el mando a distancia y Cifuentes se implica en una nueva ley para la empresa, que se aprueba en 2015 con los peores augurios: Telemadrid pierde su vinculación del parlamento regional y pasa a ser propiedad del gobierno de la Comunidad. No obstante, se legisla que su máximo ejecutivo tenga un mandato de seis años para que no coincida con la legislatura y que su nombramiento tenga que ser refrendado por dos tercios de la Asamblea.
El elegido con el apoyo de todos los grupos políticos, a excepción de Podemos, es José Pablo López, un ejecutivo en medios de comunicación, que ha pasado por laSexta y 13TV, y que es recibido con escepticismo. Con su llegada descubrimos gran cantidad de material técnico arrumbado y dominado por el polvo en estancias cerradas y casi olvidadas. Hay escasez de personal tras el ERE, y prácticamente todas las tareas se encargan a empresas externas. Hay jornadas y horarios en que la televisión se hunde hasta el cero técnico, momento en que el número de espectadores es tan exiguo que imposibilita su medida...
Adiós periodismo, hola propaganda
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Pero José Pablo López no ha llegado de paso. A pesar de los escasos medios materiales, está convencido que no hay otra salida que tener presencia entre los madrileños. Para ello manda las cámaras a la calle e inicia una novedad olvidada durante el aguirrismo: si algo pasa en la región, Telemadrid lo ofrece en directo, sea la celebración del Orgullo, o la misa en la Almudena; un acto institucional, o una movilización callejera; al tiempo, los Telenoticias reducen la información política, no solo de España, sino incluso la de la propia región, y fomenta el pluralismo y el equilibrio entre las distintas fuerzas políticas. En contacto con los representantes de los trabajadores, cubre cada baja con despedidos por el ERE, incluso pide a las productoras externas de servicios que den prioridad en sus contrataciones a ese mismo colectivo. López no es un iluso; sabe que la recuperación de espectadores no puede ser rápida, que atraer de nuevo a muchos de los antiguos fieles es una tarea de años, pero se entrega a ese cometido. Telemadrid se vuelca con la pandemia, a pesar de los medios que maneja la competencia; lucha en inferioridad, pero persiste... y llega Filomena y consigue horas –y hasta días– de liderazgo frente a los rivales, como después con la explosión de la calle Toledo. Ha costado pero las audiencias suben, la credibilidad vuelve, y todo gracias a los Informativos, a las transmisiones, a las horas y horas en directo contando lo que pasa en la calle, y sin apoyo de una programación comparable a la de los rivales por imposición presupuestaria: la televisión y radio públicas de Madrid es la más barata de España, un euro al mes por madrileño.
Pero la actual dirección tiene un enemigo casi imposible de batir, ya que detenta la propiedad de hecho de unos medios que pertenecen legalmente a los ciudadanos. Isabel Díaz Ayuso se siente fuerte tras el refrendo de las urnas. Ya no le basta con los tuits críticos que lanzaba su entonces asesor externo, Miguel Ángel Rodríguez, y que la presidenta verbalizó con frases como la que lanzó a su entrevistadora en Telemadrid: "Eso no le pregunta a una presidenta". O materializó privando a Telemadrid de la señal institucional en la fiesta del 2 de Mayo, o en su toma de posesión como presidenta. Ayuso no pudo privar al medio público del debate electoral, a pesar de sus intentos, frenados por el resto de partidos, pero ahora, con el cheque aparentemente en blanco de Vox, no ha dudado en proponer el cambio de la ley para adueñarse de la empresa. Ni la Sanidad, aún inmersa en la lucha contra la pandemia, ni la Educación, ni las colas del hambre, para Ayuso la prioridad es el control de Telemadrid, que pueda apoyar su futuro político más allá de la Comunidad de Madrid.
Quizás, en aquella lejana época en que tutelaba la cuenta en Twitter del perro de Esperanza Aguirre, la hoy presidenta pudo tomar el ejemplo de cómo poner al servicio de su propaganda personal un medio público, ese que debería estar al servicio de los madrileños. Ojalá me equivoque y no devuelva Telemadrid a los tiempos de Aguirre.