Huelgas
30 años de la huelga general del 14D: el día en el que España se fundió a negro
Eran las 00.00 horas del 14 de diciembre de 1988. Los televisores españoles se fundieron a negro y la programación quedó suspendida. Los trabajadores del centro emisor de TVE de Navacerrada —por entonces la única cadena— habían decidido, reunidos en asamblea, cortar la emisión a esa hora. Comenzaba, con este símbolo, la mayor huelga general de la historia de España.
Es un adjetivo merecido por el seguimiento, aunque también por lo conseguido. Participaron 7.858.669 personas de una población asalariada total de 8.284.300, es decir, un 94,86%, según los datos recogidos por Antonio Gutiérrez, secretario general de CCOO por entonces, en un documento consultado por infoLibre. Ni siquiera hubo lugar para ninguna guerra de cifras, "lo que quiere decir que los empresarios y el propio Gobierno aceptaron el éxito sin paliativos de la huelga", recuerda en conversación con este diario Antón Saracíbar, por aquel entonces secretario de Organización de UGT.
Los dos exdirigentes coinciden. "Fue una huelga mayúscula y, probablemente, irrepetible. Incluso tuvo algo de mágico. Fue especial", evoca Saracíbar. "Es un hito histórico", añade Gutiérrez. El uno subraya las palabras del otro, y no es casual. CCOO y UGT, sindicatos hasta entonces enfrentados, sellaron la paz gracias al 14D. De hecho, según Saracíbar, sin la unión de ambas centrales el éxito de la convocatoria no hubiera sido tan mayúsculo. Tres años antes, en la huelga convocada en 1985, comprobaron, de hecho, que la división sindical restaba peso a su lucha. "A partir de ese momento se volvió a celebrar unitariamente el 1 de mayo y CCOO fue aceptada en la Confederación Europea de Sindicatos creada en 1973, después del veto de UGT", explica José Babiano, historiador y autor, junto a Javier Tébar, del libro 14D: historia y memoria de la huelga general.
Concentración de trabajadores con motivo de la huelga del 14D. | Archivo de Historia del Trabajo de la Fundación 1º de Mayo
Pero el 14 de diciembre de 1988 fue diferente. El hartazgo con el Gobierno socialista de Felipe González sacó a casi la totalidad de trabajadores de sus puestos de trabajo y les lanzó a las calles. Lo hizo con una fuerte oposición. La patronal CEOE-CEPYME tildó la huelga de "política, desestabilizadora y antisocial", tal y como afirma Gutiérrez. Pero los trabajadores lo tenían claro. "Agricultores, sindicatos nacionalistas, intelectuales, futbolistas... Todos apoyaron la huelga", explica Gutiérrez.
A eso se sumó que la huelga tuvo lugar en el momento más oportuno, con la unión de los sindicatos mayoritarios, que actuaron de forma completamente independiente a los partidos políticos, con una gran organización y recogiendo "fielmente" la creciente demanda social de los trabajadores. "Esas son, a mi juicio, las cinco decisiones que explican el éxito del 14D", explica Saracíbar.
Imagen de un escaparate con pintadas a favor de la huelga del 14D. | Archivo de Historia del Trabajo de la Fundación 1º de Mayo
"Una huelga para la democracia"
La versión "simplista", según Gutiérrez, explicaba la huelga como una "riña dentro de la familia socialista entre dirigentes del sindicato UGT y del PSOE". Era la versión "interesada" difundida por el propio Gobierno de González, dirigentes del PSOE y algunos periódicos de la época. El ex secretario general de CCOO no emplea el término "interesada" por casualidad. Según argumenta, esta explicación servía de pretexto al Ejecutivo para "eludir sus responsabilidades en la gestación del profundo y extenso malestar social generado en poco más de una legislatura". Porque, en realidad, la convocatoria tenía su origen en las políticas socialistas.
España estaba recuperándose de una década de crisis económica. Carlos Solchaga, ministro de Economía y Hacienda desde 1985, ya aseguraba que habían germinado los primeros brotes verdes. "Aseguró que España era el país donde más dinero se ganaba de la forma más sencilla", recuerda Saracíbar. Pero las pequeñas economías no lo notaban. Los ciudadanos continuaban sin ver la luz al final del túnel que el Ejecutivo ya había proclamado.
Imagen de dirigentes de CCOO en el 14D. | Archivo de Historia del Trabajo de la Fundación 1º de Mayo
"El desencadenante fue el Plan de Empleo Juvenil elaborado por el Gobierno de Felipe González", explica el ex secretario de Organización de UGT. "Se basaba en su filosofía: 'preferimos un joven contratado temporalmente que un joven parado", añade. Fue, a todas luces, la gota que colmó un vaso lleno de hartazgo social por las políticas "neoliberales" de los socialistas, tal y como las define Gutiérrez. El objetivo estaba claro: recuperar la "deuda social" que el Ejecutivo había contraído.
"CCOO y UGT se sintieron incomprendidos al no ser correspondidos por el Gobierno por el sacrificio" que hicieron los trabajadores bajo la responsabilidad de los propios sindicatos, que respaldaron la contención salarial para salir de la crisis económica durante la década de los 80, afirma Saracíbar. Si todo era como afirmaba Solchaga, ¿por qué los trabajadores continuaban con las mismas condiciones? "Los sindicatos reaccionaron y plasmaron sus reivindicaciones en el llamamiento", continúa.
Un éxito social y sindical
La respuesta a ese llamamiento fue masiva. Según recoge Gutiérrez, "el mismo día 14 se celebraron manifestaciones multitudinarias en todas las capitales de provincia y en las principales ciudades del país y la del 16 en Madrid congregó a más de 600.000 personas". Con estas cifras, difícilmente el Gobierno no podía responder.
Así que lo hizo. El éxito del paro, de este modo, se mide también con lo que se consiguió a partir de los días posteriores al 14D. "Los logros empezaron a llegar en el año 1989 y a partir de la década de los 90", explica Babiano. Fueron tanto sociales como sindicales.
En cuanto a los primeros, especifica, hubo "un manojo" de logros en cuanto a las pensiones. Se aprobó, así, la ley de pensiones no contributivas y, más adelante, se vincularon todas las pensiones al IPC. Pero además, se retiró la ley de empleo juvenil que hizo saltar la última chispa de la movilización sindical, se recogió el derecho a la negociación colectiva para los empleados públicos y hubo una subida de salarios, recuerda el historiador.
La Gran Vía de Madrid durante la huelga del 14D. | Archivo de Historia del Trabajo de la Fundación 1º de Mayo
"Sindicalmente, se selló la unión entre CCOO y UGT", continúa, que se plasmó con la redacción conjunta del documento que bautizaron como Propuesta sindical prioritaria. "Era un programa en materia social", añade. "Todas las reivindicaciones contempladas en ese texto fueron conseguidas más tarde como pago de la deuda social contraída" que había llevado a la movilización, explica Saracíbar.
Una huelga "de otra época"
¿Podría repetirse actualmente una huelga general tan exitosa como la que se produjo hace ahora exactamente 30 años? "Es una huelga de otra época, así que creo que no podría repetirse", opina Babiano. "Los tiempos en los que se mueven ahora los trabajadores y sindicatos han cambiado", añade. Y es que ahora la temporalidad hace complicado que los empleados y empleadas "se muevan" demasiado en sus centros de trabajo. "Si te despiden, hay una cola detrás de ti de gente que está esperando para sustituirte", argumenta, aunque aclara que esto no significa que ahora no puedan producirse paros. "Hace años era impensable, por ejemplo, que los trabajadores de Amazon hicieran huelga", explica.
Gutiérrez, por su parte, va más allá. "Hace 30 años, los sindicatos fuimos capaces de ser el cauce donde desembocaron todos los malestares sociales. Pudimos coordinar y encauzar el malestar social que venía generando la prepotencia de Felipe González y la decepción de las esperanzas que había generado el cambio de programa", afirma. Actualmente, en cambio, las causas legítimas que luchan, por ejemplo, contra los desahucios o la pobreza energética, van por separado. "Es positivo que haya plataformas que defiendan estas causas, pero hay que reconocer que desde los sindicatos no se ha sido capaz de encauzar estos problemas y asumirlos como propios", lamenta.
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Luchar contra la pobreza laboral, continúa, va mucho más allá de la lucha por un salario digno o por una mejora de un convenio colectivo. Al contrario, va intrínsecamente ligado a otras luchas. "Combatir la pobreza laboral exige una dimensión sociopolítica que siempre tuvo el movimiento sindical español y que mueve a luchar también contra la pobreza energética, la explotación inmobiliaria, los derechos a la sanidad y educación, etc.".
Y aquí tiene mucho que ver el discurso. "Como ya ocurrió en los 30, la derecha enfrenta a pobres contra pobres. 'Los culpables del deterioro de la sanidad son los inmigrantes'. No, son los que han hecho a los ricos más ricos con las políticas neoliberales. Hay que desarrollar un acercamiento y examinar estos problemas porque creo que tienen una síntesis clarísima con la función de un sindicato", afirma.
Para conmemorar esta huelga histórica, CCOO y UGT celebran este viernes un acto en el que estarán presentes los secretarios generales de CCOO y UGT de entonces, Antonio Gutiérrez y Nicolás Redondo. Este último ha publicado, para la ocasión, el libro Huelga General 14-D. 30 años después 1988-2018, editado por la Fundación Francisco Largo Caballero.