Aliança Catalana como síntoma: el desencanto por el ‘procés’ echa raíces en la xenofobia

Silvia Orriols, la lideresa de Aliança Catalana.

Aliança Catalana (AC) irrumpió este domingo en el Parlament de Cataluña con un resultado significativo, pero testimonial. Sus dos escaños serán completamente irrelevantes a la hora de decidir las mayorías en el Parlament, incluso aunque Junts, ERC y la CUP contasen con ellos para intentar relanzar el procés, algo que las tres formaciones han dicho que no harán. 

Con todo, ha conseguido atraer a 118.302 votantes y, gracias a un sistema electoral que sobrerrepresenta a las provincias de Lleida y Girona, se ha hecho con un diputado en cada una de esas demarcaciones. Su propia lideresa, la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, matizaba el resultado en plena noche electoral “Es cierto que no es un espectacular”, pero sí “suficiente para obtener este altavoz que tanto necesitábamos para poder difundir nuestro mensaje y nuestro proyecto político”.

En Girona registraron su mejor resultado: 26.857 votos y un estimable 9,03%, que se ha traducido en un diputado. Es aquí donde su candidata, Sílvia Orriols, se hizo con la Alcaldía de Ripoll en las municipales de 2020, después de que el resto de fuerzas políticas representadas en el ayuntamiento fuesen incapaces es de pactar una alternativa. Es a partir de Ripoll, una localidad de apenas 11.000 habitantes, como Aliança trata ahora de construir un partido en toda Cataluña.

El caso de Barcelona

En esta primera oportunidad, en Lleida sumó 12.966 votos (7,78%) y su segundo escaño. Pero en Tarragona se quedó en un 3,51% y 11.074 sufragios, insuficientes para obtener representación. Y en Barcelona, la provincia que en la que vive la mayoría de la población catalana, ni siquiera alcanzaron el 3% que la ley exige para entrar en el reparto de escaños (se quedaron en un 2,87%) a pesar de haber sumado 67.405 votos. Eso sí: con 2.100 votos más, aproximadamente, sí hubiese entrado en el reparto, haciéndose con dos escaños más a costa del PSC y del PP.

El perfil del partido de Orriols es radical. Su discurso se alimenta de reproches contra lo que llaman “los partidos progresistas”, Junts y Esquerra. En particular bebe del enfado de una parte del independentismo con Carles Puigdemont, al que culpan de que la declaración de independencia de 2017 se quedara en agua de borrajas. Quieren un Estado catalán y los quieren ya. Un mensaje que combinan siempre con proclamas xenófobas en nombre del peligro que, dicen, supone para la identidad catalana la llegada de migrantes.

En su éxito, sostiene Orriols, hay en parte un “voto de castigo al resto de formaciones procesistas que han incumplido repetidamente sus promesas electorales”. Pero también quiere ver “ilusión y esperanza hacia un proyecto político que defiende un modelo de Estado totalmente diferente del que hasta ahora había sido reivindicado por parte de las otras formaciones políticas supuestamente independentistas”. Un Estado “basado en el bienestar, con la prosperidad, con la seguridad, con el control fronterizo y con el dominio político, lingüístico y demográfico de los catalanes dentro de nuestra propia tierra”.

“Hacer mucho ruido”

Aliança tiene claro lo que piensa hacer con sus dos escaños: “Pelear por el Estado libre, seguro, próspero y occidental que nos merecemos”, proclamó Orriols este domingo. Y aprovechar el altavoz que les dará su presencia en la Cámara para intentar seguir creciendo. Su objetivo es “hacer mucho ruido” reivindicando, por ejemplo, “un control estricto de la inmigración” y denunciando la “inseguridad y estos grados de violencia que estamos viviendo en las calles”.

Lo más relevante de AC es lo que tiene de síntoma. Del malestar que siente un sector radical del independentismo de Junts, frustrado con que el procés no diese los frutos esperados. Y de otro fenómeno que ya conocíamos por Vox: una parte de la sociedad catalana percibe la inmigración como una amenaza a la seguridad y a la identidad.

La lectura que Sílvia Orriols hace del resultado electoral es reveladora. “Los catalanes han castigado” a Junts, Esquerra y la CUP, especialmente a estas dos últimas formaciones, porque “claramente nos han engañado, que solo han luchado o reivindicado sus privilegios políticos y, en cambio, no han luchado por los derechos e intereses de los ciudadanos”.

Discurso victimista

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Igual que hacen los de Santiago Abascal en el conjunto de España, Aliança ha construido un discurso victimista que culpa a los medios de comunicación, públicos y privados, de maltrato, señalamiento y persecución, y a los partidos procesistas” de “hostilidad” y “juego sucio”. Algo que, asegura Orriols, tendrá que cambiar a partir de ahora gracias a su presencia en el Parlament.

En línea con este planteamiento, en la noche electoral Aliança negó el acceso a los medios de comunicación a su sede. Sólo pudieron entrar los afines. La explicación: “Se nos ha difamado desde todos los medios públicos y privados sin darnos nunca ese derecho de réplica que nos hubiera permitido defendernos de estas acusaciones falsas. Hoy se han quejado de que no les hemos dejado entrar dentro de nuestra sede, pero no tenemos ningún tipo de deuda con ellos y, por lo tanto, tampoco tenemos de ser amables con aquel que nos ha maltratado de esta manera”, justifica Orriols.

La lideresa de AC promete defender sus ideas “sin corrección política”. Y empezó a ejercer en ese momento: “Yo no felicito a imperialistas”, respondió cuando una periodista le preguntó si llamaría al ganador de las elecciones, el socialista Salvador Illa.

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