Nombramiento polémico
El Banco Mundial, un teórico ariete contra los paraísos fiscales
El Banco Mundial tiene en su lucha contra los paraísos fiscales uno de sus principales frentes. Su presidente, Jim Yong Kim, denunció hace unos meses que "la publicación de los papeles de Panamá" había supuesto una llamada "a poner fin a los paraísos tributarios para los muy acaudalados". No obstante, Oxfam denunció en abril que la institución invirtió en 2015 más de 2.500 millones de euros en empresas que operan en paraísos fiscales y, de hecho, es posible que el propio Kim vaya a tener dentro de poco tiempo como subordinado a otro exusuario de este tipo de regímenes fiscales: el exministro de Industria, José Manuel Soria, que tuvo que dimitir hace unos meses al descubrirse que administró empresas en países como Bahamas y Jersey.
El Gobierno anunció el pasado viernes –tras el fracaso del candidato del PP, Mariano Rajoy, en su votación de investidura– que su candidato para el puesto de director ejecutivo del Banco Mundial en representación de España era el exministro de Industria. De obtener finalmente el sillón –el resto de países tienen que votar, pero no es habitual que veten a candidatos de otros Estados–, Soria accedería a un puesto remunerado con nada menos que 226.000 euros anuales, que desempeñaría hasta el 31 de octubre de 2018.
El problema es que Soria tuvo que dimitir el pasado mes de abril a causa de sus contradicciones al explicar su vinculación con los papeles de Panamá, en los que apareció como administrador de la empresa UK Lines en Bahamas. Posteriormente, y después de una serie de explicaciones inconexas del entonces ministro, el diario El Mundo publicó que Soria también había administrado hasta el año 2002 –y bajo el paraguas de dos empresas pantalla– otra compañía en Jersey, de nombre Mechanical Trading Limited, lo que le obligó a dimitir.
Los precedentes del exministro chocan con su intención de convertirse en un alto cargo del Banco Mundial, una institución dependiente de la ONU cuyo objetivo principal es promover políticas económicas para combatir la pobreza, que exige a sus directivosmantener "los más altos estándares éticos" y que se ha mostrado en reiteradas ocasiones –al menos en la teoría– en contra del uso y la existencia de paraísos fiscales. Uno de los más explícitos, de hecho, ha sido su presidente, que en abril –días después de estallar el escándalo de los papeles de Panamá– alertó del "tremendo efecto negativo" que tiene la evasión fiscal a la hora de luchar contra la pobreza.
"Transparencia radical" contra los paraísos fiscales
Kim sostuvo entonces que para él suponía una "gran preocupación" la utilización de empresas en paraísos fiscales para evadir impuestos, y quiso lanzar un "mensaje" para aquellas personas que utilizan esos subterfugios legales: "La transparencia", aseguró, "no va a retroceder". Un mes más tarde, el 12 de mayo, el propio Kim insistía en la necesidad de implantar una política de "transparencia radical" contra la corrupción, y aseguraba que precisamente la publicación de los papeles de Panamá reflejaba "la rápida expansión y el poder de la transparencia".
La intevención de Kim se produjo en la cumbre contra la corrupción que se celebró en Londres el pasado mes de mayo. Fue allí donde el presidente del Banco Mundial planteó la necesidad de "seguir insistiendo en obtener más información y lograr más transparencia en cuanto a los fondos públicos", y se mostró "dispuesto" a "apoyar nuevos acuerdos internacionales que establezcan normas y sistemas que mejoren el intercambio de información entre los países para evitar el flujo ilícito de fondos".
Pero las declaraciones de su presidente no han sido las únicas manifestaciones del Banco Mundial contra los paraísos fiscales. La institución organizó hace unos meses una serie de conferencias bajo el título Ganar las guerras fiscales, en las que se denunció cómo "los papeles de Panamá dejaron en evidencia una clara conexión entre la elusión fiscal, la evasión de impuestos y, de manera más general, los flujos financieros ilícitos". "Estas dinámicas socavan los esfuerzos de los países en desarrollo por fortalecer la capacidad del Estado y exigir el cumplimiento del contrato legítimo que tienen con los contribuyentes".
Durante esas conferencias se vertieron duras críticas contra los evasores de impuestos. Uno de los intervinientes más críticos fue Vito Tanzi, antiguo experto del FMI en políticas impositivas, que tachó de "termitas" a los "promotores" de la "evasión fiscal" y se refirió muy críticamente a los "bufetes de abogados sin escrúpulos" y a las "firmas de contabilidad" que "infringen la ley" y "juegan con el sistema impositivo internacional, a veces ideando formas" de que sus clientes eviten "pagar impuestos en ninguna jurisdicción".
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Pero incluso antes de la publicación de los papeles de Panamá, el Banco Mundial ya había expresado su rechazo a los paraísos fiscales. Lo hizo en 2015, a través de uno de sus vicepresidentes, Leonard McCarthy, que en un discurso pronunciado en un congreso sobre corrupción celebrado en Hong Kong planteó la necesidad de potenciar la "cooperación internacional para eliminar la demanda y la oferta de paraísos fiscales". "Necesitamos apoyar los esfuerzos de los casi 90 países que se han comprometido al intercambio transfronterizo de datos tributarios", señaló McCarthy, que insistió en este sentido en la necesidad de establecer "impedir que las personas puedan trasladar dinero a lugares en donde no pueda hallarse".
No obstante, el Banco Mundial también ha tenido sus propios problemas con los paraísos fiscales. Y es que, según denunció hace unos meses la ONG Oxfam, el 84% de las inversiones de la institución en el África subsahariana –nada menos que 2.870 millones de dólares, 2.573 millones de euros, al cambio actual– acabó en 2015 en empresas que operan en paraísos fiscales, fundamentalmente las Islas Mauricio. El problema, según critica Oxfam, es aún más grave a causa de la procedencia de los fondos del Banco Mundial, que se financia a través de dinero público.