Los correos secretos de Blesa
Blesa se volcó mientras presidía Caja Madrid en la empresa para la que Aznar hizo gestiones
Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, se volcó durante la recta final de su mandato en la evolución de los negocios de la empresa de material bélico Einsa, a cuyo consejo de administración perteneció hasta 1997 y a cuyo accionariado no consta que pertenezca, pese a que el consejero delegado le informaba de cada paso como se haría con un socio o un jefe. Así lo constatan los correos secretos a los que ha tenido acceso infoLibre y cuya difusión ha intentado evitar el Tribunal Superior de Madrid tras la querella del fiscal jefe de la Comunidad, Manuel Moix, contra el juez que investigaba a Blesa y le envió a prisión, Elpidio Silva.
Presidente de Caja Madrid entre octubre de 1996 y enero de 2010, Blesa no solo hizo de puente para que la compañía contactase con Aznar y lo embarcase en sus gestiones internacionales tanto en Estados Unidos como en Argelia sino que ya en el verano de 2006 encomendó a sus subordinados una tarea de apariencia radicalmente ajena a la actividad de la entidad de ahorro: que movieran sus hilos con una tercera compañía a la que Einsa aspiraba a suministrar elementos para asistencia aeroportuaria en tierra, el llamado handling, un servicio estrictamente civil a diferencia de los que prestaba para países como Venezuela.
“Aena –escribió el consejero delegado de Einsa, Pedro Rodríguez Pla- ya ha dado las concesiones de handling para los aeropuertos españoles; una de las compañías ganadoras ha sido la formada por Ferrovial y Mencies”. A renglón seguido, Rodríguez Pla se quejaba ante Blesa de que, por razones de amistad, uno de los directivos de ese grupo había decidido encargar todos los suministros a otra empresa del sector en perjuicio de Einsa. “No sé si tienes alguna relación con la compañía –y aquí llegó la nueva petición de Rodríguez Pla a Blesa-, si la tuvieses quizá deberíamos aprovecharla para, al menos, poder tener una oportunidad”.
Esa misiva, que pertenece a los correos secretos de Blesa, llegó al presidente de Caja Madrid el 3 de agosto de 2006. A tenor del relato de Rodríguez Pla, el financiero estaba de safari. Pero la petición del máximo responsable mercantil de Einsa no cayó en saco roto. Apenas dos semanas más tarde, el 17 de agosto, el entonces director de la unidad de banca de negocios de Caja Madrid, Carlos Vela, recibió un correo. Enviado por otro directivo bancario que previamente había trabajado para el HSBC, Jesús Apraiz, la misiva reflejaba las coordenadas precisas para localizar al vicepresidente de Swissport, la filial de Ferrovial que había ganado los servicios de handling en seis ciudades españolas.
El 4 de septiembre, Apraiz escribió de nuevo al director de la banca de negocios de Caja Madrid. Había intentado de nuevo esa mañana contactar con el vicepresidente de Swissport, no lo logró, le dejó un mensaje en el contestador, habló con su asistente y se propuso someterle “a un estrecho marcaje” hasta dar con él. Einsa nunca ha figurado en la lista de filiales de Caja Madrid ni de su entidad sucesora, Bankia. Y tanto Jesús Apraiz como Carlos Vela trabajaban a las órdenes de Blesa, pero en Caja Madrid.
Aquel día, bastaron 20 minutos para que Vela informase a Blesa. Reenvió a Blesa la secuencia completa de los mails relativas a Einsa y su ansiado handling y añadió una frase de su cosecha: “le seguimos la pista… te diré”.
Desde luego, quien no perdió en ningún momento la pista de Einsa fue Blesa. El consejero delegado de la sociedad, Pedro Rodríguez Pla, le informaba de cada paso profesional con una profusión de detalles inédita para alguien que, en teoría, se carteaba solo con un amigo. O, en todo caso, con la cabeza ejecutiva de una de las grandes entidades financieras del país, aunque el tiempo terminase por demostrar que sus pies eran de barro y acabara sacando a la luz una gestión desastrosa y sostenida sin quejas ni protesta por consejeros elegidos a propuesta de todos los partidos.
¿Cuál era exactamente el vínculo entre Miguel Blesa y Einsa, que fabrica, por ejemplo, posicionadores de carga para aviones de combate? ¿Se mantuvo como accionista de la compañía una vez que en 1997, y ya situado en la cúpula de Caja Madrid, abandonó su consejo de administración?
¿Alcanzó finalmente Caja Madrid como entidad de ahorros algún tipo de acuerdo con Einsa? Y, sobre todo, ¿qué terminó por ocurrir con el contrato que en el otoño de 2008 negociaba con José María Aznar el consejero delegado de esta empresa de material bélico? ¿Por qué, si como aseguró el viernes por la noche Aznar, no "concluyó" ningún contrato con Einsa siguió en diciembre de 2008 haciendo gestiones para ella en Argelia y con el apoyo de un hermano de su yerno, Alejandro Agag?
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Las preguntas de los dos párrafos anteriores carecen de respuesta por el momento. Pero la relativa a si Caja Madrid se traía entre manos algún negocio como institución con Einsa queda planteada tras la lectura de otro de los correos secretos de Blesa.
Fechado el 23 de enero de 2008, lo redactó Carlos Contreras, uno de los directivos contra los que UPyD presentó querella por la presunta estafa de las preferentes. El email tenía por destinatario a Miguel Blesa. Y el entonces director de participadas, Matías Amat, aparecía en copia.
Contreras escribió lo siguiente: "Para tenerte informado sobre el tema de Einsa: ya hemos mantenido una reunión de trabajo con el equipo de Einsa (el día 15 de enero) en la que estuvimos profundizando sobre cómo organizar un proceso competitivo de venta". Atendiendo al texto de esa carta, Caja Madrid planeaba actuar como intermediario en una venta -no se sabe si total, parcial, solo de activos o de la propia compañía- relacionada con Einsa. La entidad de ahorro cobraría comisión -"les estamos proponiendo un 1,75% sobre el valor de venta"- si el negocio fraguaba. ¿Se llevó a cabo esa operación? Es otra incógnita. La prohibición del Tribunal Superior de Madrid (TSJM), que ha impedido al juez que envió a Blesa a prisión examinar todos los correos incorporados a la causa, dificulta el cruce de datos. Según el TSJM, los correos secretos que pretende mantener ocultos afectan a terceras personas y carecen de relevancia penal. Los referidos a José María Aznar y sus tratos con Einsa figuran entre ellos.