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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

28A | Elecciones generales

Bloques igualados y vetos cruzados: el riesgo de la España bloqueada tras el 28A

Felipe VI y Rajoy en la reunión en la que el expresidente declinó someterse a una investidura.

Los partidos cruzan los dedos para que la noche del 28 de abril, fecha elegida por Pedro Sánchez para la convocatoria de elecciones generales, les salgan las cuentas. Y en un contexto de fragmentación política como el actual, que salgan las cuentas implica que los diferentes actores políticos elegidos para pactar sumen los 176 diputados en los que se ubica la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

De esto, de que den los números y estén claros los bloques de las alianzas, dependerá la duración del periodo de Gobierno en funciones, que es el tiempo comprendido entre la celebración de elecciones y la toma de posesión del nuevo Ejecutivo. En la memoria de todos los españoles está todavía la breve XI Legislatura, que se extinguió sin acuerdo para investir a un presidente. Y el arranque de la XII Legislatura: a Mariano Rajoy le costó tres votaciones ser investido... y al PSOE una crisis interna que terminó con la primera etapa de Pedro Sánchez como líder socialista.

Junto a todos estos precedentes y lo igualado de la competición que trasladan las encuestas hay que meter en la coctelera un ingrediente más: que menos de un mes después de las generales, el 26 de mayo, se celebran elecciones municipales, autonómicas y europeas. 

La opinión más extendida entre los expertos y en las formaciones políticas es que, sin mayorías absolutas, ningún partido estará por la labor de comprometerse a apoyar la investidura de un candidato hasta ver los resultados del 26M.

Es muy probable, pues, que Sánchez sea presidente en funciones y que no haya pistas de por dónde puede ir el nuevo Gobierno cuando los españoles voten a sus presidentes regionales y alcaldes. Porque entre las formaciones, cuentan las fuentes consultadas, existirá la tentación de intentar pactos que afecten a diferentes niveles de las instituciones.

En el peor de los escenarios, las elecciones tendrían que volver a repetirse sin la garantía de que un nuevo intento fuese a ser definitivo para deshacer los empates entre bloques.

La mayoría absoluta que no da

Es cierto que algunas encuestas otorgan una mayoría absoluta al bloque de las "tres derechas", pero otras reflejan lo endiablado del panorama ante el que podemos encontrarnos el 29 de abril, un día después de las elecciones generales. Un ejemplo paradigmático es el último sondeo de GAD3 para La Vanguardia, según el cual el PSOE se perfila como claro ganador en las elecciones generales aunque PP, Ciudadanos y Vox se acercan a la mayoría absoluta.

Aunque los socialistas parecen capitalizar los meses que llevan al frente del Gobierno, la caída de la formación liderada por Pablo Iglesias dejaría a Sánchez pendiente de cerrar acuerdos con los nacionalistas, los mismos que han derribado los Presupuestos Generales del Estado.

Mientras PSOE (119) y Podemos (32) sumarían 151 escaños, PP (97), Cs (60) y Vox (16) llegarían a 173. Las tres derechas suman más pero se quedan a las puertas de los 176 escaños, sin posibilidades de atraer a otras fuerzas. Y, para llegar a los 176, Sánchez necesitaría los apoyos de ERC (11), PDeCAT (6), PNV (6) y EH Bildu (2). El escaño de Coalición Canaria (1) no sería decisivo.

Según ha podido saber infoLibre, los datos que maneja Moncloa, a día de hoy, son similares a la encuesta de GAD3. El escenario ideal para el actual Gobierno ubicaría al PSOE en el entorno de los 120 escaños, a Podemos en 38, a ERC en 11 y en 6 al PNV. Confían en poder llegar a acuerdos con Unidos Podemos y con el PNV. También con ERC. Esto les evitaría tener que pactar con el PDeCAT de Carles Puigdemont. Pero estamos hablando sólo de teoría. Que las generales vayan a celebrarse en pleno juicio del procés es un elemento que no hay que perder de vista y que puede echar por tierra cualquier cálculo previo.

Más optimistas que las encuestas publicadas son en Génova, cuartel general de los conservadores. Señalan en el partido de Casado que sus sondeos internos le ubican por encina de los 100 escaños y que, en alguno de ellos, se colocan "décimas por encima del PSOE". Estas fuentes destacan que Ciudadanos "siempre" aparece por debajo del PP y que "maniobras" como el salto de Inés Arrimadas de la política autonómica a la nacional no muestran más que el intento de Albert Rivera de levantar a un partido estancado por la "inacción". Por ser una "veleta". "Por decir una cosa y la contraria".

La suma que sí le saldría a Sánchez sería la de los 179 escaños que resultan de añadir sus parlamentarios a los del partido naranja. A día de hoy este escenario es altamente improbable si nos atenemos a lo que acordó Ciudadanos el pasado lunes: no habrá pacto con el PSOE ni con su presidente. Y esta política de acuerdos se revisará de cara a las municipales y autonómicas, citas en las que podría levantarse el veto.

Si nada cambia de ahora al día de las elecciones sólo habrá posibilidad teórica de entendimiento entre el bloque de la izquierda y el de los independentistas, por un lado, y el de las tres derechas, el de la foto de Colón, por otro. Y, pese a la desconfianza que tienen en algunas formaciones en las encuestas, la sensación más extendida es que números arriba, números abajo, ese es un mapa que no se pueda descartar: el del bloqueo.

El proceso

El artículo 99 de la Constitución establece que después de cada renovación del Congreso de los Diputados, el rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno.

El candidato tiene que acudir a la Cámara a  exponer el programa político del Gobierno que pretenda formar y a solicitar su confianza. Si el Congreso, gracias a los votos de la mayoría absoluta de sus miembros, ratifica a ese candidato, el rey le nombrará Presidente. En caso de que no dé la suma, 48 horas después se producirá una nueva votación, en la que ya basta el apoyo de la mayoría simple.

De no lograrse estos apoyos, podrán intentarse nuevas investiduras con el mismo procedimiento. Pero si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación, ningún candidato hubiese obtenido la confianza del Congreso, se disuelven las Cortes para la celebración de nuevas generales. Este punto está reciente en la memoria de los políticos y los ciudadanos.

El 26 de junio de 2016, ante la imposibilidad de Pedro Sánchez de lograr los apoyos necesarios para llegar a la Moncloa, volvió a llamarse a las urnas. Poco más de seis meses después de haber votado otra vez. El Gobierno de Rajoy, pues, seguía en funciones.

De que Sánchez se presentase a la investidura sin ser el líder del partido ganador tuvo la culpa Mariano Rajoy, que el 22 de enero de 2016 informaba al rey que declinaba ser candidato a la investidura.

El gesto de Rajoy irritó a los partidos de la oposición, que lamentaron el "uso partidista" que hacía de las instituciones. También, como informó en su día este diario, sembró dudas sobre el papel del rey y dejó en mal lugar al presidente del Congreso.

Tras la segunda ronda de contactos del rey con los grupos parlamentarios, el 2 de febrero propuso al socialista Pedro Sánchez. Y veintidós días después, el líder del PSOE sellaba un pacto de gobierno con Ciudadanos. En ese momento, Podemos suspende las negociaciones con Sánchez, que no logró los votos necesarios en ninguna de las votaciones del Pleno de investidura.

A este episodio se refieren ahora en el PP para no creer que Rivera no vaya a apoyar a Pedro Sánchez. Es el llamado pacto del abrazo, por haber sido rubricado delante del cuadro El Abrazo, de Juan Genovés, El Abrazoexpuestoen una sala del Congreso de los Diputados.

En las circunstancias actuales, este escenario no podría darse por la negativa de Ciudadanos a pactar con el Partido Socialista. 

Activado el reloj parlamentario con la primera votación de investidura, las reuniones entre PSOE, Cs y Podemos para llegar a un acuerdo fracasaron. Y el 25 de abril, el rey hizo un último intento con nuevas rondas de consultas. Fue el 3 de mayo cuando firmó el decreto de convocatoria de elecciones generales para el 26 de junio.

El rey pide "amplios consensos"

El pasado 20 de febrero, el rey Felipe VI clausuró el Congreso Mundial del Derecho en Madrid. Y en su intervención, además de claras alusiones a la crisis territorial con Cataluña, hubo quien vio un toque de atención a los partidos ante lo que puede estar por venir. El monarca sostuvo que las "dificultades" de hoy se resuelven reivindicando "la plena validez y vigencia" de la democracia, "adaptándola acertadamente, sin desnaturalizarla, a las circunstancias de cada época histórica mediante amplios consensos".

"Como la Historia demuestra –añadió–, no hay alternativa realmente válida a ese sistema, el de la gobernanza democrática, que representa una de las mayores conquistas logradas en el largo camino de nuestra civilización", añadió.

Rajoy mejora los resultados

El Partido Popular mejoró en junio de 2016 su resultado del diciembre anterior llegando a los 137 escaños, frente a 85 del PSOE. Y el 18 de julio, Ciudadanos pactó con los conservadores un acuerdo de investidura. El 31 de agosto, en primera votación, Rajoy es derribado. Lo mismo ocurrió el 2 de septiembre, en segunda votación.

La decisión del Comité Federal del PSOE del 23 de octubre de abstenerse en una segunda votación de investidura de Rajoy –15 diputados rompieron la disciplina de partido– permitió al expresidente lograr su investidura el 29 de octubre.

Puentes rotos en el bipartidismo

Pedro Sánchez firma el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones el 28 de abril

Este escenario también es altamente improbable a día de hoy si se tiene en cuenta que Casado y Sánchez no tienen ninguna sintonía: no se hablan desde el pasado agosto, días después de que el líder del PP fuera a Moncloa a reunirse con el presidente tras haber ganado el congreso extraordinario de sucesión de Rajoy. A este distanciamiento habría que sumar los duros ataques que el líder de los conservadores lleva dedicando al presidente del Gobierno en las últimas semanas con la crisis catalana como telón de fondo. Hasta el punto de que Sánchez parece echar de menos a Rajoy: "Él sí quería cambiar las cosas en Cataluña", espetó en la presentación de su libro, Manual de resistencia.

No obstante, hasta la fecha, en medio de vetos cruzados, el presidente del Gobierno no ha descartado llegar a pactos con todos los partidos después del 28A, incluidos los independentistas.

En una entrevista concedida a TVE el pasado lunes consideró que "los demócratas" tienen que respetarse y que con este "cordón sanitario" el partido de Albert Rivera había demostrado que tiene "una visión excluyente de nuestro sistema democrático".

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