Iglesia
El cardenal Cañizares pide a los jóvenes ser “profetas de la vida” ante “gestos destructivos como el aborto”
"Frente a una cultura de la muerte y ante alienaciones como el narcotráfico, la violencia, la negligencia ante las necesidades de los niños abandonados, de los enfermos y los ancianos, y particularmente ante gestos destructivos como el aborto, os invito a ser profetas de la vida trabajando por la cultura de la vida con la creatividad y generosidad que os caracterizan". Con estas palabras animó el cardenal Antonio Cañizares a los jóvenes valencianos a ejercer como "evangelizadores, pero no evangelizadores tristes y desalentados", en una carta difundida en las vísperas de la Jornada Mundial de la Juventud.
El arzobispo de Valencia solicitó a los jóvenes a actuar como "evangelizadores, pero no evangelizadores tristes y desalentados, sino hombres y mujeres de fe, cuya vida irradia amor y alegría en Cristo Jesús, testimonio de salvación, disponibilidad plena para consagrar su vida a la tarea de anunciar el Evangelio del reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo", informó Europa Press.
En el escrito, difundido este sábado por el Arzobispado, el purpurado se dirige a los jóvenes: "Conocéis mejor que nadie el ambiente juvenil y sois testigos privilegiados de los muchos y grandes problemas que en él están sufriendo en el momento presente: el paro, la dificultad para lograr el primer empleo, la caída de valores, la duda, el desaliento, el pasotismo, el consumismo, la droga, el alcohol, la violencia, la delincuencia, el erotismo, el sexo fácil... Pero, al mismo tiempo, sabéis bien que en todo joven está viva, sigue viva una sed grande de Dios, aunque, a veces, esa sed se esconda dentro de una actitud de indiferencia y aun de hostilidad hacia lo religioso".
"Sois vosotros, los jóvenes, –prosigue– los primeros y más inmediatos evangelizadores de los jóvenes. Ese es vuestro, nuestro, primero y principal servicio hoy en relación con los hombres de nuestro tiempo: entregarles el Evangelio, que es Jesucristo".
Cañizares animó a mirar "a tantas gentes sumidas en extrema e inhumana pobreza, carentes de trabajo y de pan, hambrientos de pan y de justicia, sin lo mínimo necesario y sin el calor y el cobijo de un techo y de un hogar".
"Queridos jóvenes, no podemos permanecer impasibles. No podéis seguir con el mismo sentido de vida. Permitidme que, con todo afecto, os lo diga. Pasamos de largo de tantísimos millones de hermanos nuestros que no tienen lo necesario; cuando aparece alguna noticia de calamidades en los medios de comunicación nos condolemos y hasta nos quejamos y protestamos; pero continuamos igual, pasando de ese "mundo de pobreza e inhumano"; vivimos tal vez "muy a gusto", derrochamos mucho; cuánto se malgasta en modas o "marcas"; cuánto se consume y gasta en droga y alcohol, cuánta inversión en la industria del sexo".
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Además, adviertió que el colectivo juvenil es "objeto directo del mayor de los negocios actuales al lado del negocio del armamento". "No podemos quedarnos así; no os dejéis que os manejen; sed libres; buscad una humanidad nueva hecha de hombres que, como buenos samaritanos, no "pasen" del sufrimiento de los hermanos, de los hombres "tirados". Seamos buenos samaritanos de hoy cambiando de actitudes: más austeros, más sensibles".
En otro momento de la carta, pidió no recelar de la Iglesia: "Que no os dominen ni vuestros prejuicios ni los de vuestro alrededor respecto de la Iglesia; se la critica mucho, se la ama poco, se la conoce menos; se dice de ella que está cargada de pecados, de faltas; siempre se alude a los mismos tópicos –el caso Galileo, la Inquisición o las Cruzadas– de manera superficial, como si eso fuese toda la vida e historia de la Iglesia; a veces se os oye decir que la veis vieja y fea: sí, fea, por mis pecados, por los tuyos, por los de todos los que la formamos, los pecados de los hombres de todas las épocas; pero gracias a que es así yo, y tú, joven, que somos pecadores podemos estar en ella, vivir en ella, conocer a Cristo en ella, gozar de su amor, participar de su perdón y de su Cuerpo, escuchar su Palabra de Luz y de Vida".
"Os lo digo con toda verdad: lo mejor que me ha podido pasar es encontrarme con la Iglesia, ser Iglesia, porque en ella me he encontrado con Cristo, que con mucho es lo mejor, lo más importante incomparablemente que le puede suceder al hombre", concluyó Cañizares.