Contaminación
La contaminación lumínica aumentó casi un 50% en el último cuarto de siglo y empeora más con la luz LED, según el CSIC
La contaminación lumínica ha crecido, al menos, un 49% en los últimos 25 años, según datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), una cifra que los investigadores califican de "alarmante" y ante la que la Sociedad Española de Astronomía alerta de que a corto plazo se agudizará si el Proyecto de Decreto Ley para la eficiencia energética, cuyo plazo de alegaciones termina esta semana, se aprueba de acuerdo con la propuesta actual, informa Europa Press.
El estudio, en el que participa el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) a través de la Oficina de Calidad del Cielo, incluye solo datos de satélites, que son muy limitados para detectar la luz azul, que es la contaminante, de manera que los expertos advierten que la cifra de aumento real podría incluso alcanzar el 270%, es decir, casi cuatro veces más a nivel mundial.
La contaminación lumínica, producida por la iluminación nocturna, constituye un problema medioambiental cuyo impacto en la salud humana y en la de los ecosistemas ha sido comprobado. El trabajo de del IAA-CSIC concluye que en los últimos 25 años se ha producido un "alarmante aumento".
El investigador de la Universidad de Exeter y doctor vinculado al IAA-CSIC Alejandro Sánchez de Miguel, ha señalado que la preocupación por la contaminación lumínica surgió en el ámbito astronómico, por la pérdida de calidad del cielo, pero con el tiempo se van conociendo cada vez mejor sus consecuencias, más allá del derroche energético.
De hecho, asegura que hay estudios que muestran una asociación entre niveles elevados de exposición a luz azul durante la noche y un mayor riesgo de padecer cáncer de mama y de próstata, y también se relaciona la contaminación lumínica con problemas en los ecosistemas, como la desaparición masiva de poblaciones de insectos.
El estudio ha examinado las emisiones de luz de 1992 a 2017 y destaca el "impacto oculto" de la transición de la tecnología de diodos emisores de luz (LED) de estado sólido.
A ese respecto, avisa de que las luces LED emiten más luz azul que las tecnologías de lámparas anteriores, pero los sensores satelitales son ciegos a la luz azul y, por lo tanto, subestiman el nivel de emisiones.
"Nuestro estudio muestra que el problema es mucho más grave de lo que creíamos y que podríamos hablar de un aumento que puede alcanzar un 270% a nivel mundial y un 400% en algunas regiones", concluye Sánchez de Miguel.
La eficiencia eleva el consumo energético
Los hallazgos ponen también de manifiesto que el uso de tecnologías más eficientes ha contribuido a empeorar el problema. Este efecto rebote tiene antecedentes históricos, en los que el aumento de la eficiencia en la iluminación y la reducción de su coste generan un aumento del consumo en lugar de un descenso, ya que comienzan a iluminarse regiones oscuras o se programa el alumbrado desde el atardecer.
El constante aumento de la iluminación nocturna ha ocasionado que la mitad de Europa y un cuarto de Norteamérica sufran una "pérdida de la noche" generalizada, con la consiguiente modificación de los ciclos día y noche.
La Oficina de calidad del cielo del IAA-CSIC está analizando imágenes de la Estación Espacial Internacional para verificar o descartar los diferentes escenarios posibles y acaba de concluir un nuevo informe para proporcionar los últimos datos disponibles en la materia de cara a elaborar los próximos decretos de reducción de la contaminación lumínica actualmente en periodo de alegaciones, tanto a nivel estatal como autonómico.
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El investigador considera asimismo que el nuevo proyecto de Decreto Ley nacional para la eficiencia energética ignora el conocimiento científico actual, aumentará la contaminación lumínica en España y amenazará la sostenibilidad.
Ese borrador establece valores de iluminación máximos excesivos, se favorece el uso de la luz muy azul -la más perjudicial- en lugar de promover la luz cálida, obliga a iluminar superficies hoy oscuras y prohíbe tanto reducciones grandes de intensidad como el apagado de instalaciones en horario de bajo uso, en contra de la tendencia en los países vecinos.