Memoria histórica
Cuatro exagentes de la querella argentina mantienen pluses de hasta el 60% por sus medallas tras la muerte de 'Billy el Niño' en la impunidad
El exagente de la Brigada Político Social Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, falleció hace un par de semanas víctima de la pandemia. Se fue impunemente, sin haber dado una sola explicación ante un tribunal por las torturas cometidas durante años en los sótanos de la Dirección General de Seguridad. Y con una amplia lista de condecoraciones que ni un solo Gobierno en democracia ha sido capaz de retirarle. Una “injusta e indigna situación” a la que PSOE y Unidas Podemos quiere poner fin “de forma inmediata”. Ambos partidos registraron esta semana pasada una proposición no de ley (PNL) en la que instan al Ejecutivo, del que forman parte, a despojar a González Pacheco a título póstumo de todas las insignias acumuladas durante sus años de servicio. Sin embargo, la iniciativa no se centra sólo en él. También se sitúa sobre todos aquellos agentes del franquismo manchados por la sombra de la tortura. De hecho, a día de hoy todavía quedan otros cuatro expolicías investigados por la justicia argentina cobrando pluses sobre su pensión vitalicia gracias a estas condecoraciones.
La conocida como causa 4591/10, instruida por la jueza María Servini, ha puesto sobre la mesa en los últimos años los nombres de hasta once viejos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: Celso Galván, José Ignacio Giralte, Atilano del Valle, Antonio González Pacheco, Jesús Muñecas, Félix Criado, Ricardo Algar, Pascual Honrado de la Fuente, Jesús González Reglero, Jesús Martínez Torres y Benjamín Solsona. Los cuatro primeros ya han fallecido. “No me consta ninguna muerte más”, señala a este diario Ana Messuti, una de las abogadas de la querella argentina. De los que siguen vivos, seis han sido condecorados alguna vez a lo largo de su trayectoria. Pero no sólo eso. En el caso de los cuatro últimos de la lista, las insignias que cuelgan sobre su pechera llevan aneja alguna compensación económica. Emolumentos que, según establece la Ley 5/1964, “serán acumulables para el caso de concederse dos o más condecoraciones”.
Martínez Torres es uno de los más laureados. Nacido en 1941, el nombre de este policía se encargó de ponerlo sobre la mesa en su declaración ante la justicia argentina el militante del PCE José Aznar Cortijo. “Al llegar a la comisaría comenzaron las torturas, que el querellante recuerda como ejecutadas por bestias inhumanas, los golpeaban por todo el cuerpo; al comenzar la tarde le aplicaban 'el quirófano', que consistía en que lo tiraban boca arriba en un escalón con la cabeza hacia afuera y le deban golpes en la cara cuando caía hacia abajo por el cansancio, y lo volvían a levantar sujetado del pelo; lo agarraban del pelo y de las piernas y le tiraban de un lado a otro”, se recoge en la causa. Sin embargo, no es la primera vez que se le acusa de torturas. Ya en 1985, en un reportaje en el diario El País, el médico Mikel Azkue ponía el foco sobre él al recordar su detención en 1971 en las manifestaciones en Zaragoza contra el proceso de Burgos. “Era un policía que no pegaba por pegar, sino para sacar información. Le preocupaba la eficiencia. Eran nuevos métodos”, afirmaba.
Las supuestas torturas cometidas durante la dictadura no le impidieron ascender en democracia. En 1982, Martínez Torres se convirtió en comisario general de Información. Y en 2013 tuvo el privilegio de ser nombrado comisario de honor del Cuerpo Nacional de Policía. Su trayectoria en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado culminó con siete insignias sobre la pechera de su uniforme. Durante la dictadura se le concedió una cruz al mérito policial con distintivo rojo y otra con distintivo blanco. Y en democracia recibió otras dos con distintivo rojo, una medalla de plata al mérito policial y dos cruces de la orden del mérito de la Guardia Civil –una de plata y una con distintivo rojo–. Entre todas ellas, el plus acumulado sobre la pensión vitalicia de este expolicía y exsocio de Billy el Niño en el sector privado –ambos fundaron en la década de 1990 la empresa Servicios de Prevención de Atentados y Secuestros– asciende al 60%.
El excomisario de Leganés
Otro de los nombres bien conocidos por los luchadores antifranquistas es el de Jesús González Reglero. Nacido diez años después del fin de la Guerra Civil, este expolicía formó parte en la década de 1970 del conocido como grupo anti-Grapo, encabezado por González Pacheco y considerado como “uno de los más duros durante la época de la más fuerte represión franquista”. González Reglero ha sido identificado como uno de los agentes que participó en el interrogatorio de Alfredo Rodríguez Bonilla, detenido en febrero de 1975 durante una protesta de las Juventudes Comunistas. “Me decían que bajara la cara, cada vez que lo hacía me golpeaban en la misma, por la espalda recibí golpes, incluidos los que me propinaban con las propias cadenas con las que fui detenido y patadas en la entrepierna. Según que me iban golpeando, me decían ‘di que tu madre es una puta, di que tu padre es un maricón”, se recoge al respecto en el auto de la jueza Servini.
Al igual que Martínez Torres, este viejo policía también fue ascendiendo progresivamente en el Cuerpo. Tras pasar por diferentes jefaturas operativas en comisarías de distrito, González Reglero alcanzó en el año 2000 el rango de comisario. En enero de 2014, se jubiló como comisario jefe de la comisaría de Policía Nacional de Leganés. En su currículum constan tres condecoraciones que le permiten sumar a su pensión vitalicia un plus del 35%. La primera, una cruz al mérito policial con distintivo rojo, se le concedió al igual que a Billy el Niño el 13 de junio de 1977, pocos meses después de la liberación del entonces presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo, y del teniente general Emilio Villaescusa. Cuatro años después, logró una segunda insignia con distintivo rojo. Sin embargo, su condecoración más importante llegó en 1982, cuando se concedió la medalla de plata al mérito policial a toda la Brigada de Información, de la que por entonces también formaba parte González Pacheco.
'El Galletas' y Honrado de la Fuente
Los movimientos antifranquistas tampoco se olvidarán nunca de la brutalidad con la que actuaban Pascual Honrado de la Fuente y Benjamín Solsona Cortés. El nombre del primero, mano derecha en la Político Social de Oviedo del temido comisario Claudio Ramos Tejedor, lo tiene grabado a fuego en su memoria el ex secretario general del PCE y exlíder de IU Gerardo Iglesias, que lo sufrió durante sus detenciones e interrogatorios en 1963 y 1967: “Era un especialista. Te tiraba al suelo y te daba puñetazos en el hígado”. Durante su trayectoria en el Cuerpo, Honrado de la Fuente fue inspector de tercera, de segunda y de primera, un cargo este último al que accedió en los primeros compases de la democracia. En su haber cuenta con un par de medallas que le reportan un plus sobre su pensión vitalicia del 15%. La primera, una con distintivo blanco que no lleva aparejada ninguna compensación económica, se la concedió en verano de 1967 el entonces director general de Seguridad Alonso Vega. La segunda, una cruz al mérito policial con distintivo rojo, la recibió un par de años más tarde.
Solsona Cortés, por su parte, se movía más por la zona de Levante. Nacido en 1931, comenzó haciendo méritos en València y, posteriormente, desempeñaría sus funciones como jefe superior de Policía de Bilbao y Baleares y comisario en Málaga. El mote con el que se le conocía entre los círculos estudiantiles lo decía absolutamente todo: El Galletas. Sus agresiones y amenazas las sufrieron Juan José López o Francisco Camarasa tras ser detenidos por la Político Social en abril de 1971, durante el estado de excepción. “Me dieron golpes en la cabeza y en los oídos. Tengo pérdida de audición en el oído izquierdo desde entonces. Pero hubo otros compañeros que sufrieron episodios más violentos que yo”, recordaba López hace justo un año en una entrevista en eldiario.es. A diferencia de Honrado de la Fuente, el también denominado Billy el Niño valenciano tuvo que esperar hasta la llegada de la democracia para ser condecorado. Durante las etapas de Antonio Ibáñez y José Barrionuevo al frente del Ministerio del Interior, se le concedió una medalla con distintivo rojo y otra de plata. El plus sobre su pensión vitalicia, del 25%.
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“Son una vergüenza para el conjunto de la sociedad”
También se pueden permitir el lujo de lucir insignias Félix Criado y Ricardo Algar. Sin embargo, en estos dos casos las condecoraciones recibidas –medallas con distintivo blanco– no les reportan ningún tipo de compensación económica. En este sentido, la abogada de la querella argentina no sólo no entiende que España no haya colaborado en la investigación que desde hace más de una década se está llevando a cabo en Buenos Aires. Tampoco es capaz de comprender cómo el Estado ha podido premiarles. En la misma línea se pronuncia Kutxi Echegoyen, histórica militante antifranquista y una de las víctimas de Billy el Niño. “Hay que retirar todas esas condecoraciones que son una vergüenza para el conjunto de la sociedad. No hay derecho a que criminales sigan cobrando un sobresueldo con los impuestos que pagamos todos”, apunta en conversación telefónica con infoLibre quien fuera miembro de la Liga Comunista Revolucionaria, que no se muestra ilusionada con la iniciativa del PSOE y Unidas Podemos: “Para mí que esto va a ser prácticamente nada”.
La PNL registrada por las dos formaciones de izquierdas exige al Ejecutivo que revoque “de forma efectiva las condecoraciones y recompensas concedidas por el Estado a funcionarios y autoridades de la dictadura franquista que, antes o después de la concesión, hubiesen realizado actos u observado conductas manifiestamente incompatibles con los valores democráticos y los principios rectores de protección de los Derechos Humanos”. Es decir, que la acción vaya mucho más allá de la querella argentina y que la retirada se pueda producir a título póstumoquerella argentina, lo que sería de aplicación a casos como el del oscuro comisario Roberto Conesa, entre tantos otros. Porque detrás de las torturas que se cometieron al servicio del aparato represivo hay muchos más nombres. De hecho, según se recoge en la iniciativa, en la actualidad el Estado todavía está pagando el importe de 115 medallas policiales que fueron concedidas antes de 1979 a agentes de la policía franquista. Echegoyen, como tantos otros, seguirán luchando para acabar con este “agravio terrible”. Sin descanso, como llevan haciendo desde hace décadas.