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El otro debate: ¿quién ganó en imagen y lenguaje no verbal?

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Ibon Uría

La vicepresidenta del Gobierno y número dos del PP al Congreso por Madrid, Soraya Sáenz de Santamaría, y los candidatos a la Presidencia de PSOE, Podemos y Ciudadanos –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera respectivamente– debatieron este lunes en el único enfrentamiento a cuatro de la campaña.

La discusión en Atresmedia –Antena 3, La Sexta y Onda Cero– presentó algunas novedades con respecto a los formatos vistos en debates pasados: no hubo bloques temáticos cerrados, sí tuvieron cabida las preguntas y repreguntas de los dos periodistas que condujeron el debate, y los candidatos al Congreso pudieron interrumpirse con cierta flexibilidad en un plató donde permanecieron de pie y sin atriles.

infoLibre analiza con especialistas en comunicación política y oratoria los discursos de los cuatro candidatos y sus errores y aciertos durante el debate a la hora de manejarse en ese espacio físico, colocar sus mensajes y propuestas de campaña, y repasa también algunas curiosidades en el terreno de la imagen.

Un plató sin atriles

Todos los expertos consultados coinciden en que la ausencia de atriles complicó su actuación a los candidatos. Belén Andueza, doctora en Comunicación Audiovisual y experta en comunicación política, llama la atención sobre lo complicado que resulta debatir en un espacio abierto. "Es muy dificil comunicar con todo el cuerpo", apunta. Por eso cree que, al inicio del debate, todos estuvieron "muy rígidos".

"No están acostumbrados a debatir en este tipo de escenarios, y se nota", añade Andueza, que vio a los candidatos "muy limitados" por esa condición y por el cuadrado dibujado en el suelo en torno a cada uno de ellos. El sociólogo y profesor de la Universidad Complutense, Fermín Bouza, coincide con esa impresión: "Es muy incómodo debatir sin atril. La idea y la puesta en escena no me convence en absoluto", afirma.

"Creo que Iglesias ha sido el mejor en este punto", opina Diego Crescente, socio de Mas Consulting. El analista señala que la segunda mejor durante el debate fue la vicepresidenta, que controló su gestualidad y no se movió en exceso. "Los peores –concluye– fueron Rivera y Sánchez: Rivera porque se ha movido muchísimo y porque era difícil seguirle; Sánchez porque ha transmitido imagen de cansancio a medida que avanzaba el debate".

María José Canel, catedrática de Comunicación Política por la Universidad Complutense y doctora en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, cree que la vicepresidenta era, de partida, la que lo tenía más complicado. "El escenario le perjudicaba porque es la de menor estatura y tenía que mirar hacia arriba para dirigirse a sus rivales. Soraya Sáenz de Santamaría es quien ha tenido que mantener una expresión corporal más difícil", subraya.

Andueza concluye que, pese a eso, "gesticuló bien y resultó expresiva", aunque durante muchos minutos mantuvo sus brazos alineados con el cuerpo, una posición que resulta menos natural que otras, como las adoptadas por Sánchez y Rivera –que movieron más los brazos por encima de la cintura–. Sobre el líder de Ciudadanos apunta que "debería corregir su excesivo nerviosismo" y critica que cruzó los brazos en demasiadas ocasiones. "Se le veían ganas de hablar e intervenir", agrega. 

Acerca del candidato socialista, Andueza opina que estuvo "muy explicativo con sus manos y con el rostro". Además, destaca que mostró las palmas de sus manos a las cámaras, "un gesto que denota franqueza". Canel critica que, "a ratos, parecía que no estuviera incorporado de verdad al debate". "Tenía una expresión fija, parecía casi una cartel electoral y su sonrisa, por momentos, resultaba fría", termina.

Los mensajes de campaña

"Vi a Soraya muy tranquila al principio, con formas muy pausadas y un discurso muy aprendido", dice Andueza sobre la vicepresidenta del Gobierno. "Pero es como si le hubieran administrado el tiempo, la vi un poco coartada y reprimida, aunque ella suele ser bastante guerrera", contrasta Bouza, para quien la número dos del Ejecutivo "no estuvo brillante".

"La vicepresidenta transmitió serenidad porque no reaccionó de inmediato a las críticas y alusiones de sus rivales", alaba Canel, quien sin embargo critica que en ocasiones tuvo un tono "de opositora", propio de quien está acostumbrado "a largas ruedas de prensa" pero no "a un debate con constantes interpelaciones". En conjunto valora que "no pareció agresiva ni antipática".  "Hizo un papel más que digno", coincide Crescente, para quien la vicepresidenta "tiró demasiado de argumentario" pero logró "defenderse" en todos los terrenos, incluso en el de la corrupción.

Sobre Pedro Sánchez, Crescente opina que "le costó mucho transmitir sus mensajes propios" porque, aunque "lo esperable" era que los reproches se centraran el en PP, el socialista se llevó "muchas críticas", especialmente en los compases iniciales, por el desempeño de anteriores gobiernos socialistas. 

Bouza no recibió una impresión tan negativa del candidato del PSOE. Admite que él mismo esperaba que Sánchez estuviera "excesivamente encorsetado", pero valora que "sacó un tono de agresividad moderada" y "levantó la voz". "Supo cortar a sus rivales, pero de forma nada escandalosa. Creo que lo hizo bastante bien", argumenta. "Pero se relajó demasiado a medida que avanzó el debate", contrapone Andueza, para quien el líder socialista "usó demasiado la risa" para interrumpir a sus oponentes, algo que "puede dar impresión de ser poco serio o de autocomplacencia".

Más le gustó a la experta la actuación de Iglesias. "Junto con Rivera –dice– fue el más fresco". "Transmitió una imagen muy ideológica y orientada a su público objetivo", destaca. En el otro lado de la balanza, señala que a medida que se desarrolló el enfrentamiento volvió a ofrecer una imagen de enfado que ya se le ha achacado en ocasiones anteriores al líder de Podemos. Bouza coincide en que a ratos Iglesias parecía contrariado, pero cree que estuvo "mejor que otras veces". "Pablo Iglesias habla claro, simple y preciso", desarrolla el profesor y sociólogo.

Para Crescente el discurso del líder de la formación morada fue "contundente". "Ha colado bien su mensaje, ha repartido críticas a todos y ha transmitido en el cierre", desgrana. Canel no es tan optimista: "Empezó tranquilo, pero ha acabado siendo un poco antipático con su intensidad o agresividad", concluye. La experta también critica la táctica de Iglesias de pedir al resto de debatientes que se calmen –"abusó de ese recurso", dice–, mientras que Bouza opina que fue agresivo "pero comedido" y que en todo momento dio "imagen de aplomo" y no tanto de "joven airado", algo que ve positivo.

Por último, los analistas hablan de la actuación del candidato de Ciudadanos, Albert Rivera. "Como de costumbre –dice Bouza– me pareció un vendedor de crecepelo. Y en esta ocasión no dio lo mejor de sí. Dio la impresión de estar desbordado por las críticas de Sánchez e Iglesias". "Yo creo que fue quien mantuvo un tono de mayor serenidad –discrepa Canel–, aunque también es verdad que apenas recibió ataques de sus oponentes".

"Yo también esperaba más de él. Normalmente lo hace muy bien en los debates, pero no fue su día", dice Crescente, mientras que Andueza cree que la actuación del candidato del partido naranja no fue mala: "Tuvo claro el mensaje y fue bastante contundente a la hora de criticar a las fuerzas de bipartidismo y restar credibilidad a sus adversarios", zanja.

Detalles del debate

Al margen de los grandes temas en cuestión de imagen, los expertos consultados por infoLibre llaman la atención sobre algunos detalles del debate que pudieron pasar desapercibidos y que también sumaron o restaron en materia de imagen. Son estos:

  • El bolígrafo de Pablo Iglesias: "Iglesias ha mejorado su lenguaje no verbal y el movimiento de las manos", dice Canel. La experta agrega que fue una buena idea por su parte llevar un bolígrafo en la mano para "descargar la tensión" de debatir de pie. "Y además fue un bolígrafo Bic, un detalle muy obrero", concluye Andueza.
  • Los gráficos de Rivera: en varios momentos del debate el líder de Ciudadanos ojeó papeles que dejó en una mesa a su lado. Y en al menos una ocasión, exhibió una tarjeta con datos a cámara. ¿Una buena idea? "Sí, porque era un dato fácil que se leía muy bien", dice Andueza. ¿Pero, aprovechó ese acierto? "No –señala la experta– porque sacó ese gráfico con poca seguridad. Lo mostró a cámara muy poco tiempo y no se detuvo a explicar los datos".
  • De la corbata de Sánchez al traje de la vicepresidenta: el vestuario también cuenta. Y en opinión de Crescente, Iglesias falló al optar por una camisa oscura: "Es un error de principiante, porque al final siempre aparecen manchas de sudor". El analista dice que, por suerte para el líder de Podemos, sólo fue "al final" cuando esas marcas aparecieron. A su lado, Pedro Sánchez vestía corbata –a diferencia de lo ocurrido en el debate de El País, cuando vistió simplemente traje y camisa–, chaqueta y pantalones –no traje–. "Sánchez juega a la ambigüedad, muestra que tiene varios registros. En esta ocasión no llevó traje, pero sí corbata, supongo que para mostrar más seguridad". En tercer lugar, Rivera permaneció fiel a su traje clásico, mientras que opina que la vicepresidenta "demostró seriedad" con el atuendo elegido.

La vicepresidenta del Gobierno y número dos del PP al Congreso por Madrid, Soraya Sáenz de Santamaría, y los candidatos a la Presidencia de PSOE, Podemos y Ciudadanos –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera respectivamente– debatieron este lunes en el único enfrentamiento a cuatro de la campaña.

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