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LOS EFECTOS DE LA DANA

Después del shock llega el "bajón": la salud mental, la gran damnificada a largo plazo tras la dana

Dos personas se abrazan en medio de una de las calles destruidas de Paiporta.

Ha pasado exactamente una semana, pero la normalidad suena todavía demasiado lejos. Las calles de los municipios más afectados por la dana continúan anegadas de barro y muchos espacios siguen siendo cementerios improvisados de todo tipo de enseres que los vecinos han dado por perdidos. Prácticamente nada es lo que era antes. Tampoco colegios que, como el de El Rajolar en Aldaia (Valencia), han tenido que convertirse en un recurso en el que varios voluntarios prestan su ayuda a la localidad. Lo hacen mediante la distribución de ayuda, mediante la asistencia sanitaria y mediante la intervención, también, psicológica. "Nunca es lo primero que se tiene en cuenta, pero es muy importante. Al final, una herida puede curarse con una tirita, pero esto no sirve para quien está afectado psicológicamente", dice Paco Túnez, de la Unidad de Emergencia de Cruz Roja Española y trabajador en ese centro improvisado.

Hace tiempo que la salud mental es, al menos sobre el papel, una prioridad. A nivel nacional, además. Muestra de ello es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció este martes que el Consejo de Ministros ha dado luz verde a la creación de una incapacidad temporal extraordinaria de trabajadores y autónomos con daños físicos, pero también psicológicos. Según explicó en rueda de prensa, todos ellos tendrán garantizado el 75% de su salario desde el primer día.

No es una medida baladí. Según explica la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), "las situaciones de emergencia causan malestar a la mayoría de las personas". Se trata de "efectos habituales" que "suelen mitigarse con el tiempo" pero que, en algunos casos, pueden permanecer en el tiempo. No es lo más frecuente —la prevalencia ronda entre un 20% y un 30%, según los expertos consultados por infoLibre—, pero la exigencia de tratar de evitarlo es la misma. Y para eso sirven recursos como en el que colabora Túnez, que no deja de ver cómo las peticiones de paran de aumentar. "En un primer momento los vecinos sufrieron un shock, pero ahora es cuando se están dando cuenta de la magnitud de la catástrofe. Es el momento del bajón", explica.

De la supervivencia a la asimilación: la reacción normal a las situaciones anormales

Todos los expertos lo explican de la siguiente manera: lo primero es la adrenalina, pero el problema es cuando ésta se estabiliza. Lo explican las sociedades médicas y científicas. Esta hormona se almacena y se libera de forma natural en situaciones de alarma, estrés, peligro o excitación y lo hace, exclusivamente, para ayudar a enfrentarse a situaciones que pueden suponer un peligro para la vida. Como una dana. En inglés se llaman "las cuatro F": Fight (lucha), Flight (huida), Freeze (parálisis) y Fawn (desmayo); en español, "reacciones de estrés agudo". "Son las primeras que todo el mundo experimenta ante una situación límite. Pueden ser una o varias y pueden darse progresivamente o a la vez", explica Anna Romeu, presidenta de Emergencias del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya. "Son reacciones normales que se dan en situaciones anormales. Y son necesarias, porque permiten que las personas se pongan a salvo", especifica. Pueden durar horas, pero también semanas. Todo depende, señala, de la dimensión de lo ocurrido.

Y también de quién lo sufre. Así lo explica Guillermo Fouce, profesor en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y presidente de Psicología Sin Fronteras. "No es lo mismo haber tenido una pérdida de un ser humano a una pérdida material, pero la situación tampoco tiene el mismo impacto en personas vulnerables que en aquellas que no lo son. O en aquellas que ya tuvieron un trastorno antes que en aquellas que no sufrieron nunca ninguno", señala. Por eso es importante abordarlo todo de la manera correcta.

Pero en todo caso, ¿qué s lo que pasa cuando la situación que ha provocado la alarma se disipa? Aplicado a este caso, ¿cuál es el proceso de los vecinos y vecinas afectados por la dana ahora, una semana después de la catástrofe? Pues como explica Romeu todavía siguen inmersos en esa reacción de estrés agudo, aunque de manera más leve. "Algunas sufren flashbacks, imágenes intrusivas, pérdidas de memoria, alteraciones del ánimo y dificultad para mantener unos ritmos normales de descanso y alimentación", indica. También es normal. Y puede prolongarse hasta seis meses. "En ese periodo suele haber una recuperación gradual de la normalidad. Las primeras reacciones siempre ocupan mucho tiempo, pero a medida que pasa el tiempo disminuye tanto su frecuencia como su intensidad", continúa.

¿Y si no ocurre? Entonces sí que habría que hablar de algún tipo de trastorno. "Los más frecuentes serían los derivados del estrés, la depresión y la ansiedad", señala Romeu.

La intervención: acompañar y validar

Todas las fuentes consultadas insisten en que esto no va a ser ni mucho menos lo más frecuente. La OMS lo cifra. Según una revisión de 129 estudios realizados en 39 países, sólo el 22% de las personas que han vivido en una zona afectada por un conflicto en algún momento de los diez previos sufre depresión, ansiedad, trastorno por estrés postraumático, trastorno bipolar o esquizofrenia. Pero estos problemas tan graves, en cualquier caso, tienen una prevalencia de tan sólo el 5%.

Es decir, lo más habitual es que toda tragedia se supere. Antes o después. Pero eso no es óbice para que lo recomendable es que se haga desde el acompañamiento. Y que éste se produzca lo antes posible. Así lo explica por ejemplo Fouce. "Lo ideal es ir gestionando las emociones desde el primer momento. Si no, se corre el riesgo de que aparezcan todas en cascada y arrollen a la persona", señala.

Su organización también trabaja por ello desde el terreno. Y lo hace mediante la generación de "espacios donde se puedan compartir las emociones, llorar, reír, expresar lo que cada uno está pasando. Y también donde se recuerde que es importante mantener unas pautas de descanso y alimentación sanas", explica el psicólogo, que incide en que esto también es necesario en el caso de los equipos de intervención. "Es necesario que desconecten, porque si no se rompen", explica.

Lo suscribe Túnez. "Es importante explicar a quienes han sufrido la situación qué ha pasado, porque muchas personas acuden a nosotros cuando todavía no lo han asimilado. Hay que decirles que lo que están viviendo es normal, y detallarles los síntomas que pueden sentir. Hay que validarlo", explica. E incide, como sus compañeros, en la importancia de que la pauta pase por una rápida vuelta a la rutina. En la medida de lo posible, claro. "Hay que conseguir que la persona tome el control de la situación, no que la situación se apodere de la persona", señala.

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En este sentido, Fouce incide en que es importante que las víctimas no tomen "atajos" para llegar al final del proceso. Es decir, que canalicen sus intentos por superar la situación a través de medicamentos o alcohol. "En estas situaciones las personas no encuentran un sentido, se rompen todas sus creencias. Por eso hay que permanecer a su lado, para que no recurran a esas soluciones que sólo conseguirán provocar más problemas a largo plazo", dice el presidente de Psicología Sin Fronteras.

Atención especial a niños y personas solas

Incide en que la situación no cae del mismo modo en la mente de todos. Y sus dos compañeros también subrayan esa idea. Túnez, por ejemplo, detalla que desde Cruz Roja realizan intervenciones en los domicilios de aquellas personas que reclaman su ayuda pero que no tienen facilidades para acudir al colegio El Rajolar en persona. Son además quienes más necesitan la ayuda. "Sabemos que hay muchas personas que viven solas que en condiciones normales necesitan ayuda, así que en estos casos hay que volcarse en darles apoyo. No es sólo que necesiten medicación, comida o bebida, sino que también es importante que puedan hablar con alguien", subraya.

Junto a ellas Romeu se acuerda de los niños. "Es muy importante no aislarles de lo que ocurre. Tienen que estar cerca de sus adultos, es muy importante que sepan lo que ha pasado y que vean que todas las situaciones se afrontan y se pueden superar", afirma Romeu. Pasa igual con los adultos. "No importa el estado en el que se encuentre el cuerpo sin vida, siempre recomendaremos verlo y reconocerlo. Es importante. La incertidumbre que sufren ahora los familiares de los desaparecidos es la peor situación", sentencia.

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