Costa y medioambiente
Ecologistas otorga 48 banderas negras a espacios costeros para denunciar la insostenibilidad del modelo turístico
La organización Ecologistas en Acción ha publicado este viernes su informe de 2019 de Banderas negras, en contraposición a las banderas azules que otorga anualmente la Fundación para la Educación Ambiental (BEE) a las mejores playas del planeta. El trabajo de los activistas viene a señalar las playas y espacios costeros de España más degradados, afectados por la contaminación y por un modelo turístico que consideran extractivo e insostenible. Los ecologistas han seleccionado dos casos especialmente flagrantes en cada provincia litoral, más Ceuta y Melilla, con el afán de denunciar que el valor ecológico, social y cultural intrínseco de las costas españolas "se ha visto distorsionado y gravemente amenazado, modificando sus cualidades por un sinónimo de riqueza económica, riqueza que ha campado a lo largo y ancho de todo nuestro deteriorado litoral".
España ha sido el país que más banderas azules ha recibido en 2019, aunque el número de concesiones ha disminuido con respecto a las otorgadas en 2018. Ecologistas en Acción viene a denunciar lo que consideran un optimismo infundado, teniendo en cuenta que el principal factor que altera el estado ecológico de la costa, el turismo, no será para siempre la gallina de los huevos de oro. Los activistas han centrado su informe en los procesos de turistificación, un concepto usado habitualmente en lógicas urbanísticas y de ordenación del territorio, y que la organización reinterpreta para explicar cómo esta actividad económica destruye ecosistemas enteros y hace la vida más difícil para la población residente en los territorios atractivos para los viajeros a cambio de una promesa de empleo y desarrollo que no tiene por qué cumplirse para siempre.
La actividad turística, argumenta Ecologistas en Acción, funciona como una suerte de "monocultivo", que pese a que representa solo el 11% del PIB español, en algunas zonas costeras es casi el 90% de la actividad económica del territorio. Y esa apuesta a solo un caballo ganador tiene ya consecuencias y puede tenerlas, en el futuro, mucho peores. Para la organización, este monocultivo es una industria extractiva que agota la materia prima que vende –en este caso la tierra–, así como depende de un mercado exterior "que sitúa a las poblaciones locales en una posición subalterna". "Pero la tierra no se puede producir, por lo que cuando acabe, la industria solo tendrá que mover su dinero a otro destino, quedando nuestros territorios destruidos con pocas posibilidades de recuperación y nuestra economía desierta", puntualiza el informe.
La industria del turismo, vinculada estrechamente con la inmobiliaria, "ha gozado de un cierto consenso social, apuntalado casi en exclusiva en la noción 'vivimos del turismo' o 'el turismo genera riqueza'", afirma el documento, que contradice esta percepción con datos: muchos de los municipios y poblaciones que reciben a una buena cantidad de turistas cada verano son los que más pobreza y desigualdad registran.
Y además, recuerda Ecologistas en Acción, el idilio de España con el turismo no será para siempre: en los últimos años el país se ha beneficiado de una percepción como el país más seguro del Mediterráneo que se está empezando a revertir. El cambio climático eleva las temperaturas más allá del confort térmico que disfrutan los visitantes y sube el nivel del mar, lo que podría, literalmente, engullir a muchos enclaves costeros. Y el precio del petróleo sigue subiendo, lo que subirá los precios de muchos de los vuelos low cost que traen a España a millones de personas cada verano.
Casi 50 puntos negros en nuestras costas
Así, Ecologistas en Acción ha seleccionado 48 espacios litorales españoles dignos de una bandera negra. No todos los procesos de degradación ambiental son fruto del turismo, eso sí: otros muchos son, por ejemplo, fruto de una deficiente gestión de los residuos que van a parar al mar, como el caso de Nerja (Málaga): el único de los municipios de la Costa del Sol que no cuenta con depuradora y en cuyas costas la Guardia Civil afirma que se ubica un "vertedero submarino incontrolado". El delta del Ebro, donde el agua del mar cada vez come más terreno y altera el delicado equilibrio ecosistémico de la zona, también cuenta con una bandera negra: más que por el turismo, fruto de una gestión de los recursos hídricos muy mejorable.
Hay banderas negras que se repiten y que son tristemente conocidas, como el caso del hotel ilegal del Algarrobico (Almería), que tras años de idas y venidas judiciales se declaró que estaba construido sobre zona protegida; y otras que se otorgan a una zona de tanta extensión y simbolismo, por su potencial, como la Costa Brava. Esta parte del litoral catalán, formado por 22 municipios "de insólita riqueza paisajística y larga historia ligada al Mediterráneo", es un ejemplo paradigmático de los males del turismo en el país: los ríos de la provincia gerundense están secos por la sobreexplotación, los ecosistemas pierden biodiversidad, los oficios y empleos tradicionales son sustituidos por la estacionalidad y precariedad del trabajo turístico y la zona, en definitiva, se ha convertido en una de las más pobres de Cataluña.
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Las banderas negras también se dirigen a una forma de contaminación del litoral tan desconocida como frecuente: la de los cruceros. Un reciente informe de Transport & Environment apunta a que los cruceros que surcan el Mediterráneo contaminan más en cuanto a óxidos de azufre que toda la flota de vehículos terrestres del continente. Ecologistas en Acción señala casos llamativos como el de Bilbao y Getxo, donde las autoridades "permiten y fomentan el turismo de supercruceros, que suponen un grave daño para el medio ambiente y una pésima inversión a medio y largo plazo para la economía de la zona".
Aunque sin llegar al nivel de Barcelona, contaminada en buena parte por el alto tráfico de estas embarcaciones. La organización critica especialmente el recibimiento mediático y político de un crucero a gas calificado de "ecológico" y que espanta, a juicio de la organización, el abordaje real del problema: si bien los buques a gas son mucho menos contaminantes, la gran mayoría de las flotas no puede permitirse cambiar de combustible y sí tomar medidas a favor de reducir emisiones. Algo que, según Ecologistas, no se hace con demasiada frecuencia.
El resultado total es de 15 banderas negras otorgadas por vertidos de aguas sin depurar, nueve por especulación urbanística, nueve por afecciones industriales, seis por puertos y cruceros, seis por regresión costera, dos por acumulación de basuras y una por otras actividades como los fondeos. Ecologistas en Acción insiste en la importancia de la crisis climática: "El actual negocio de turismo también se verá seriamente amenazado, desplazando sus preferencias geográficas a otros lugares". La apuesta de los activistas es la de cambiar el modelo productivo, haciéndolo sostenible, antes de que la marcha del dinero derrumbe el castillo de naipes.