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Cataluña

ERC aguanta la presión de JxCat para que rompa el diálogo pero advierte: "La detención de Puigdemont lo pone más difícil"

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, ofrece una rueda de prensa tras la reunión de urgencia convocada por la detención de Carles Puigdemont.

Un destacado diputado catalán compartía a mediados de esta semana un análisis en el patio del Congreso. “A Junts le ha salido mal lo de la mesa de diálogo porque Aragonès se ha mantenido firme. Se han quedado fuera y se han desdibujado. Solo les queda que el de Waterloo menee un poco el árbol”. Poco antes de las 23 horas del jueves, las alertas saltaron en Cerdeña (Italia). El expresident fugado, Carles Puigdemont, había sido detenido. La noticia cae como un manotazo en medio del tablero de la política española.

Lo que en principio pudiera parecer una buena noticia para el Gobierno de Pedro Sánchez, que hizo la aventurada promesa electoral de traer a Puigdemont a España, supone también un elemento distorsionador en el complejísimo equilibrio de fuerzas, estrategias e intereses que hay en juego en torno al conflicto catalán. El paso dado por el presidente del Gobierno con el indulto a los líderes del procés encarcelados y el compromiso del president de la Generalitat de abandonar indefinidamente la vía unilateral son dos apuestas arriesgadas para sus respectivos ecosistemas políticos y encauzadas hacia un mismo destino: transitar del terremoto independentista de 2017 hacia la calma, de la ruptura al diálogo, a contracorriente de muchos e influyentes sectores a uno y otro lado del puente aéreo. A expensas de saber qué recorrido judicial le queda ahora al expresident, las primeras impresiones en Moncloa y en la Generalitat son similares: la detención de Carles Puigdemont, justo ahora, supone turbulencias.

Y son turbulencias porque ponen en un aprieto, antes que a nadie, a ERC, el socio estratégico del Gobierno en la negociación con Cataluña. La presión a Pere Aragonès desde sus propios compañeros de Govern de JxCat ha sido tan intensa desde el primer momento de la legislatura que hay un comentario que se ha vuelto recurrente en los corrillos independentistas: “La líder de la oposición es Laura Borràs, no Salvador Illa”. El intento de incluir en la última reunión de la mesa de diálogo a personalidades ajenas al Govern incluyendo a los indultados Sánchez y Turull también fue interpretado como una maniobra de desestabilización del proceso y como desafío al president. Ahora, con la detención de su líder en Cerdeña, el pulso de Junts hacia los republicanos para que “rompan con el Estado”, se recrudece. Y en Cataluña, reconocen fuentes de varios grupos del parlament, “pesa mucho el miedo a que te llamen botifler”.

Desde Junts, se han apresurado a criticar el proceso de diálogo desde todos los frentes. El vicepresidente del Govern , Jordi Puigneró, recalcó que “nosotros ya avisamos en su momento de que éramos muy escépticos con la mesa de diálogo y estamos viendo que el tiempo nos está dando la razón”. El secretario general del partido, Jordi Sànchez, advirtió que “no se puede garantizar un diálogo dando amparo a la persecución y a la vulneración de derechos”.

ERC mantiene el rumbo

En cuanto se conoció que Carles Puigdemont había sido detenido en Italia, el president de la Generalitat y ERC en su conjunto se apresuraron a escenificar un cierre de filas independentista. Pere Aragonès suspendió su agenda oficial, reunió de urgencia a su Gobierno y exigió “la retirada inmediata” de todas las euroórdenes emitidas en contra de los políticos independentistas. También elevó el tono contra la justicia española, a la que acusó de “engañar” a Europa, y anunció que este sábado viajaba a Italia para mostrar su apoyo expreso al expresident. Fuentes de la Presidencia de la Generalitat se encargaron de informar de que el propio Aragonès se había puesto en contacto con Moncloa para trasladar su malestar.

Más allá de ese esfuerzo por trasladar una imagen de unidad con sus socios de Junts, la decisión de ERC es mantener el rumbo. Una fuente de primer nivel en la dirección republicana admite que la detención de Puigdemont “lo pone todo aún más difícil”, pero concluye que, precisamente por eso, es el momento de “proteger más que nunca” la mesa de diálogo. “Claro que la mesa está en peligro porque tiene muchos enemigos. Pero la pregunta es qué alternativa hay. La vía para superar todo esto es el diálogo, la política y la negociación. Más que nunca. Así que hay que hacer cosas para cuidarlo más que nunca”, concluye.

El líder de ERC y exvicepresidente, Oriol Junqueras, también apuntó en esa misma dirección en una entrevista este viernes en laSexta: “Nosotros mantenemos nuestro compromiso con la voluntad de negociar, pero estamos obligados a denunciar que estas no son las circunstancias adecuadas para transmitir una negociación que sea efectiva". Junqueras también admitió que “es indudable que son muchos los que trabajan para dificultar e imposibilitar la vía de la negociación y de los acuerdos" a pesar de lo cual él “no rompería en ningún caso ninguna mesa de negociación". E insistió en condenar “el uso de la represión como único instrumento para intentar resolver un conflicto político que existe entre Cataluña y España".

Aragonès no responsabiliza al Gobierno de la detención de Puigdemont y defiende el diálogo

Aragonès no responsabiliza al Gobierno de la detención de Puigdemont y defiende el diálogo

Tranquilidad en La Moncloa

En La Moncloa, la versión oficial se limita a expresar “respeto a las decisiones judiciales”. Todos los miembros del Gobierno se muestran muy prudentes al ser preguntados por la repercusión de una posible extradición a España de Carles Puigdemont. En cualquier caso, lanzan un mensaje de serenidad ante los anuncios apocalípticos de que la detención del expresident suponía de facto el fracaso de los Presupuestos, de la negociación con Cataluña y el fin de la legislatura.

"El diálogo es, si cabe, más necesario hoy y lo será en el futuro”, dijo este viernes Pedro Sánchez desde la isla de La Palma. El presidente quiso trasladar palabras de tranquilidad y “de compromiso y de reivindicación del diálogo entre distintas administraciones para que los catalanes puedan superar el trauma que supuso 2017". Después de que el presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos, Jaume Asens, llegara a afirmar que la detención de Puigdemont era “ilegal”, incluso la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha querido corregir esas palabras destacando que su formación va “a respetar las decisiones judiciales que se adopten en cada momento”. La también ministra de Derechos Sociales añadió que “el Gobierno de España está concentrado en abandonar el camino de la judicialización, que ha demostrado ser un callejón sin salida".

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