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El Gobierno pone la primera piedra para un frente común europeo que cambie la relación con Israel

Manifestación "contra el genocidio palestino" celebrada en Barcelona.

Una década después de que lo exigiese por unanimidad el Congreso de los Diputados, España ya está lista para dar el paso. El Consejo de Ministros aprobará el próximo martes el reconocimiento de Palestina. Lo hará "por paz, justicia y coherencia", convencido de que la única solución para acabar con el enquistado conflicto en Oriente Próximo pasa por la solución de los dos Estados. Se trata de un movimiento coordinado con Noruega e Irlanda. Y que, al menos por el momento, tiene más valor simbólico que práctico o jurídico. "Agrietan la armadura que se había creado alrededor de Israel", señalan a infoLibre algunos expertos consultados, que están a la espera de ver en qué términos se concretan dichos reconocimientos anunciados de forma simultánea.

El reconocimiento mutuo suele ser el pilar sobre el que se construyen posteriormente las relaciones entre Estados. Una sucesión lógica que, sin embargo, no se da en el caso de Palestina y España. A pesar de la ausencia de dicha base, ambos países llevan años manteniendo relaciones bilaterales, tanto a nivel económico –nuestro país es el segundo proveedor europeo más importante para los palestinos– como diplomático. La Autoridad Nacional Palestina cuenta con una oficina en Madrid que tiene rango de misión diplomática. Y su jefe, Husni Abdel Wahed, goza de un estatus equivalente al de embajador. El Consulado General de España en Jerusalén, por su parte, ostenta la representación diplomática de nuestro país ante la Autoridad Palestina

"El reconocimiento, por lo tanto, acaba con esa anomalía existente", explica al otro lado del teléfono Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. Una anormalidad que se mantenía, en parte, en base a la "trampa" de que sólo sería legítimo un reconocimiento cuando existiese un acuerdo entre palestinos e israelíes, lo que daba una capacidad de bloqueo al Estado hebreo. "El paso que se ha anunciado rompe ahora con ese poder de veto israelí y deja claro que la decisión de reconocimiento es algo que nos corresponde solo a nosotros", sostiene Barreñada.

Los expertos, no obstante, creen que aún deben despejarse algunas incógnitas alrededor del anuncio. Por ejemplo, en lo referente al territorio que ocupa dicho Estado reconocido. "Habrá que ver si se hace mención o no a eso", sostiene el profesor de la Universidad Complutense. Si se refiere a las fronteras anteriores a junio de 1967, eso supondría considerar, como explica Barreñada, que el Consulado General de España en Jerusalén se encuentra en "territorio ocupado". El experto también se pregunta si nuestro país continuará pidiendo permiso a Israel, como se ha hecho hasta ahora, para acceder a Palestina. "Si reconoces el Estado, no puedes solicitar consentimiento para acceder a él al ocupante", asevera el profesor de Relaciones Internacional.

Pero más allá del valor simbólico, el reconocimiento, coinciden todos los expertos consultados, apenas cambia gran cosa en la práctica. Ni acaba con la ocupación ni soluciona por sí solo una crisis que lleva décadas enquistada en Oriente Próximo y que se ha intensificado desde el pasado mes de octubre, con una ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza que ya ha dejado más de 35.000 palestinos muertos. "La realidad persistirá", señala Ana Salinas, catedrática de Derecho Internacional Público en la Universidad de Málaga. Coincide Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH): "Ese gesto no cambia la situación sobre el terreno: ni cesa la masacre ni permite la entrada de ayuda humanitaria".

Un paso del que se desmarcan otras potencias europeas

Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid, también considera que el movimiento por sí solo de España, Noruega e Irlanda no tiene fuerza suficiente como para cambiar las cosas. Cuestión diferente es que consiga generar un "efecto dominó" en el Viejo Continente. Una vez culmine el movimiento anunciado este miércoles, una decena de Estados miembro habrán reconocido a Palestina: Suecia, Chipre, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria, Polonia, Rumanía, España e Irlanda. Una lista a la que podrían sumarse otros como Eslovenia y Malta, que en marzo se comprometieron a dar el paso cuando se diesen las "circunstancias adecuadas".

La creación de un amplio frente común en suelo comunitario, desliza Barreñada, podría "alterar" lo que ha sido hasta ahora la "política europea" en relación con el Estado hebreo. "Si otros países se sumaran, se modificaría la relación de fuerzas y se podría crear una corriente de opinión para revisar las relaciones bilaterales con Israel y los acuerdos de asociación", apunta Ossorio. "Evidentemente, algo así aumentaría la presión tanto sobre Israel como sobre Estados Unidos", coincide Salinas. Sin embargo, la catedrática duda mucho que vaya a producirse ese "efecto arrastre". Tampoco lo cree Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH): "Hay que asumir que hay países que no van a dar ese paso".

Las principales potencias continentales, de hecho, no han tardado en desmarcarse de España, Noruega e Irlanda. Tanto Francia como Alemania o Italia ya han dejado claro que no se sumarán al reconocimiento inmediato del Estado palestino. "No se dan las condiciones", han señalado desde el Ejecutivo galo. El Gobierno germano, por su parte, ha asegurado que una Palestina independiente "es el firme objetivo" de la política exterior del país, pero eso debe ser el resultado de un proceso de "negociación". "Estos pasos para crear tensión no son útiles", ha lanzado el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani. Tampoco en el seno del Ejecutivo belga, que tiene entre sus compromisos el reconocimiento, hay acuerdo para dar ya el paso.

España ya reconocía tácitamente a Palestina como Estado

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Las reticencias de buena parte de los Estados miembro en este tema contrastan con el sentir mayoritario de la opinión pública en el Viejo Continente. En julio de 2023, una encuesta de YouGov revelaba que un 48% de los italianos creían que su Gobierno debería reconocer a Palestina como un Estado independiente, frente a un 13% que no estaban por la labor. En Alemania, dicha cifra se situaba en el 42%, en Francia en el 39% y en Dinamarca en el 35%. Tras los anuncios de los tres Ejecutivos europeos, Israel ha llamado a consultas a sus embajadores en España, Noruega e Irlanda y ha avisado de que el movimiento tendrá "graves consecuencias". Además, uno de sus ministros ha propuesto crear un asentamiento ilegal en Cisjordania por cada país que decida dar el mismo paso.

Medidas de presión adicionales

Aunque la celebra, el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria considera que la decisión del Ejecutivo español llega demasiado "tarde". Y recuerda que más allá de este gesto simbólico, el Gobierno tiene más armas a su alcance para redoblar la presión sobre Israel a fin de que detenga de una vez por todas las masacre en suelo palestino. A nivel diplomático, por ejemplo, se podría proceder a la retirada de su embajadora en Israel, igual que se ha hecho con la de Argentina tras los insultos del presidente del país, Javier Milei. O, incluso, a la ruptura de relaciones con el Estado hebreo, un extremo que, señalan algunos de los expertos consultados por este diario, siempre trata de evitarse.

España, si quisiera, también podría sumarse a la ofensiva judicial impulsada por Sudáfrica contra Israel por vulnerar la Convención sobre el Genocidio ante la Corte Internacional de Justicia. O en materia de defensa, expone Barreñada, "poner trabas al uso de su espacio aéreo" para el traslado de armas al Estado hebreo o suspender la "compra" de material bélico a un país cuya industria militar vive de la venta a terceros. Entre 2011 y 2021, según elDiario.es, España compró material de guerra a Israel por al menos 268 millones de euros. También podrían imponerse medidas contundentes, considera el profesor de Relaciones Internacionales, en lo relativo a la entrada de productos de los asentamientos en el mercado español o la entrada de colonos en nuestro propio territorio.

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