La capital de España se moviliza para acoger una cumbre de la OTAN que los expertos coinciden en señalar como la más importante, al menos, en los últimos cuarenta años. La amenaza de una guerra en suelo europeo tras la invasión rusa de Ucrania dota a la cita de ese valor histórico y la respuesta al régimen de Vladimir Putin capitalizará casi por completo el contenido de la misma. Sin embargo, nuestro país observa el encuentro con un interés político que va más allá del rol que desempeñará como anfitrión e incluso de la política exterior frente a Rusia.
El Gobierno no esconde que otorga una relevancia estratégica a la posibilidad de que la alianza atlántica se implique activamente en el flanco sur. Los intereses españoles en la política exterior relacionada con el Magreb son más que evidentes. La nueva etapa en las relaciones bilaterales con Marruecos emprendidas por el Ejecutivo de Pedro Sánchez han puesto de manifiesto, una vez más, la complejidad de los equilibrios en la frontera sur españolas con dos vecinos africanos enfrentados de manera irreconciliable, como es el caso del régimen marroquí con Argelia. La amenaza terrorista en el norte de África y el desafío migratorio componen las piezas de un puzzle cuya resolución habitualmente queda de manera exclusiva en manos de la Unión Europea (en el mejor de los casos) o incluso de España en solitario. Y la cumbre en Madrid se atisba como la ocasión perfecta para que eso cambie pronto.
Desde el ministerio de Defensa, sin embargo, prefieren ser cautos al respecto. "En estas cumbres se llega con todo negociado desde hace un año y con un gran nivel de consenso entre todas las partes. Como anfitriones, además, no haríamos bien en poner sobre la mesa un asunto que es muy pequeño en relación a la magnitud del conflicto con Rusia o a otros desafíos muy graves, algunos de ellos en África", explican desde el departamento de Margarita Robles.
Más allá de Ceuta y Melilla
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En Defensa, no obstante, sí otorgan una importancia estrategia a la atención del flanco sur más allá de los intereses de Ceuta y Melilla. "El documento que se apruebe obviamente tendrá mucho que ver con el flanco este y con los países bálticos, pero no se puede dejar de lado al sur. Hay que poner el foco también en África, un continente con el que deberíamos tener cuidado", sostienen fuentes del ministerio. "Para nosotros resulta estratégico que la OTAN se implique en nuestra frontera sur en desafíos como la inmigración ilegal o la lucha contra el terrorismo yihadista, algo que ya se hace en buena medida. Sería importante que pudiéramos desplegar en África misiones de paz y de seguridad como lo hacemos los miembros de la Alianza en otras partes del mundo", argumentan desde el Gobierno.
El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Comillas, Alberto Priego, también destaca que la OTAN "ya está implicada en el flanco sur, puesto que lleva muchos años gestionando crisis, desarrollando seguridad cooperativa y generando medidas de confianza en el marco del diálogo mediterráneo. Aunque no se ve, eso nos permite que el flanco sur sea mucho más pacifico en lo que amenazas tradicionales se refiere", apunta.
El profesor defiende que resultaría estratégico un estrechamiento de la implicación de la OTAN en ese flanco sur para profundizar en el trabajo que ya se hace de la mano de España: "Es fundamental para España ir de la mano de la OTAN en el flanco sur. Una alianza con 28 países produce intercambios de información muy útiles que solos no podríamos llevar a cabo. Y España, en ese sentido, juega un rol privilegiado no solo por su posición geográfica: nuestro país está especializado en repostaje en vuelos o en desactivación de explosivos", apunta.
La capital de España se moviliza para acoger una cumbre de la OTAN que los expertos coinciden en señalar como la más importante, al menos, en los últimos cuarenta años. La amenaza de una guerra en suelo europeo tras la invasión rusa de Ucrania dota a la cita de ese valor histórico y la respuesta al régimen de Vladimir Putin capitalizará casi por completo el contenido de la misma. Sin embargo, nuestro país observa el encuentro con un interés político que va más allá del rol que desempeñará como anfitrión e incluso de la política exterior frente a Rusia.