'Me estalló el ojo': Amnistía denuncia las balas de goma que causaron en España un muerto y 24 heridos graves
El uso de balas de goma por parte de la policía y cuerpos de seguridad es cada vez más habitual y su empleo indebido en manifestaciones ha causado 53 muertos y 1.984 heridos entre 1990 y junio de 2017 en todo el mundo. Así se trasluce del informe Me estalló el ojo, elaborado por Amnistía Internacional en colaboración con la Fundación de Investigación Omega, el cual ha recabado información del uso de esta munición durante cinco años en más de 30 países. Ante el peligro que representan proyectiles de impacto cinético como balas de goma, así como disparos de balines recubiertos de goma y granadas de gas lacrimógeno, la organización exige un control estricto sobre su uso y un tratado global para regularizar su comercio.
En España, Amnistía Internacional recoge un fallecido y 24 heridos, 11 de ellos con lesiones oculares graves en los últimos 20 años por el uso desproporcionado de pelotas de goma, las cuales deberían estar, para la organización, prohibidas "por ser intrínsecamente imprecisas, y por el elevado riesgo de causar lesiones graves que su uso conlleva". El fallecido, Íñigo Cabacas, fue alcanzado en la cabeza por una pelota de goma, lo cual le provocó un traumatismo craneal del que no pudo recuperarse. Además, Amnistía Internacional recuerda como estos proyectiles pudieron tener relevancia en sucesos tan trágicos como la muerte de 15 personas que intentaban alcanzar las playas del Tarajal en 2014 o más recientemente en los sucesos que llevaron al fallecimiento de 37 personas en la frontera de Melilla el año pasado.
La organización denuncia como en España se han sustituido por parte de algunas policías autonómicas, como los Mossos d’Esquadra o la Ertzaintza, las pelotas de goma por balas de foam, las cuales también han causado igualmente lesiones graves. La organización denuncia como estos proyectiles habrían sido usados por las fuerzas de seguridad para disolver multitudes, algo prohibido por los estándares internacionales. Por ello piden la suspensión y una evaluación de los protocolos y especificaciones técnicas de estas balas que ya han causado la pérdida de un ojo a dos personas, de un testículo a otra y dos traumatismos craneoencefálicos severos.
Una de las afectadas es África, una joven que, con 19 años, fue alcanzada por una bala foam disparada por los Mossos d'Escuadra durante la protesta celebrada en Barcelona contra la entrada en prisión del rapero Pablo Hasel. El impacto del proyectil le provocó la pérdida de un ojo y graves secuelas psicológicas: “Ahora tiene mucho miedo a cualquier ruido, con un petardo o un claxon se asusta. Era una chica con mucha vida social, que iba a muchas manifestaciones, y ahora no quiere ir a un sitio donde haya mucha gente. El impacto para ella ha sido brutal", relata el padre de la joven en declaraciones a Amnistía Internacional, y añade: "No puede ser que una persona vaya a una manifestación y vuelva sin un ojo".
Un problema mundial
El informe recoge la dimensión internacional del uso de estos proyectiles llamados "menos letales", que han causado 53 fallecidos entre 1990 y junio de 2017. Además 1.984 personas resultaron heridas, de las cuales 300 han sufrido discapacidad permanente a raíz de estos impactos, aunque la organización advierte de que, probablemente, las cifras sean mucho mayores.
Amnistía Internacional denuncia el poco respeto, por parte de los países a la hora de elaborar las directrices sobre el uso de pelotas de goma, de la legislación internacional sobre ellas, la cual limita su empleo a situaciones límite como último recurso ante individuos violentos que puedan causar daño inmediato a otras personas. Según la organización, "la disponibilidad, variedad y uso de proyectiles de impacto cinético se ha intensificado en el mundo y ha fomentado la militarización del control policial de las protestas", las cuales "infringen de forma habitual la normativa con impunidad".
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Además, afectados de diferentes países dieron testimonio de las situaciones a la hora de lidiar con estos proyectiles. “No entendía lo que estaba ocurriendo, saqué mi celular y me hice una foto, pero no podía verla. Intentan herirte de manera visible para amedrentar a la gente, para que no salga”, declaró a Amnistía Internacional Leidy Cadena Torres, manifestante colombiana que perdió un ojo por el disparo de una pelota de goma a corta distancia.
Gustavo Gatica quedó ciego tras ser alcanzado en el rostro por balines de metal recubiertos de goma en Chile, donde el Instituto Nacional de Derechos Humanos cifró en 440 lesiones oculares, y más de 30 casos de pérdida de ojo o ruptura ocular durante las protestas de octubre de 2019. “Sentí correr el agua de mis ojos […] pero era sangre”, relata.
“Creemos que es necesario introducir con urgencia controles de ámbito global y jurídicamente vinculantes sobre la fabricación y el comercio de armas menos letales, incluidos los proyectiles de impacto cinético, además de directrices efectivas sobre el uso de la fuerza, para combatir el ciclo en aumento de abusos”, ha afirmado Patrick Wilcken, investigador de Amnistía Internacional sobre Asuntos Militares, de Seguridad y Policiales.