La evolución de Calviño de tecnócrata a vicepresidenta política es aclamada dentro del PSOE
“Vaya repaso le ha dado”. Este comentario, con sonrisa incluida, salía de un diputado del PSOE en el patio del Congreso. Apenas unos minutos antes la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, se había enfrentado con Jaime de Olano (PP) en la sesión de control. El presidente, Pedro Sánchez, está en Nueva York, y este miércoles le tocó ser la diana principal del rifirrafe parlamentario. Prueba de fuego, saliendo ganadora para los suyos.
La bancada del PSOE jaleó a la número dos con fuerza, asintió con cada afirmación de Calviño y aplaudió fuertemente. Ya no es aquella tecnócrata llegada de Bruselas cuyo nombre apenas conocían en el partido cuando aterrizó en el primer Gobierno de Sánchez tras la moción de censura. Era casi como una extraterrestre para los parlamentarios socialistas, gustosos por los debates parlamentarios y deseosos de intervenciones con un marcado carácter político e ideológico.
Y poco a poco se ha ido ganando a los socialistas, que veían en ella a una independiente lejana del tono del PSOE. “Al principio la aplaudíamos tímidamente”, reconoce otro diputado en la Cámara Baja. Su evolución ha encajado con los socialistas de carné. “Cada día me gusta más”, lanzaba también en una conversación informal otra diputada del puño y la rosa y cargo territorial. Más gráficamente sostenía esa sensación otro miembro del grupo socialista: “Como con Chanel, hemos recogido cable”.
“Se ha venido arriba”, confiesa otro diputado socialista de toda la vida. Y es que la vicepresidenta, desde hace unos meses, le ha cogido el gustillo a su vis más política y ha cambiado su tono y su estilo. Siempre con cuidadas formas, pero no rehúye el cuerpo a cuerpo con el PP y Vox. Defiende a capa y espada al presidente y al Gobierno de coalición, da titulares y no es presa fácil para sus oponentes. “Qué vergüenza”, le dijo a Olano sobre su pregunta en la sesión de control.
Logró este miércoles el aplauso de los suyos en unos días en los que se ha convertido en la cabeza visible del Ejecutivo, al estar Sánchez fuera. Le tocó este miércoles zafarse en la sesión de control como principal pieza y el martes presidió el Consejo de Ministros en el Palacio de La Moncloa.
A pesar de no tener carné, su implicación con el PSOE es total, algo que han notado los miembros del partido. “Ella ha sacado todo su ADN socialista”, comenta otro miembro del grupo parlamentario. Fuentes gubernamentales reafirman esta cara de Calviño: “Cada día es más política”. Una dirigente sobre la que muchos achacaron al principio un carácter frío, burócrata, lejano, de números distantes, pero que ahora despliega un discurso con mucho carácter social y progresista. La mujer a la que dentro incluso de su Gobierno se le encuadraba en el ámbito del Ibex 35 es estos días una firme defensora de medidas como el impuesto a las grandes empresas energéticas y las entidades financieras.
Además, desde hace unos meses Calviño está mostrando otras facetas e inquietudes que habían pasado inadvertidas y que eran poco habituales en ministros anteriores del área económica. Su pasión por la cultura no ha pasado desapercibida, dando cuenta de ella con su presencia en actos, estrenos y museos. Este mismo fin de semana se sentaba en primera fila, emocionada y con una gran sonrisa, en la entrega del Premio Nacional de Cinematografía a Penélope Cruz durante el festival internacional de Cine de San Sebastián. No se ha perdido este verano el festival de teatro clásico de Mérida, donde estuvo en el estreno de De Sheherazade, o un concierto de Sting en Sancti Petri (Cádiz). Entre sus lecturas estos meses estaban libros de Pedro Mairal, Lorenzo Silva e Isaac Rosa. En el cine se quedó prendada de Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa.
Este nuevo tono político de Calviño también tiene que ver principalmente, según varias fuentes del partido, con su condición de vicepresidenta primera del Gobierno desde que Pedro Sánchez hizo la catarsis del Ejecutivo en julio del año pasado. “Es muy consciente del papel que el presidente le ha pedido”, dice un socialista que la trata habitualmente. Además, agrega esta fuente, ella es “muy consciente del momento político que se está pasando”.
Su decepción con el PP
Una de las cosas que más le han decepcionado de la política, señalan fuentes socialistas, es la actitud del Partido Popular. Ella esperaba otro tipo de oposición en estos años en los que se ha sufrido una pandemia o con las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania. Esto le ha hecho subir más el tono y reprocharle al PP su negativa a votar algunas de las leyes y decretos más importantes de esta complicada legislatura. Lo resumió ella misma este martes por la tarde: “Baja impuestos a los ricos y empobrece servicios públicos”.
Calviño, conforme pasa la legislatura, también está dándole mucha importancia e intentando ahondar en temas que no eran habituales entre los responsables económicos de los gobiernos anteriores. Se ha preocupado especialmente por el tema de los mayores y la banca, además de tener entre sus obsesiones las políticas para la juventud. También quiere dar una visión feminista a este grisáceo ministerio, con decisiones como no volver a posar en una foto sólo con hombres.
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Otro parlamentario socialista hace esta reflexión al hilo de la evolución de Calviño: “Es importante que marque su perfil, ya que hay otra vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, del ala de Podemos. Tiene que dar la cara del PSOE”. La relación entre las dos políticas gallegas siempre ha sido complicada, no se entendían en muchos temas y han confrontado abiertamente durante este tiempo. Ahora se sientan juntas en el banco azul e intentan rebajar esa tensión.
Una de las cosas que más ha conquistado a los miembros del partido, además, es que, a pesar de ser independiente, se ha involucrado en los actos del PSOE y fue determinante verla participar en el pasado congreso federal celebrado en octubre de 2021 en València. Este miércoles eso se notaba en los aplausos y muchos celebraron en la sesión de control que “sacara ese colmillo”, por ejemplo, al contestar a Inés Arrimadas (Cs) diciéndole que lo único que buscaba era salir en la televisión. Asimismo, gustó su cara a cara con Iván Espinosa de los Monteros en la sesión: “No hagan chistes”. Ovación de los suyos, convencidos. Cuando se cierran las puertas, señalan algunas personas que se han reunido con ella, se trata de una mujer “metódica y exigente”.
Y en el PP la sensación es al contrario. En un primer momento la saludaron como una de las pocas personas con las que podían tener afinidad dentro de la coalición. Pero el tiempo les ha ido distanciando y los populares disparan contra ella con toda la fuerza en las sesiones, la quieren hacer símbolo de la inflación y de la caótica situación económica que venden. Una parlamentaria popular la define ahora así: “Es más del PSOE que Sánchez”.