Ser un ‘ex’ en política: el caso de Kichi, un alcalde del cambio que vuelve a la tiza
Hay muchas categorías de ex: está el amargado que aparece, por tus redes o en tus círculos de amigos, para comentar la vida que llevas ahora ya sin su tutela o compañía, está el ex que ahora defiende principios radicalmente opuestos a los que cultivó a tu lado, está el ex que se fue y del que nunca más se supo y, está, al fin, el ex que está fuera de tu intimidad pero que favorece la construcción de una relación cordial y fructífera.
Aplíquese el símil de los ex a todos aquellos políticos de la primera línea a los que las urnas o una decisión tomada antes de que estas se abrieran han desalojado del poder a lo largo del tiempo. El de Zapatero, con el rol que está jugando de cara a la movilización del 23J, entraría en esta última categoría de ex. El de Pablo Iglesias, sin embargo, encaja como un guante en la primera casuística.
El caso de José María González Kichi, aquel comparsista de La Viña, barrio emblema de la clase obrera y del tipismo gaditano, es el de quien prometió que sólo estaría dos mandatos en el sillón de alcalde y lo ha cumplido.
No concurrió en las pasadas municipales del 28M y el PP, como en el resto de capitales andaluzas, también arrasó Cádiz batiendo con facilidad a su delfín. Queda ya para la ficción si, de haber repetido como cabeza de cartel, habría podido retener el gobierno municipal o si, como algunas voces malician, de salir su nombre en la papeleta los votantes habrían castigado igualmente una gestión con luces y sombras que se estrenó con el alcalde, con la policía enfrente, en la paralización de un desahucio.
Aquel lanzamiento se abortó, la incorporación del activismo a la figura de regidor funcionó aquel día y aquella experiencia sirvió para la creación de una oficina antideshaucios. “Hemos hecho activismo desde las instituciones pero hemos venido a gobernar y a hacer las cosas bien hechas, dialogando entre todos. Cuando llegamos había 487 y el último año, 16”, apunta José María González en conversación telefónica para infoLibre, en una charla a medio camino entre el balance de ocho años de gestión, la valoración del divorcio de la izquierda y la útil recomendación de bares working class que incorporar al acervo gaditano de quien firma.
De la gestión que blande orgulloso de sus dos mandatos en los que ha procurado “la extensión de los límites de lo institucional” figura, apunta, la simplificación administrativa y la creación de una única oficina para las ayudas municipales sociales para acabar “con el peregrinar de pedigüeño ventanilla por ventanilla para que te paguen el alquiler, el recibo de la luz, del agua, de la compra…” para toda esa lista larga de gaditanos dependientes de la política de asistencia en una capital que sigue atravesada por el paro y la economía sumergida. “En 2015 nos planteamos desde dónde y para quién hacer política y así lo hemos intentado llevar a cabo”, opina.
De los capítulos más icónicos (y cuestionados) de su mandato queda su papel en la huelga del metal por la falta de avances en el convenio colectivo, en noviembre de 2021 en el que, megáfono en mano y junto a los manifestantes, después de una semana de imágenes de calles incendiadas en los informativos nacionales, Kichi dijo aquello de "hemos tenido que meterle fuego para que en Madrid se fijen en nosotros ". La movilización fue reprimida con el envío de tanquetas por orden del ministro de Interior, Grande Marlaska, de nuevo, número uno por Cádiz del PSOE a las listas del Congreso. “Menos tanquetas y más planes de reindustrialización”, respondió el alcalde después. Los astilleros de Cádiz hoy, de momento, tienen carga de trabajo suficiente y aquel episodio se ve hoy como uno de los grandes conflictos laborales del Gobierno de Pedro Sánchez.
También sacó su lado activista cuando el cierre de la planta de Airbus en la Bahía mientras el rey Felipe inauguraba, de la mano del Gobierno de España, una planta en Getafe.
Como casi todo en la vida, el tiempo dirá en qué tipo de ex se convertirá Kichi, icono andaluz de los alcaldes del cambio en las elecciones de 2015, aquella marea nacida al albur del 15M que llevó a Manuela Carmena a la alcaldía de Madrid, perdida a los cuatro años a favor del PP, o a Xulio Ferreiro a la alcaldía de A Coruña desde los movimientos de la Marea gallega, que también se perdió a los cuatro años.
Como figura de aquel tiempo queda también Ada Colau, que en 2015 agarró la vara de mando en el Ayuntamiento de Barcelona y, a duras penas, la ha soltado ahora a favor del socialista Jaume Collboni, su teniente de alcalde en el pasado mandato. Quien fuera una mediática activista antidesahucios que, en 2013 amenazó con un zapato al secretario general de la Asociación Española de Banca en una Comisión de Economía del Congreso en el que participaba su Plataforma Afectados por la Hipoteca, anda estos días tratando de encontrar la manera de seguir vinculada al equipo de gobierno de la ciudad Condal.
Mientras en la otra punta del mapa y disfrutando a diario cuando deja a sus niñas en el colegio de la vista de la laja en La Caleta, Kichi, que llegó a la vida institucional “con fecha de caducidad y con limitación de salario”, ya se ha incorporado esta semana a su plaza como profesor de Geografía e Historia del IES Virgen del Carmen de Puerto Real, un municipio de la Bahía de Cádiz, siempre vinculado al Partido Comunista donde por primera vez, en mucho tiempo, ha entrado el Partido Popular con dos concejales.
En un tuit, defendió la tesis que ha propugnado siempre: la cuestión de clase. “Vinimos a la política institucional de forma temporal y nos vamos con lo puesto, con el mismo sueldo y en la misma clase social. Seguiré haciendo política pero sin cobrar de ello. Tras 8 años, mi palabra es mi único patrimonio”.
Con todo, a Kichi le ha durado poco el retiro de la vida institucional, eso le afean sus críticos y el trolleo en redes sociales: su nombre aparece de tres por Cádiz, la única lista que Adelante Andalucía ha configurado para concurrir a las generales; de dos va Teresa Rodríguez. En realidad, ambos, que son pareja, van a tratar de movilizar el voto en la provincia para que la número 1 de la lista, Pilar González, hasta ahora senadora, consiga su escaño por una formación política “de obediencia andaluza, sin jefes en la capital” en una suerte de Teruel Existe que lleve los problemas de los andaluces al centro del debate nacional.
Subraya que lo suyo es reclamo pero no nostalgia. “Ni en la cresta de la ola de Unidas Podemos, sacó tres escaños por Cádiz”. E insiste: “Mi vida institucional ha terminado aquí pero seguiré haciendo política desde otra parte porque no sé ser feliz de otra manera”.
¿Qué ex será Kichi? Un ex alcalde “en la retaguardia, que no se convierta en un jarrón chino” que vendrá “a sumar experiencia, teoría y teléfonos”, relata quien está convencido que, ante la ola ultraconservadora que se viene, es el tiempo de liderazgos que representen “el entusiasmo, el carisma y la frescura que se pierde al cabo de ocho años porque el desgaste es muy alto”.
En estos dos mandatos, perdió frescura y también ese gancho irresistible con la que encandiló a los suyos. Se constata de forma gráfica en un tuit que compartió la propia Teresa. El entusiasmo que concitó Kichi la primera vez que salió al balcón de la plaza San Juan de Dios, donde se agolparon centenares de gaditanos para jalearlo, se quedó a la mitad cuatros años después, con la renovación de su alcaldía. La ola ya llegaba a la orilla de la ciudadanía con menos fuerza y al gobierno municipal se le empezó a ver las costuras.
La realidad es que tras la toma de posesión de Bruno García, el candidato del PP bendecido estas elecciones por el efecto Moreno, apenas un puñado de personas lo celebraron en la puerta a pesar de que ganó con mayoría absoluta el 28M. “Generan cero ilusión, cero expectativas y son capaces de aguantar 20 años”, reflexionaba sobre el caso de Teófila Martínez, histórica alcaldesa en Cádiz del PP.
Ilusión, por contra, es con la que afronta ahora su regreso a la tiza Kichi, que lanza un mensaje de tranquilidad a esos padres neocon preocupados por la ideologización en las aulas desde sus clases de Historia. “Siempre he procurado mantener una distancia de seguridad importante entre lo que es la enseñanza y la didáctica de la ciencia histórica de mis principios políticos. Una clase de Historia, como una de Matemáticas, no es un púlpito desde donde soltar un sermón, sino que se analizan contextos, causas, consecuencias. A lo que aspiro es a generar mentes críticas, abiertas, que huyen de los dogmas en estos tiempos de postverdades. Que los padres estén tranquilos que no va a haber ideologización en las clases de este profe”, traslada.
¿Qué balance hace después de ocho años? “No puede ser más que superpositivo, convertirte en alcalde de tu ciudad es el mayor de los honores, ha sido duro, difícil porque una de las cosas que descubrí es que la mayoría de la gente que hace política milita primero en las siglas de su partido y luego en las de su ciudad. Y entiendo que el municipalismo es todo lo contrario a depender de las decisiones que se toman en la sede central de un partido”, explica sobre una lógica que opera sobre la creación del espacio Adelante Andalucía escindido en su día Unidas Podemos, en un divorcio, comunicado por Teresa Rodríguez y Pablos Iglesias en un vídeo, en el que, con la perspectiva de los años, muchos leen el principio del ocaso de los morados.
Aquello que empezó como una separación amistosa derivó en una ruptura absoluta aderezada con traiciones, la expulsión de Teresa y los suyos del grupo parlamentario a partir de una cuestionada interpretación de la ley antitransfuguismo y del reglamento del Parlamento de Andalucía que aún colea en el Tribunal Constitucional, hasta donde han llegado para defender los intereses de una marca que en las pasadas municipales se ha pegado de bruces con la realidad.
Adelante fue por libre en todas partes salvo en Cádiz, donde les venía bien pactar para ganar (y donde Podemos a última hora se descabalgó del acuerdo de las izquierdas) y aun así perdieron. Han conseguido ocho concejales en toda Andalucía; Ciudadanos, partido en la irrelevancia, 60. “Adelante Andalucía es un proyecto joven todavía que necesita y merece la oportunidad de seguir su propio camino”, explica sobre la vocación de una formación “de soberanía andaluza al que no se le puede hacer responsable de los resultados de ninguna administración ni ninguna formación política”.
Sobre Sumar, Kichi revela que de cara a este 23J “la gente de Yolanda [Díaz] y la propia Yolanda habló con Teresa” pero “es la gente de Sumar la que no quiere que entremos dentro del proyecto, nosotros lo que dijimos es que queríamos que se escuchara la voz de Adelante Andalucía en el Congreso, pero ellos dicen que no quieren hablar con partidos, como si no tuvieran su cuota territorial otras formaciones desde Valencia o Cataluña. O a lo mejor también responde este veto a las presiones de Izquierda Unida, más interesado en acabar con Adelante que en ganar las próximas elecciones”. El galimatías de siempre en ese espacio.
A estas alturas, sobre la deriva orgánica del Podemos original, aburre más que irrita la obligada pregunta por Pablo Iglesias, al que le afeó en su día la compra del chalet de Galapagar. “Nunca he pensado en dejar mi piso de currante, donde vivo y desde donde represento a la gente corriente”, reflexionó en mayo de 2018.
También a José María González se le ha reprochado que anduviera justito de autocrítica y su relación con los medios no ha estado engrasada del todo. Ahí está la hemeroteca. El 22 de mayo, a una semana de votar en las municipales escribió el clásico tuit “Esto no lo verás en los medios” con una ristra de medidas de gestión municipal que, en realidad, sí fueron recogidas por la prensa, como se molestó en recopilar el periodista Fran M. Galbarro. A los medios, sobre todo los nacionales, le reprocha que con frecuencia le llamaran para sondear su opinión sobre la última polémica en torno al fundador de Podemos: “Yo estoy volcado en Cádiz, no me llames a mí para tu clickbait y para que me meta con Pablo. Me importa un carajo Pablo”.
También el carnaval, del que procede Kichi aunque ahora mismo su prioridad dice “no es meterse cinco horas en un local de ensayo”, le ha cantado las cuarenta. Fue sonada la letra que le dedicó Antonio Martínez Ares, institución de la gran fiesta gaditana, desde la comparsa Los Sumisos en el Carnaval de 2022: “Mentira, eres una gran mentira, sin proyectos y sin miras. Tirano, gordo de poder y prepotente”. A lo largo de las décadas, este mismo autor le ha hecho trajes a Carlos Díaz, primer alcalde socialista, y a Teófila Martínez, histórica del PP.
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Lo cierto es que los resultados de este último 28M, donde se ha perdido este emblema del 15M, dejó un titular en la prensa gaditana: “Cádiz canta de izquierdas y vota de derechas”.
Mirando el mapa nacional, cabe la reflexión que realiza una antigua colaboradora de este espacio: “Eran unos usurpadores de la política y las instituciones y muchos han entendido que la derrota de los ayuntamientos del cambio recoloca todo en su sitio, como dios manda”.
¿Cómo y por qué se malbarató toda la confianza depositada en aquellos chavales que ilusionaron a tantos? Mucho se ha escrito y lo que queda.