Elecciones 26-J
El factor catalán aleja la posibilidad de un pacto entre PSOE y Unidos Podemos en la recta final de la campaña
Las encuestas coinciden: PSOE y Unidos Podemos estarán tras el 26-J más cerca de la mayoría absoluta que hace seis meses, aunque será complicado que puedan formar Gobierno en solitario. E incluso si se diera ese escenario, el entendimiento entre ambas fuerzas no parece sencillo, ni mucho menos. De hecho, Sánchez e Iglesias han acentuado en los últimos días sus diferencias en torno a una cuestión que ya provocó numerosas discrepancias después del 20-D: el encaje de Cataluña y el referéndum.
El secretario general socialista, Pedro Sánchez, insiste en el rechazo a la consulta. "La verdadera solución es la reforma constitucional. Frente al derecho a decidir defendemos el derecho a convivir", señaló en una entrevista en infoLibre este martes. Sostiene además que la investidura no puede depender de los independentistas, sino basarse en un entendimiento con Podemos y Ciudadanos, y que Iglesias "no cumple" un "requisito básico" para ser presidente: respetar la soberanía nacional.
El candidato de Unidos Podemos, por su parte, asegura que el derecho a decidir es su propuesta. ¿Pero, será una condición para formar Gobierno? "Es nuestra propuesta, y la explicaremos y defenderemos. Creemos que es la mejor, pero estamos dispuestos a escuchar otras", respondió a preguntas de este medio. Iglesias, como en diciembre, apuesta por negociar con Convergència y ERC –entre otros grupos– para sacar adelante su elección como presidente –o la de Sánchez, si los socialistas fueran segundos en votos– si la suma de PSOE y Unidos Podemos no es suficiente.
Fuentes de la dirección de Podemos señalan que su intención es que el factor catalán no obstruya la formación de un Ejecutivo de coalición de izquierdas, y sugieren crear una mesa de negociación en Cataluña en la que participarían PSC y En Comú Podem. Además, se dicen dispuestos a cerrar un pacto de Gobierno con los socialistas antes de que ese nuevo espacio de diálogo de frutos. La fórmula recuerda a la propuesta por el partido morado a finales de abril, cuando sugirió derivar la negociación del referéndum a una serie de reuniones entre Miquel Iceta y Xavier Domènech, lo que no desatascó las negociaciones.
Sánchez endurece su discurso
Lo cierto es que el tono de la campaña se ha caldeado en las últimas horas. El líder del PSOE acusó este martes a Iglesias de "esconder sus cartas" al "decir un día que la línea roja es el referéndum en Cataluña, País Vasco y Galicia, otro día que no" y le exigió que diga "las cosas claras". Advirtió además de que "nadie puede ser presidente del Gobierno a costa de fragmentar la soberanía nacional". "Yo lo pude ser si hubiera aceptado el trágala del señor Iglesias (...) y si hubiera aceptado hacer descansar la gobernabilidad en fuerzas independentistas. Pero no creo que se merezca ese cambio España", argumentó en RNE.
El candidato insistió en que "la mejor solución no es votar si salir o no fuera de España", sino "votar un acuerdo, que es la reforma constitucional". "No es que digamos no al referéndum porque no", incidió.no Durante la campaña Sánchez ha reconocido que no habrá mayorías claras tras el 26-J y que su intención es contar "de una forma u otra" con Podemos y con Ciudadanos para poner fin al Gobierno de Rajoy.
Ya el lunes, otra intervención en Onda Cero, Sánchez lanzó un primer aviso a Unidos Podemos: "Nosotros no vamos a apoyar ningún Gobierno liderado por el PP, ningún Gobierno que fragmente la soberanía nacional y ningún Gobierno que cuestione la viabilidad económica y social del Estado de bienestar (...) y de esos tres puntos Iglesias no cumple el de la fragmentación de la soberanía nacional y el de poner en riesgo la recuperación". "No vamos a apoyar al Gobierno del PP e Iglesias no va a ser presidente del Gobierno, porque hay alternativa entre lo malo y lo peor", apuntó.
Iglesias insiste en su propuesta
Pero estos avisos no parecen hacer cambiar de opinión a Pablo Iglesias, que ha declarado abiertamente su aspiración de formar Gobierno con los socialistas y que mantiene su propuesta de consulta catalana. Este mismo martes, en una entrevista en la Cadena SER, aseguró que el referéndum es "lo que planteaba el PSC hasta hace no mucho tiempo" y la "solución más sensata", y reiteró que Unidos Podemos no renunciará la consulta en Cataluña salvo que escuche una "propuesta mejor".
Esa propuesta mejor, agregó, no puede ser en ningún caso la reforma constitucional que propugnan los socialistas. Preguntado directamente por ella, la tachó de "anacronismo". "Eso no es una propuesta (...) plantear lo mismo que se planteaba hace 8 años no es sensato", zanjó. Por otro lado, y sobre cómo reuniría los apoyos para su investidura si no bastara con convencer a los diputados de Sánchez, Iglesias respondió en una entrevista en El Mundo que "para buscar apoyos en la investidura" hablaría con "el PNV o fuerzas catalanas". "No hay que establecer ningún cordón sanitario. Sería razonable dialogar", añadió.
Los sondeos les dan la razón
Si se observan los datos de las encuestas, tanto Sánchez como Iglesias parecen tener algunos buenos motivos para defender sus respectivas posiciones sobre Cataluña. Según el barómetro preelectoral del CIS, el 51,4% de los votantes socialistas quiere que el Estado de las autonomías permanezca tal como es en la actualidad, sin mayores niveles de descentralización y sin posibilidad de que las regiones se independicen. Sólo un 2,5% de los votantes del PSOE quiere abrir la puerta a la independencia de las comunidades autónomas, mientras que un 13,8% quiere mayor autogobierno regional.
Entre los votantes de Podemos, en cambio, hay casi tantos ciudadanos que quieren que las autonomías tengan un mayor nivel de autogobierno o incluso puedan independizarse –las dos opciones suman un 33,7% de las respuestas– que los quieren que todo siga igual (36%). Y si se toman los datos de la confluencia catalana En Comú Podem, tres de cada cuatro de sus votantes desean que Cataluña tenga mayor autonomía (43,4%) o pueda separarse del resto del Estado (32%), mientras que sólo uno de cada seis apuesta por mantener el Estado de las autonomías en su actual configuración.
En las pasadas generales, En Comú Podem logró una amplia victoria con el 24,7% de los votos, por delante de ERC (16%), PSC (15,7%), Democracia y Libertad –la marca con la que concurrió Convergència, que cayó a la cuarta posición con un 15%–, Ciudadanos (13%) y PP (11,1%). Según el CIS, la marca del partido morado en Cataluña podría ahora incluso aumentar su ventaja y pasar de los 12 escaños del 20-D a 14 o 15 actas. Iglesias presenta con frecuencia esos buenos datos como aval a su propuesta de referéndum, al tiempo que deja claro que no es partidario de la independencia.
Un desacuerdo ya conocido
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El desencuentro entre socialistas y morados a cuenta del referéndum en Cataluña y del modelo de Estado no es nuevo. Apenas 24 horas después de las generales de diciembre, Iglesias calificó de "irrenunciable" la exigencia de una consulta en el marco de las conversaciones con otras fuerzas políticas, una propuesta que el PSOE rechazó de plano. El comité federal socialista, una semana después, aprobó una resolución política en la que estableció que Sánchez sólo podría negociar con los partidos que renunciaran previamente a las consultas de autodeterminación.
Esa tónica se mantuvo en los siguientes meses: Podemos incluyó la condición del referéndum en Cataluña en los documentos que presentó de forma sucesiva como posible base para formar un Gobierno de izquierdas, hasta que a finales de abril hizo pública una propuesta de mínimos en la que apostó por reformular el modelo territorial y reconocer el derecho a decidir pero llevando la negociación de los detalles concretos a una mesa integrada por el PSC y En Comú Podem, una vía que, sin embargo, no dio frutos conocidos pese a algunos contactos tras el 20-D entre Miquel Iceta y Xavier Domènech.
El PSOE, por su parte, firmó un acuerdo con Ciudadanos donde ambas fuerzas se comprometieron a "oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España" y a impulsar un proceso de reforma de la Constitución que, entre otras medidas, transformase el Senado en una "estricta Cámara territorial" y determinase el reparto competencial, los principios de la financiación autonómica y reconociera los hechos diferenciales de cada autonomía.