Patrimonio
La familia Franco tiene en su casa de A Coruña dos esculturas del Pórtico de la catedral de Santiago
La familia Franco guarda dos esculturas del Pórtico de la catedral de Santiago en el palacio de Cornide, su residencia de A Coruña. Según publica el diario gallego La Opinión A Coruña, se trata de las esculturas de los profetas Ezequiel y Jeremías, realizadas, al igual que todo el conjunto escultórico del pórtico, por el maestro Mateo. Las figuras fueron separadas de la fachada de la catedral en 1520 para construir dos puertas, y fueron a parar a manos del conde de Gimonde, un noble compostelano, que se las vendió al Ayuntamiento de Santiago por 60.000 pesetas.
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Finalmente, el Ayuntamiento decidió regalárselas al dictador, que primero las instaló en el pazo de Meirás en Sada y finalmente en la Casa Cornide. Según relata el diario gallego, en este momento está en marcha un proceso de restauración del Pórtico de la Gloria, una labor que se inició en el verano de 2014 y cuyo objetivo es restaurar, conservar y fijar la policromía del conjunto escultórico, así como mostrar una reconstrucción virtual de cómo era el Pórtico originalmente, a todo color, con todas las piezas, un proyecto que necesita estudiar y analizar las figuras de la familia Franco para poder completarse.
El profesor de Historia del Arte de la Universidad de Harvard y coordinador de la investigación histórico artística del programa de restauración del Pórtico, Francisco Prado-Vilar, asegura que "juntar todas las esculturas sería lo ideal. Su identificación es uno de los grandes descubrimientos, ayuda a entender todo el programa iconográfico de la fachada diseñada por el Maestro Mateo".
Sin embargo, el historiador admite que recuperar las piezas en manos de la familia Franco va a ser "complicado", aunque aboga por una negociación "diplomática" para que los particulares donen las esculturas, que, "una vez identificadas, tienen un valor inmenso". Prado Vilar también destaca la "generosidad" de algunas personas e instituciones, que decidieron donar esculturas que estaban en su poder para poder completar la labor de restauración del Pórtico, algo que, lamenta, no ha pasado con la familia Franco.