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17º Congreso del PP de Madrid

Feijóo fija como objetivo para Ayuso conseguir mayoría absoluta en las elecciones de Madrid de 2023

Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo, en la clausura del 17º Congreso del PP de Madrid.

Donde Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso competían, Alberto Núñez Feijóo y la presidenta de la Comunidad de Madrid cooperan. Y se reparten los papeles. Donde el nuevo líder del PP llama a no despistarse y a centrarse en los asuntos que importan a los ciudadanos, especialmente los relacionados con la economía, la nueva baronesa madrileña despliega todo su arsenal para dar lo que la derecha llama la “batalla cultural” contra la izquierda. Pero no se contradicen, se apoyan. Y exhiben su prioridad común: ganar las próximas elecciones autonómicas y municipales del año que viene y desalojar a continuación a Pedro Sánchez de La Moncloa.

Feijóo es muy consciente del potencial electoral de Ayuso y confía plenamente en su liderazgo al frente del PP madrileño para empujar la victoria que necesita dentro de año y medio para revalidar su liderazgo y, si dan los números, hacerse con la Presidencia del Gobierno al primer intento, como consiguió hacer en Galicia en 2009. Por eso le ha cedido el espacio que necesita y la responsabilidad que buscaba para renovar el partido en la región madrileña e intentar batir a la izquierda de los municipios que gobierna, sobre todo en al sur de la capital, que se han convertido en la obsesión de la presidenta. 

Del congreso, subrayó, sale un partido “más unido, comprometido y sólido” para afrontar una “nueva etapa” en la que Feijóo ya ha puesto deberes: ganar las autonómicas madrileñas con mayoría absoluta, un objetivo que no será fácil de alcanzar porque implica batir a sus aliados de Vox y un ambiente de movilización política tan caldeado como el de abril de 2021. 

Ayuso, en cualquier caso, se propone conseguirlo. Ese fue el tono de su discurso y del de Feijóo, que con las elecciones en Andalucía a la vuelta de la esquina ya han activado el modo electoral en todo el partido.

En el camino, el binomio Feijóo-Ayuso ya sabe que habrá incongruencias, pero al nuevo líder del PP no parecen importarle. Para muestra, un botón: este sábado, en su discurso de clausura del 17º Congreso regional, la nueva lideresa arremetió con dureza contra las comunidades que, como Navarra o Illes Balears, exigen el conocimiento del euskera o del catalán para acceder a plazas públicas, un requisito de las comunidades con lengua cooficial para que los habitantes de su respectivos territorios puedan ejercer su derecho a ser atendidos en la lengua que deseen.

Es una exigencia que Galicia también cumple y que Feijóo siempre ha defendido durante sus trece años como presidente de la Xunta, para enfado de Vox y de la derecha mediática. También de su antecesor, Pablo Casado, contrario a ese requisito. Pero el PP gallego, al menos hasta ahora, no se ha movido en un asunto que en Galicia goza del consenso de todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria, así como de la práctica totalidad de la sociedad.

El nuevo líder del PP ni rechistó. Si sigue pensando lo mismo sobre este asunto que cuando era presidente en Galicia no lo sabemos. En la última semana ya ha cambiado su criterio sobre la financiación autonómica y ha pasado a defender la primacía de la población como variable para repartir el dinero, en contra de lo que firmó el pasado noviembre como presidente de la Xunta.

Feijóo está en plena transición y ayer reveló un nuevo detalle: después de prometer en Galicia que a pesar de su mudanza a la calle Génova seguiría militando en el PP de su tierra, no lo hará. A partir de ahora, se someterá, anunció, al partido que preside Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid.

La economía

Feijóo pidió centrarse en la economía y lo que preocupa a los ciudadanos, sin entrar en las “cortinas de humo” y los “debates estériles” que según él pone encima de la mesa todos los días el Gobierno de Pedro Sánchez, el “menos preparado, más débil y más dividido” de la democracia.

Durante su intervención, el presidente del PP pidió que las discrepancias internas del Gobierno no oculten lo que para él es lo más importante: que España “es el país con mayor inflación” de la UE y sigue sin recuperar su riqueza previa a la pandemia. El repaso a la deuda, al déficit y al desempleo, ajustando los datos a su particular punto de vista, es un fijo de todas su intervenciones. “Mientras debatimos la letra pequeña de la última cortina de humo, no hablamos de que no somos capaces de cuadrar las cuentas y que estamos hipotecando España con una de las mayores deudas públicas de la UE”, acusó.

En la misma línea, se permitió asegurar que el Gobierno no ha tomado ninguna medida para atender las principales preocupaciones de los españoles, la situación económica y el paro, pasando por alto dos de las medidas que han acaparado la atención del Ejecutivo en lo que va de año: la reforma laboral y el real decreto para paliar las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania, entre ellas la elevada inflación.

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La economía es la llave con la que piensa abrir la puerta de la Moncloa. “A eso es a lo que se van a dedicar” en el PP hasta que abran las urnas, “proponiendo reformas y medidas”. 

“A estas alturas de mi vida y de mi carrera política, con la situación económica, social, institucional y territorial en nuestro país, no quiero ni pienso perder el tiempo ni las energías en debates que no llevan a ningún sitio ni entrar en polémicas que no sirven para mejorar la vida de la gente”. El PP, emplazó, no debe “perder el tiempo” en” las “cortinas de humo” que, según él, lanza el Gobierno. En vez de eso, propuso a los presentes: “mezclémonos con la gente. Venimos de ahí, en el centro de la gente es donde estamos. No perdamos el tiempo en otras algaradas y otras discusiones estériles”.

La apelación de Feijóo no pudo contrastar más con el discurso que pronunció a continuación Ayuso. La nueva presidenta del PP de Madrid nutrió su intervención de cebos dirigidos a la izquierda para mantener vivo el discurso que lleva años construyendo contra la izquierda —que comparte con la extrema derecha de Vox— y en el que se mezclan ataques al feminismo, a la defensa del medio ambiente o a las políticas sociales. Se centró, como siempre, en el Gobierno de Pedro Sánchez, el “más autoritario y menos leal a los españoles” de la demoracia, dedicado según ella a fabricar “un nuevo mundo retorcido para tapar el verdadero. La parte de Unidas Podemos, subrayó ,“son la vergüenza de Europa y los visibiliza una mujer que da lecciones de feminismo cuando su único mérito es ser la pareja de”, afirmó en referencia la ministra de Igualdad, Irene Montero.

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