Feijóo en manos de Vox: la extrema derecha exhibe la dependencia del PP después de ganarle todos los pulsos

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El plan de Abascal siempre fue exhibir la utilidad de Vox para derechizar y radicalizar al PP compartiendo programas y tareas de gobierno. Así que la entrada, en diferentes niveles, en los ejecutivos de Castilla y León, Aragón, Illes Balears, Comunitat Valenciana, Extremadura y Murcia —seis de sus diez gobiernos autonómicos— confirma que su hoja de ruta se está cumpliendo a rajatabla. Y que su ambición de entrar a forma parte de un futuro gobierno en España permanece intacta.

En esta representación de la unidad de acción, de la colaboración política y hasta de la sintonía personal, el líder de Vox se anotará este martes otro tanto haciéndose la foto con Feijóo que el presidente del PP lleva evitando desde que tomó las riendas de Génova.

Las semanas van pasando, el candidato del PP no consigue tejer nuevas alianzas y el marcador provisional sigue igual: 172 votos a favor, 178 en contra. Y no parece que se vaya a mover a corto plazo, porque esta semana Feijóo solamente tiene previsto reunirse con Abascal y con el líder de Coalición Canaria, presidente a su vez del gobierno de su comunidad, Fernando Clavijo, y ambos hace tiempo que comprometieron su voto favorable.

El presidente del PP no pudo este lunes tener la foto de unidad que buscaba con sus barones por culpa de las lluvias torrenciales, pero Abascal no tuvo ningún problema en reunir a sus cinco vicepresidentes autonómicos para celebrar la guinda del pastel político que le ha dado el PP: el acuerdo para gobernar juntos la Región de Murcia, que será una realidad a finales de esta semana. 

La felicidad de Vox

“Se ha impuesto la cordura. Nos habría gustado que esto se produjese antes, pero nunca es tarde si la dicha es buena”, declaró el presidente de Vox en rueda de prensa. “El Gobierno de Murcia también verá ese cambio de rumbo que nosotros anhelamos para toda España y que ya se está produciendo en muchas regiones”, se felicitó. 

Abascal sacó pecho de las medidas que está imponiendo al PP. Desde la eliminación de la obligatoriedad del conocimiento del catalán para acceder a puestos en la sanidad pública balear, que priva a los ciudadanos de su derecho a ser atendidos en la lengua oficial que elijan, al desafío a las normas sanitarias agroganaderas en Castilla y León que a punto estuvo de poner en peligro la seguridad de la cabaña en esta comunidad. Sin olvidar la reducción de subvenciones a los agentes sociales, cuya protección está garantizada por la Constitución. 

Cerrado el acuerdo de Murcia, Vox da por abierta “una nueva etapa de entendimiento” con el PP a pesar de la oferta de Feijóo a Sánchez para llegar a un acuerdo de gobierno que le garantice la presidencia durante dos años, del que Abascal sigue sin querer hablar hasta después de su reunión prevista con el líder del PP, este martes en el Congreso.

En todo caso, sus condiciones para votar a favor de la investidura, que el propio Feijóo ya aceptó hace unos días, no han cambiado. Entre ellas está “la normalización de lo que es normal”, los pactos PP-Vox, explicó Abascal.  

Discrepancias

Claro que no todo va como la seda. En vísperas de esa reunión, el líder de la extrema derecha no quiso hacer sangre, pero sí dejó claro que no comparte la decisión del PP de sentar a hablar con Junts. Su posición, explicó, es la del presidente del Partido Popular en Cataluña: “Junts no es un interlocutor válido”. Por eso, añadió, Feijóo tiene que explicar “cómo es posible, con la Constitución encima de la mesa, con el respeto a la legalidad constitucional y a la igualdad de los españoles, establecer cualquier contacto de esa naturaleza. Estamos a la expectativa”.

Del mismo modo, Abascal criticó al presidente andaluz, Juanma Moreno, por mostrarse dispuesto a hablar con el PNV del Plan Urkullu, que el lehendakari planteó la semana pasaba para intentar resolver de una vez del debate territorial acordando una metodología para reinterpretar la Constitución y avanzar hacia una España plurinacional. “La posición de Vox es igual en toda España”, remarcó. “Habrá que ver si el Partido Popular tiene una posición unitaria, pero la nuestra la conocen ustedes, la conoce el Partido Popular y la reiteraremos” a Feijóo. 

La tranquilidad no parece que vaya a presidir esa nueva etapa entre los dos partidos. “Nosotros confiamos en nosotros mismos”, confesó el líder de Vox. “En la relación con el Partido Popular hay lugares donde los pactos se han producido in extremis” y en ellos, espera que “se pueda avanzar, se pueda conocer mejor lo que es Vox y algunos puedan estar más tranquilos”. “Tenemos la obligación de entendernos”, resumió.

Feijóo trasladará a Abascal en su reunión de este martes en el Congreso el mismo documento que entregó a Pedro Sánchez, según explicó en rueda de prensa el portavoz del comité de dirección del partido, Borja Sémper. A pesar de que Vox, en principio, se ha comprometido a apoyar su investidura. Y de que en ese texto se hace una defensa explícita del Estado autonómico, que Vox quiere reducir o incluso eliminar.

El candidato del PP plantea continuar con su lenta agenda en busca de apoyos para ganar una investidura que, si nada cambia, tiene perdida desde antes de ofrecerse al rey Felipe VI. Pese a haber constatado, en palabras de Sémper, que del PSOE no le apoyará y que está intentando negociar una mayoría en el Congreso con otros partidos, entre ellos Junts. 

“Diferencia sustancial”

En esos contactos ven “el interés del señor Sánchez en ser presidente del Gobierno a cualquier precio”, pero no en los que el PP quiere mantener con el mismo partido. “Hay una diferencia sustancial”, aseguró Sémper, porque ni Feijóo ni lo suyos hablarán con el líder de Junts, un “prófugo de la justicia” española, sino con sus representantes en el Congreso. “Con Junts nos vamos a ver para decirles cuál es el proyecto de España, cuál es el proyecto de reformas para los españoles que tenemos y que quiere impulsar Feijóo en el supuesto de ser investido presidente. No para hablar de los intereses de un prófugo de la justicia. Esto no solo es inédito, es un escándalo”. 

Más de tres meses después de las elecciones autonómicas y municipales, y después de repetir por activa y por pasiva que querían gobernar en solitario, el PP ha acabado cediendo ante Vox en todas las instituciones en las que la extrema derecha era decisiva. Pero no admite haber fracasado. Lo más parecido a una autocrítica la enunció este lunes Sémper en la sede del partido al reconocer que les “hubiera encantado tener un resultado lo suficientemente amplio” como para gobernar en solitario, pero los españoles no les “dieron esa mayoría suficiente” y han “necesitado acuerdos para conformar gobiernos”. Sin la ayuda del PSOE, admitió, únicamente les quedaba la opción de Vox, “quedarse en la oposición o condenar a los ciudadanos a una repetición electoral”. 

“Y la decisión que se ha adoptado por parte de nuestros dirigentes territoriales [Sémper subrayó esto, tratando de marcar una diferencia con Feijóo] es conformar gobiernos, en este caso un Vox, que permitan dar estabilidad”.

El plan de Abascal siempre fue exhibir la utilidad de Vox para derechizar y radicalizar al PP compartiendo programas y tareas de gobierno. Así que la entrada, en diferentes niveles, en los ejecutivos de Castilla y León, Aragón, Illes Balears, Comunitat Valenciana, Extremadura y Murcia —seis de sus diez gobiernos autonómicos— confirma que su hoja de ruta se está cumpliendo a rajatabla. Y que su ambición de entrar a forma parte de un futuro gobierno en España permanece intacta.

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