8M

El feminismo vuelve a las calles tras un año de concienciación y con el reto de lograr cambios efectivos para las mujeres

Concentración del Sindicato de Estudiantes en la Puerta del Sol.

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El movimiento feminista lleva meses calentando motores, tejiendo redes y creando espacios de colaboración como parte de un trabajo que culmina este viernes. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, supone el broche final de una trayectoria que vale más por todo lo sembrado y que aspira a seguir creciendo. Las feministas llaman una vez más a secundar una huelga que se articula en cuatro ámbitos –laboral, educativa, consumo y cuidados–, pero también a llenar las calles.

Si bien la lucha feminista lleva décadas macerando, el pasado año marcó un precedente en su historia, especialmente en lo relativo a la movilización. Cientos de miles de personas desbordaron las calles y las manifestaciones en el país ocuparon las portadas dentro y fuera de las fronteras. Un año después, el escenario no presenta grandes alteraciones: el movimiento continúa reivindicando un cambio radical en las políticas con el propósito de mejorar la vida de las mujeres.

“En este momento hay dos velocidades”, reflexiona la activista y abogada Violeta Assiego. Por un lado, opina, la del propio 8M que lidera la convocatoria de la huelga. En ese espacio “se está tratando de incorporar realidades más descolgadas”, como la situación de las migrantes o las trabajadoras. El objetivo este año fue “hablar más del suelo pegajoso y no tanto del techo de cristal”, entiende, aunque reconoce que pese a ello queda mucho por avanzar. La otra velocidad tiene que ver con un discurso oficial que “se centra más en la parte política”, interpresa Assiego.

Precisamente en ese terreno, el de la política, existen este año matices que marcan diferencias respecto al anterior: la precampaña electoral y la irrupción de la extrema derecha. “La política, o los políticos, están intentando tutelar” al movimiento feminista, sostiene la letrada. Esta realidad lleva necesariamente a dos interpretaciones. Por un lado, el hecho de que “esté hoy en el centro del debate es un éxito de la movilización”. Toma la palabra Justa Montero, portavoz de la Comisión 8M de Madrid. La activista no duda en afirmar que “si pudieran, los políticos no hablarían” de ello, pero la “movilización es muy potente”.

La otra lectura tiene que ver con la monopolización de una lucha genuina de la sociedad y el activismo feminista. “En el fondo es replicar la dinámica patriarcal que entra en una carrera competitiva por ver quién es dueño” del movimiento, observa Assiego. Aunque los partidos están “pugnando” por ello, lo cierto es que “no existen propietarios”. La huelga, completa Montero, “es feminista y se hace por mil motivos”, de forma que los partidos “lo que tienen que hacer es plantear qué políticas y medidas van a tomar”, además de “apoyar y respetar la autonomía” del movimiento.

María de la Fuente, doctora en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), observa como principal novedad este año “la emergencia de la extrema derecha” y su machismo explícito. “No del nuevo machismo, el machismo suave, que representaba en su momento Ciudadanos, sino que ahora se expresa de una manera más extrema y abierta”, comenta. Uno de los efectos de esa irrupción, sopesa, puede ser el mantenimiento de “la tensión movilizadora de la reacción”, aunque también puede tener la consecuencia negativa de, a nivel de discurso y agenda, reabrir debates sobre aspectos que “se supone deberían estar ya aceptados”. Cuestionar nuevamente los derechos conquistados.

Esa respuesta, aunque se expresa con mayor intensidad entre las filas de Vox, también existe en otras formaciones políticas. El PP, por ejemplo, ha acusado a las activistas de buscar “la división” y “enfrentar” a “hombres y mujeres”. Assiego cree conveniente mirar “de quién vienen” esas críticas, “quién formula esa agresión y qué interés hay detrás”. Al final, cuando el objetivo es denunciar “al patriarcado, al racismo o a la homofobia”, se está también “denunciando estructuras que van a reaccionar cuando se den avances”.

Del debate a los hechos

El escenario sobre el que se construye este año la movilización es sutilmente distinto. “En cuanto a los movimientos de base, existe una toma de conciencia de que todas tenemos que estar dentro”, considera Assiego y con ella coincide Montero. “Hay una conciencia muy clara”, sostiene, “logramos poner el debate en el centro”, pero siguen existiendo “mil motivos para la huelga”. Las mujeres “se han sentido fuertes”, han logrado “abrir espacios en lo cotidiano, en el ámbito personal, hay una conciencia”, reflexiona. El año pasado se consiguió “sacar esto a la luz y ahora exigimos cambios, porque en un año no ha habido alteraciones sustanciales en el ámbito estructural”, comenta Montero. Las feministas han ganado la batalla en la subjetividad y el discurso, pero este año, admite la activista, es necesario “pasar del debate a los hechos”.

Y se reconoce optimista. “Estamos totalmente convencidas de que va a ser como el año pasado”, especialmente por el nivel de “sensibilización y organización” del movimiento. Lo ven en los barrios, en las asambleas, en los encuentros estatales. Las activistas creen que será, de nuevo, un triunfo, aunque Assiego apuesta por “resignificar el concepto de éxito en el feminismo”. Habitualmente “viene definido desde lo que es el éxito masculino, neoliberal y capitalista”, pero la victoria sólo será cuantificable sabiendo “hasta qué punto el feminismo está transformando la vida de las mujeres”.

Para De la Fuente, todo lo relacionado con la violencia de género suscitó el pasado año un debate intenso entre la sociedad, muy presente a través de casos concretos como el de La Manada o Diana Quer. “Digamos que había un contexto excepcional de indignación feminista”, analiza. Es posible, agrega, que “este año no se repita en esa medida, porque de alguna manera ya se manifestó”. Ahora, coincide, “se tendría que ir un paso más adelante, sostener la movilización, hacer demandas más concretas que debieran ser reivindicadas y hacer seguimiento sobre si se cumplen”.

Apoyo masivo

Lo que no suscita debate es el apoyo masivo que las feministas no dejan de recibir. Los motivos para secundar la huelga atraviesan a prácticamente todos los sectores. En el ámbito de la judicatura, varias organizaciones de juristas, como Themis o Mujeres Juezas, se han sumado a la huelga feminista porque “los datos revelan que el machismo y el patriarcado afectan de igual manera” al sector. Themis recuerda que, según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el 53,2% de la plantilla judicial está compuesta por mujeres, pero sólo un 27% llega a los órganos superiores.

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También la prensa lo ha hecho a través de sus sindicatos y organizaciones. La Red de Colegios Profesionales de Periodistas “manifiesta su compromiso y defensa de la igualdad de género en los medios de comunicación”, por lo que reclama cambios en el sector que impliquen, entre otras cuestiones, la eliminación del techo de cristal o la brecha salarial, el uso del lenguaje inclusivo, la garantía del tratamiento de la violencia machista como una violación de los derechos humanos o el fomento de comisiones internas que supervisen y corrijan “errores, inercias y malas prácticas”.

En el mundo del arte, profesionales de la interpretación suscriben la huelga a través de organizaciones y sindicatos como la Unión de Actores y Actrices. Sus miembros acudirán a la movilización con atuendos de la serie El cuento de la criada con el objetivo de reclamar igualdad de género entre hombres y mujeres, según recoge Europa Press, en un contexto político “con alto riesgo de involución”. También lo hacen, un año más, las autodenominadas mujeres del libro. “El mundo del libro es un sector feminizado, en el que el 80% de los puestos de trabajo los ocupan las mujeres y en el que el 66,5% de las mujeres lee habitualmente frente al 57,6% de los hombres”, dice la agrupación –escritoras, editoras, libreras...– en su manifiesto. “A pesar de esto, y como ya es habitual, los cargos de responsabilidad, los premios literarios y los autores universales siguen estando plenamente masculinizados”, denuncian.

El apoyo parte también del mundo de las ONG. La Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo se suma a la huelga feminista porque, apuntan, 4,4 millones más de mujeres viven en la extrema pobreza en comparación con los hombres, 650 millones de mujeres y niñas se casaron antes de cumplir los 18 años y 200 millones han sufrido mutilación genital femenina. Además, según datos de Naciones Unidas, se produjeron en el mundo 2.343 asesinatos de personas trans y género diversos en 69 países del mundo, entre 2016 y 2018. En América Latina y el Caribe, durante 2017, fueron asesinadas 2.554 mujeres, mientras que las agresiones a defensoras, sus familias y organizaciones ascendieron a 1.232 a lo largo de 2016 y 2017.

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