La situación en el PP
La gestión de la crisis del PP vasco desgasta a Cospedal
La crisis en el Partido Popular del País Vasco, que ha terminado con la carrera política de su ya expresidenta Arantza Quiroga, deja más heridas. La secretaria general de los conservadores, María Dolores de Cospedal, que se ha encargado personalmente de gestionar este proceso, es a ojos de muchos compañeros de partido la segunda gran perjudicada. "Ha permitido que la polémica se mantuviese viva durante una semana, a dos meses de las elecciones generales, cuando lo último que necesitamos son crisis internas", señala uno de los críticos.
En el entorno de Cospedal, por el contrario, defienden que la número dos optó por dar tiempo a Quiroga para que no hiciera el anuncio "en caliente", para que lo pensase de forma reposada antes de comunicar definitivamente su dimisión. "Ha sido una decisión personal. Hablaron cuando retiró la moción y quedaron en volver a hablar el martes. Y así fue", subrayan las mismas fuentes.
Pese a ostentar el cargo de presidenta, la posición de Quiroga en el PP vasco no ha sido muy fuerte en los últimos meses. En su entorno hay pocas malas palabras para la dirección nacional del partido, desde donde se defiende que "siempre" ha estado a su lado, y críticas para sectores del PP de Euskadi, como el alavés, que tradicionalmente se ha sentido infrarrepresentado en la dirección regional del partido, pese a ser el que más poder institucional ha aportado –Ayuntamiento de Vitoria y Diputación de Álava hastas las elecciones de mayo–. Su intento de sacar adelante una moción para una ponencia sobre "Libertad y convivencia" en Euskadi, en la que se hablaba de "rechazo expreso" en lugar de "condena expresa" de la violencia, se la ha llevado por delante en el peor momento para Mariano Rajoy.
Quienes censuran la forma en la que Cospedal ha afrontado esta crisis recuerdan dos aspectos más junto al del tiempo que se ha tardado en cerrar esta etapa del PP vasco. Uno, inmediato: sus declaraciones del martes en el Parlamento Europeo, horas antes de reunirse con Quiroga en Madrid, en las que dio a entender que no iba a haber cambios en el partido, que no se iba a abrir una nueva etapa en la dirección regional en Euskadi. "A lo mejor estaba mostrando más un deseo que una realidad, porque desde la semana pasada ya sabía que el asunto tenía mala solución. Contribuyó a añadir más confusión a la que ya de por sí había", denuncian fuentes conocedoras del proceso.
En el entorno de la expresidenta de los conservadores de Euskadi admiten que la secretaria general había intentado, sin éxito, que aguantase al menos hasta las generales.
La "principal valedora"
El segundo aspecto que se pone estos días sobre la mesa es que Cospedal ha sido desde el congreso que aupó a Quiroga a la presidencia, celebrado en marzo de 2014, su "principal valedora". En este sentido, recuerdan que de no haber sido por su apoyo no habría logrado colocar como número dos a Nerea LlanosNerea Llanos. La etapa precongresual no fue nada fácil. El PP alavés, en manos de Alfonso Alonso, ahora ministro de Sanidad, aseguraba que había un pacto no escrito, pero sí establecido, mediante el que el secretario general tenía que ser un alavés. Concretamente, Iñaki Oyarzabal, responsable de Justicia y Libertades Públicas del PP. Aseguraban que así se había acordado cuando, tras la marcha de Antonio Basagoiti, la dirección provincial alavesa no puso ninguna pega a que Quiroga le tomase el testigo en una Junta Directiva Regional. Hasta que fue ratificada por un congreso, ésta permaneció unos meses en la presidencia con el apoyo de sus compañeros.
Esta es, precisamente, la fórmula que se buscará el viernes para cubrir la vacante que ha dejado. El congreso llegará el año que viene, tras las elecciones generales. Salvo cambios de última hora, Génova descarta la opción de una gestora.
Los fieles a Quiroga no ven del mismo modo que sus compañeros alaveses la rivalidad entre provincias. Y aseguran que si Alfonso Alonso, primero portavoz del PP en el Congreso de los Diputados y ahora ministro, no preside el partido desde hace años es porque él no ha querido.
¿Un alavés para la presidencia?
Quizá por ello, el nombre del titular de Sanidad vuelve a unas quinielas en las que siempre ha figurado. Es, no obstante, de todas las opciones que se barajan, una de las más complicadas, sobre todo, señalan las fuentes consultadas, porque Rajoy quiere que su implicación en campaña sea máxima. Esto le restaría tiempo para aterrizar en el PP vasco y comenzar a reconstruir puentes y curar heridas. Un sector minoritario, por el contrario, considera que lo de ser ministro no es ningún obstáculo para presidir un partido. "Ahí esta [José Manuel] Soria", añaden sobre el ministro de Industria, que también es presidente del PP canario.
El convencimiento general es que el sustituto de Quiroga tiene que ser un alavés. Y, por descarte, el nombre que más suena es el de Javier de Andrés, exdiputado general de Álava. Junto a Alonso, el resto de dirigentes alaveses ya tienen hueco en Madrid. Javier Maroto, exalcalde de Vitoria, es desde el pasado verano vicesecretario de sectorial del PP. Y Oyarzabal también tiene despacho en Génova. "De todos modos, hasta el viernes, nadie es descartable", asegura un miembro de la dirección del PP vasco.
A priori, dos de las pegas que se ponen a De Andrés y a Maroto es que no son parlamentarios en la Cámara de Vitoria. "Ser diputado da algo más de presencia", valora un cargo de los conservadores de Euskadi. Otro, más veterano, recuerda que Basagoiti y María San Gil no siempre presidieron el PP vasco estando respaldados por un escaño en el Parlamento.
Para cerrar la quiniela, Borja Sémper, presidente del PP de Gipuzkoa, también es puesto sobre la mesa por algunos de sus compañeros, un dirigente joven que se quedó fuera del nuevo reparto de poder que Rajoy hizo tras la debacle de las municipales y autonómicas. Este mismo miércoles, Sémper reclamó a la dirección nacional del partido que no "tutele" el proceso de sustitución de Quiroga. Pese a sus palabras, es muy difícil que la secretaria general del partido se mantenga al margen del proceso, lo que hace pensar a algunos que Nerea Llanos, secretaria general de la etapa de Quiroga, tendrá algún papel en la nueva etapa.
Se va Quiroga, sigue el problema
Cuando asumió la presidencia del PP vasco sabía que tenía delante un reto importante y difícil: el de buscar un nuevo hueco para una formación política en un contexto en el que ETA ya había dejado de matar. Ser un agente, ocupar un espacio de centralidad que los vascos concibiesen como alternativa al PNV. La moción presentada iba en esta línea. Pero a ojos de gran parte del PP Quiroga ha errado en el momento elegido para ello: a dos meses de las generales, cuando Rajoy se la juega. Existe el convencimiento de que en un futuro no muy lejano el PP vasco tendrá que tomar posiciones similares a la de su ya expresidenta –este miércoles subrayó que presentaría esa moción "una y mil veces"–. Pero el escaso apoyo que encontró en los suyos, la "manipulación" del texto por parte de Bildu y la reacción de las víctimas del terrorismo, la acabaron de hundir, según interpretan en su entorno. "Todo se ha retorcido con otros intereses", añaden.
Poco han contribuido a la estabilidad del PP de Euskadi los resultados electorales. El 24 de mayo, en el País Vasco, el PP sólo superó en Álava el 10% en porcentaje de voto. Los conservadores alaveses lograron en 2011 un total de 82 concejales en el territorio, una cifra que ahora bajó a 46. No obstante, el porcentaje de voto descendió menos de un punto, del 25,34% al 24,63%. La ciudad de Vitoria fue clave en este resultado. La candidatura encabezada por Javier Maroto mantuvo el tipo sin perder ninguno de los 9 escaños que ya logró en 2011. En porcentaje pasó del 29,81% al 29,19%. Pero no le bastó para gobernar.
El PP vasco no garantiza la continuidad de Quiroga
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Tras los resultados en Álava, pero a mucha distancia, se ubicaron los de Bizkaia: 26 concejales menos que en 2011 (los 55 de entonces se quedaron ahora en 26) y el 7,92% de los votos. El panorama de Gipuzkoa fue aún más delicado. El peor para el PP vasco. De 26 concejales pasaron a 7 y el porcentaje de voto cayó del 9,65% al 4,94%.
En las diputaciones forales, que tienen un gran poder en Euskadi, también es Álava la que mejor resistió. Perdió cuatro junteros si se compara con los 16 que logró hace cuatro años. La mitad se dejó por el camino en Bizkaia, de 8 a 4, y en Gipuzkoa perdió tres y sólo conserva uno.
Hay voces en el PP que no entienden la moción de Quiroga para la ponencia sobre "Libertad y convivencia" en Euskadi sin este contexto electoral. "Vamos camino de lo residual", consideran.