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Crisis del coronavirus

El hospital de pandemias se inaugura vacío y con los sanitarios protestando: “¡Menos hospitales y más profesionales!”

La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, durante el acto de inauguración del hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal que tiene lugar este martes.

La presidenta de la Comunidad de Madrid inauguró este martes en Valdebebas, al norte de la capital, el nuevo Hospital Enfermera Isabel Zendal, el centro de pandemias que el Ejecutivo regional ha convertido en uno de los proyectos estrella de su gestión sanitaria. Pero la “apertura”, vendida a bombo y platillo desde la Puerta del Sol, no fue más que una puesta en escena del Gobierno regional. La única cinta que se cortó fue la del segundo pabellón, capaz de albergar menos de un tercio de las camas totales con las que se espera que cuente el centro. Y el único personal sanitario presente era el que se encontraba en la acera contraria. No porque estuviese a la espera de iniciar su primer día de trabajo en las nuevas instalaciones, sino porque se había desplazado hasta allí para decir alto y claro al Ejecutivo madrileño que lo que se necesita en la región no es un nuevo centro de estas características, sino reforzar los que ya se tienen y que, en plena pandemia, todavía cuentan con espacios vacíos a la espera de futuras ampliaciones.

El acto oficial estaba previsto para las 11.00. Pero las personalidades invitadas a la inauguración comenzaron a aterrizar en el centro media hora antes. Lo hicieron poco a poco, como si se tratase de una coreografía bien diseñada. Primero el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero. Luego, los titulares de Universidades, Vivienda o Hacienda. Todos ellos iban completando, tranquilamente, el paseíllo de cámaras apostadas en la puerta del recinto, perfectamente vigilada ya por los trabajadores de Ariete Seguridad, la empresa de la exconcejal del PP en el Ayuntamiento de Alcorcón. El único que rompió un poco la escenografía fue el vicepresidente y portavoz, Ignacio Aguado, quien aprovechando la atención suscitada por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, logró esquivar las preguntas de los periodistas a la entrada. Para cuando los medios se dieron cuenta de su presencia, ya estaba prácticamente a resguardo tras el cordón de seguridad.

Cada coche que paraba en la puerta, era recibido con gritos por parte de los sanitarios concentrados, a los que únicamente separaban de aquella pista de aterrizaje política un paso de peatones, tres furgones de la Policía Nacional y una decena de agentes. Algunos se habían desplazado hasta allí en coche. Otros, directamente, en transporte público. Y eso que llegar hasta allí por esta última vía es todo un reto. La parada de Metro más cercana es la de Aeropuerto T4, pero llegar a pie desde allí se hace prácticamente imposible. La segunda, la de San Lorenzo, está a unos tres kilómetros de distancia a pie. Por eso, lo más factible es desplazarse en tren hasta la estación de Valdebebas y, desde allí, caminar un kilómetro por una ancha avenida hasta llegar al acceso de entrada del edificio. A la derecha, la ciudad deportiva del Real Madrid. A la izquierda, un solar completamente vacío. Porque, a día de hoy, una parte importante de la zona en la que se asienta el Isabel Zendal sigue siendo campo.

Los manifestantes esperaron impacientes durante casi una hora la llegada de la presidenta regional. "¡Sanidad, sanidad, sanidad, te quiero. Pública y de calidad, pública y de calidad, para el mundo entero!", se convirtió a las puertas del centro en el hilo musical de la inauguración. Una y otra vez lo entonaban, como el habitual "¡Menos banderas y menos Valdebebas!", "¡Menos hospitales y más profesionales!" o el "¡Vuestras ranas aquí se criarán!", en referencia a los escándalos de corrupción que marcaron el mandato de Esperanza Aguirre, la última presidenta que convirtió la construcción de centros sanitarios –eso sí, semiprivatizados– en una campaña publicitaria continua hace ya una década. Pero Ayuso no llegó como el resto del Gobierno. Cuando todos los medios estaban pendientes de cada coche que frenaba, salió de pronto del interior del hospital para recibir a los invitados. Había accedido por otra puerta, evitando así que quedara para la posteridad la imagen de ella accediendo a su joya de la corona entre gritos de dimisión.

Con el recibimiento a los asistentes, comenzó el paseo inaugural de la presidenta por la planta baja del edificio. Lo hizo escoltada, en todo momento, por el equipo directivo del centro, el mismo que se encargó en su día de Ifema. Ocho personas con sus trajes del servicio de emergencias. Ellos fueron los únicos ocho profesionales sanitarios del Sermas que se pudieron ver en el acto inaugural. Al menos no se intentó poner en la escena para las fotografías a trabajadores de atrezzo, algo que sí ocurrió en ciertas inauguraciones que hace una década se encargó de vender a bombo y platillo la propia Aguirre. Con el recorrido hecho, era el momento de la declaración institucional. Los medios ya estaban listos en la sala de prensa. Pero, para sorpresa de todos, el escenario elegido para la ocasión fue una sala de conferencias distinta. La señal, exclusivamente por Telemadrid. Y ahí estaban todos los redactores, colocados frente a tres sillas vacías. En las orejas, auriculares. Y las dos manos ocupadas. En una, el móvil. En la otra, bolígrafo para tomar notas.

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Ayuso, que estuvo precedida por las intervenciones de su consejero de Sanidad y del alcalde de Madrid, dedicó su discurso a alabar la grandeza de lo que ha calificado en más de una ocasión de "hospital de hospitales". "Hoy es un gran día, de esperanza, de ilusión, y de confianza, un día que vamos a recordar durante largos años", se arrancó la presidenta madrileña, quien sobre su cabeza tenía dos grandes banderas dibujadas sobre una pantalla –a la izquierda, la española; a la derecha, la de la Comunidad de Madrid–. Apenas ofreció detalles novedosos. Todas las explicaciones técnicas eran las contenidas en el dossier informativo que unas horas antes se había facilitado a los medios de comunicación. Su discurso, más bien, iba en otra dirección. "[El centro] es la representación del esfuerzo, la perseverancia y la lucha de una región contra el virus, es el recordatorio de que cuando Madrid se marca un objetivo y trabaja con convicción con él se pueden superar las metas más difíciles", dijo la líder del Gobierno madrileño.

La intervención de Ayuso fue puramente política. "Yo lamento las críticas. Nos criticaron por Ifema, pero luego se demostró que fue un éxito. Por la compra de los antígenos, y ahora se demuestra que son claves. Por pedir hacer test en Barajas, y ahora el tiempo nos ha dado la razón. Un gran hospital público no puede ser una mala noticia para nadie, a no ser que el sectarismo político lo vea así", sostuvo la presidenta autonómica, quien durante la presentación estuvo arropada, además de por su Gobierno y por el alcalde de la capital, por el líder de su partido, Pablo Casado. No estuvo presente, sin embargo, ningún miembro del Ejecutivo central, algo que ha lamentado Ayuso. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, no asistió al acto alegando problemas de agenda. La única representación por parte de Moncloa fue la de la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón.

Aunque inicialmente estaba previsto que la líder del Ejecutivo madrileño conversara con los periodistas –"habrá una atención a medios por parte de la presidenta", rezaba la convocatoria–, lo cierto es que ni siquiera se pasó por la sala de prensa. Las tres sillas las ocuparon, más bien, Ruiz Escudero y el director general de Infraestructuras Sanitarias, Alejo Miranda. "Es por el carácter técnico de la rueda de prensa", explicó el consejero de Sanidad cuando se le cuestionó por la ausencia de Ayuso. En la conversación con los medios, se aclaró que el centro comenzará a recibir los primeros pacientes la próxima semana. Y el personal que les va a atender será, por el momento, el de los 116 profesionales sanitarios que se han presentado de manera voluntaria, que irán desembarcando en el centro a lo largo de esta semana. "Según vayamos viendo la necesidad, iremos aumentando el personal", comentaron al ser preguntados por el resto de profesionales que querían reclutar para que el primer pabellón abierto pudiera funcionar a pleno rendimiento.

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