El final de Canal Nou

“La influencia era clara y directa: desde el Palau de la Generalitat hasta el estudio”

“La influencia era clara y directa: desde el Palau de la Generalitat hasta el estudio”

Ibon Uría

La periodista Iolanda Mármol llegó en 1999 a Canal Nou, la radiotelevisión pública que la Generalitat Valenciana, con Alberto Fabra (PP) a la cabeza, trata de cerrar a toda costa. Durante años, asegura, ha soportado la manipulación informativa impuesta por los sucesivos Ejecutivos conservadores a los profesionales de la cadena. Y ahora, con la señal a punto de irse a negro, ha dicho basta y se ha lanzado a denunciar lo ocurrido en un texto, titulado "Mis mentiras en Canal Nou", que ha incendiado las redes sociales en las últimas horas.

"La manipulación no es algo que compruebas nada más entrar. Es un proceso inicialmente sutil que se hace cada vez más evidente", explica Mármol en una conversación con infoLibre. La periodista explica en su relato ejemplos que no duda en calificar de "surrealistas": "Nos exigían grabar a Eduarzo Zaplana de su perfil bueno", apunta. Poco después, tras acceder a la alcaldía de Benidorm gracias a los votos de una tránsfuga, Zaplana se convirtió en un innombrable. "Nos prohibieron que apareciera en los planos y tenía que buscar perífrases absurdas cuando no podía nombrarlo a pesar de ser el portavoz del PP en el Congreso", apunta.

No son los únicos casos: los periodistas de Canal Nou no pudieron contar el anuncio del cheque bebé de Zapatero, ni dar cuenta de los desmanes de Terra Mítica, ni llamar Francesc a Francesc Camps, que pidió que cambiaran su nombre por el de Francisco para postularse como posible sucesor de Rajoy. "Recuerdo también cuando nos prohibieron decir 'recortes'", enumera. Y a pesar de todos estos ejemplos, asegura que "son dos pinceladas de nada". "Hay gente que ha vivido cosas que dejan todo esto en una auténtica tontería", sentencia.

Órdenes directas

Preguntada sobre la relación del poder ejercido por el PP en la Comunitat Valenciana con la manipulación informativa, Mármol no titubea: "La influencia era clara y directa desde el Palau de la Generalitat hasta los estudios. Las órdenes bajaban en cascada a través de los cargos intermedios y recaía en los redactores", explica. La periodista, corresponsal política de la cadena en Madrid en su última etapa, también recuerda "cómo corría el cava en las plantas de dirección de Canal Nou las noche electorales de mayorías del PP".

Canal Nou se convirtió así en el instrumento perfecto para la propaganda del partido del Gobierno. Una cadena que no dudaba en pagar "directos millonarios para que Camps saliese hablando en directo en pleno Amazonas" y en la que estaban vetadas las voces de "cualqueir ciudadano que criticase al PP". Son tantos los ejemplos, lamenta Mármol, que un día acabó sintiendo "vergüenza" de su trabajo.

Intentos de rebelión

Y, si todo esto era así, ¿por qué no se hizo nada? ¿Por qué afloran ahora las denuncias, y no antes? "Hay detalles en los que no caes y otros en los que sabes que tú no tienes ningún margen", dice la periodista. "En otras ocasiones, cuando intentas rebelarte recibes una reprimenda, una bronca", añade. Mármol comenta que, en su caso personal, trató de acogerse al ERE porque "no compartía los valores de la empresa". Se lo impidieron y se quedó. "Si me iba, me iba sin paro y sin nada", concluye.

En cualquier caso, asegura que es necesario romper una lanza en favor de los trabajadores que trataron de cambiar la situación. "El Comité de Redacción se hartó de denunciar lo que ocurría y prácticamente nadie nos escuchó", dice. "Que la gente haya retuiteado y se haya enterado de todo ahora es otra cosa, pero cualquier persona que haya querido saberlo lo ha podido saber. Nosotros lo dijimos, y nadie nos escuchó", explica.

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Un enfermo terminal

Finalmente, Mármol lamenta que Canal Nou se apague justo cuando "el cambio en la dirección había hecho posible que se contase todo". Mármol defiende que desde que accedió al cargo Rosa Vidal, en la dirección del ente hasta este miércoles, nadie le cambió una historia. "Ahora se podía hablar de todo", insiste, pero es demasiado tarde. "El enfermo está muerto, la gente no nos cree, no tenemos audiencia. Nadie nos ve y nadie nos quiere", apostilla.

"De aquí a pocos días esta tele se desenchufa y centenares de profesionales excelentes se van a la calle. Y aquí no habrá pasado nada. Lo cuento porque los valencianos se merecían algo mejor, unos directivos dignos", concluye.

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