23J | ELECCIONES GENERALES Un debate sobre el pasado, el presente y el futuro de la España progresista (I)
La izquierda tras la decepción: más de 20 voces reflexionan sobre sus fallos, retos y opciones el 23J
La izquierda española se levantó el lunes entre la resaca y el shock. De móvil en móvil, también en las redes sociales, circulaban mensajes de hartazgo, pánico y reproche. Pues bien, ese mismo lunes cuajó en infoLibre una idea: un artículo que rescatase, de entre ese marasmo de frustración e incredulidad, algunas reflexiones en torno a cuatro grandes cuestiones: 1) ¿Qué está fallando en la izquierda española? 2) ¿Cuáles son los factores que explican el retroceso electoral de la izquierda y el avance de la derecha? 3) ¿Es inevitable un triunfo de la derecha en las generales? 4) ¿Cuáles son las posibles vías de salida o soluciones de la izquierda a corto y largo plazo?
La muestra de los sometidos al cuestionario incluye intelectuales y profesionales, académicos y sindicalistas, activistas y políticos, hombres y mujeres diversos generacional e ideológicamente, con el rasgo común de una trayectoria marcada por la independencia de criterio. Las ideas recabadas desbordaron pronto la plantilla inicial. Hubo respuestas largas o muy largas, otras breves. Las hubo por escrito y por teléfono. Las hubo que dieron por contestadas todas las preguntas de una vez. Las hubo que excluyeron al PSOE de "la izquierda". Hubo quien se centró en el plano corto, en el análisis de la coyuntura inmediata, y quien prefirió la abstracción.
Con todo ello la mejor –¿única?– opción posible era sintetizar lo esencial y presentarlo aquí, directamente en sus propias voces, como una aportación plural y fundamentada al debate sobre la izquierda española, campo político que acaba de perder gran cantidad de poder y que el 23 de julio se juega el Gobierno de España.
infoLibre presenta el resultado en dos artículos. Mañana se publicará el segundo.
Azahara Palomeque, escritora: "Vivimos un paradigma de postverdad"
1. La izquierda parte de un problema general, que es intentar un proyecto en un marco –económico, político, pero también moral y cognitivo– neoliberal. Se dan contradicciones como querer que crezca el PIB cuando no es un indicador de bienestar, o aprobar medidas sociales pero no políticas realmente redistributivas. Al mismo tiempo, vivimos en un paradigma de postverdad que hace parecer 'radical' el espacio de la socialdemocracia a partir de acusaciones incongruentes como 'comunista'.
2. En estas últimas elecciones han jugado un papel fundamental la postverdad, el desgaste de la pandemia y las disputas tanto dentro del Gobierno de coalición como a la izquierda del PSOE, un espacio que probablemente tendría que haber apostado antes por la unidad y discutir las discrepancias de forma más discreta.
La ciudadanía arrastra un desencanto por décadas de pérdida de poder adquisitivo, precarización, dificultad de acceso a la vivienda, sanidad mermada... Y por ese desencanto se cuela una derecha que promete alegría, cañas, un relato de victoria y venganza
3. Quiero creer que no. El Gobierno de coalición ha mostrado que sabe torear momentos de crisis de manera más o menos aceptable: los ERTE, la cifra más baja de paro desde 2008, la inflación más baja de Europa gracias en parte a la excepción ibérica o la subida de las pensiones son logros notables. Al mismo tiempo, ha fallado la comunicación y la campaña de desgaste por parte de la derecha ha sido implacable. Por otra parte, la ciudadanía arrastra un desencanto que tiene que ver con décadas de pérdida de poder adquisitivo, precarización, dificultad de acceso a la vivienda, sanidad mermada, una crisis climática a la que nadie parece querer poner remedio... Y por ese desencanto se cuela una derecha que promete alegría, cañas, un relato de victoria y venganza, ineficiente como proyecto social pero reparador en lo emocional.
4. Hay que combatir el desencanto con una reconfiguración de la izquierda que impulse cambios estructurales, gestione mejor su marketing, determine la agenda mediática y apueste por la unidad. Creo que se debe ampliar la calidad democrática y fomentar la participación ciudadana en los debates, ahora muy restringida con la Ley Mordaza.
Carlos Arenas, historiador de la Economía: "Ha enraizado el sálvese quien pueda"
1. La izquierda falla a nivel global, pero hay que matizar. En País Vasco y Cataluña gana o se mantiene, en muchos pueblos andaluces no se pierde. Hay pueblos andaluces a los que llamo 'numancias'. La 'izquierda' pierde, como en Sevilla, cuando hace políticas asumibles por la derecha, pensadas para clases medias, cuando no se cambia un ápice en el capital simbólico que sirve a la derecha, cuando se promete más de lo que se hace, cuando ponemos atención en asuntos superfluos, cuando los cambios son cosméticos.
2. Entre las causas ajenas podría estar el enraizamiento del anarquismo burgués asumido por la gente sin IVA, darwinista, del sálvese el que pueda. A esta gente le basta con el relato los medios pagados por los oligarcas, le conmueve el discurso que apela a las vísceras, al insulto. Antes fue el 'gobierno socialcomunista', más tarde el 'sanchismo' y ahora ETA. Si a esta gente les pusieran una camisa parda, no la rechazarían. Todo ese discurso tiene un solo objeto: impedir que el Estado pueda dañar a las oligarquías económicas, financieras, constructoras y de servicios que controlan desde Madrid la economía española. Ese Madrid es una comunidad prescindible. La re-identificación de lo nacional en el sentido federal es necesaria. Ante ese desafío, la izquierda se muestra miope, predominando en ella las querellas partidarias.
El discurso de las vísceras y el insulto tiene un solo objeto: impedir que el Estado pueda dañar a las oligarquías que controlan desde Madrid la economía española. Hay que hacer pedagogía para cambiar el discurso de las vísceras por el de la razón
3. No. Hay que hacer pedagogía para cambiar el discurso de las vísceras por el de la razón. ¿Estará el votante del PP dispuesto a pagar la medicina privada, por ejemplo?
4. El PSOE debe cambiar el programa de la 'modernización' por un verdadero programa socialdemócrata. A la izquierda del PSOE, y a corto plazo, y de forma urgente, terminar con los reproches, poner en valor lo que une y no lo que separa. Elaborar candidaturas unitarias en base a un logo –no una sopa de siglas– y a un programa para la transformación radical. A medio plazo es imprescindible repartir el capital político. El partido de izquierdas, y a la vista está, no es nada si pierde la conexión con el pueblo.
José Antonio Pérez Tapias, catedrático de Filosofía, exdiputado socialista. "Las hojas de ruta están rebasadas"
1. Las izquierdas están sumidas en un fuerte desconcierto. Estamos inmersos en crisis sucesivas que, además, se solapan. Las 'hojas de ruta' disponibles están rebasadas. ¿Dónde quedan el 'otro mundo es posible' o 'un mundo sin fronteras'? La izquierda, y no sólo aquí, está atrapada en esquemas del pasado, no está siendo capaz de responder a clases y colectivos damnificados: sectores de clase obrera industrial desubicada, estratos sociales arrojados al precariado, inmigrantes recluidos en márgenes sociales y juventud sin horizonte. Los logros del Gobierno PSOE-UP no se han traducido en un discurso capaz de contrarrestar los vacíos identitarios y los temores sobre los que la derecha ancla sus reclamos, sean en clave de nacionalismo o de un individualismo muy asentado tras décadas de hegemonía neoliberal.
2. La derecha bifronte cultiva con ahínco respuestas reaccionarias, destacando la crítica a medidas para reconducir las tensiones en Cataluña y la grosera manipulación de las víctimas de ETA. Si a ello se suma la capacidad para manejar una demagogia sin escrúpulos y sembrar bulos que muy significativos medios secundan, tenemos el cuadro de adversarios difíciles de afrontar. Esto no exime a la izquierda de déficits y errores, como las tensiones en el Gobierno de coalición. Una coalición no implica unanimidad, pero sí coordinación, respeto para que no haya ninguneo –el PSOE lo ha practicado– y lealtad para no descalificar al partido con el que se comparte gobierno –lo hemos visto en UP–. Las tensiones entre Podemos y lo que se ha llamado Sumar, personalizadas en duros desencuentros entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, han jugado un papel muy negativo.
Una coalición no implica unanimidad, pero sí coordinación, respeto para que no haya ninguneo –el PSOE lo ha practicado– y lealtad para no descalificar al partido con el que se comparte gobierno –lo hemos visto en UP–
3. Si hablamos de triunfo, la izquierda lo tiene difícil. A favor de que el éxito acompañe está que el PP no tiene tiempo de lucir su victoria, teniendo que lidiar con la papeleta de los pactos con Vox. Pero contar con eso no es suficiente por cuanto el PSOE tiene que movilizar el electorado, diseñando una campaña diferente, para lo cual cuenta con aglutinar mucho voto útil –lo cual tiene el reverso de que ese voto no iría a la izquierda articulada en Sumar–. Eso implica moverse en el esquema 'o PSOE o derechas', con todo lo que supone tensionar una polarización ya existente, terreno en el que PP y Vox saben moverse. El movimiento Sumar tiene la tarea compleja de articular un conjunto de partidos diversos y dotar de coherencia a muchas medidas que se han barajado, pero que no se han plasmado en un programa común.
4. A la izquierda le falta recorrido para conjugar su pluralidad. Las compartimentaciones de antaño han dejado de valer. No tiene sentido moverse con la diferencia entre socialdemocracia y comunismo. La primera, aun cuando se hagan políticas en esta tradición, no puede presentarse como antes, entre otras cosas porque el marco del Estado nacional y la estructura de clases han cambiado. En cuanto al comunismo, las connotaciones del término son tales que hasta los partidos herederos evitan tal rótulo, aunque sea con 'significantes vacíos'. Además, es indispensable reforzar prácticas de democracia deliberativa. De lo contrario, todo aboca a confrontaciones populistas en las que o gana la derecha o las izquierdas, en contra de lo que aparentan, se derechizan.
Elisabeth Duval, escritora: "El espacio del cambio necesita depuración"
1. Hay cuestiones nacionales, como la decadencia de partidos del espacio del cambio como Podemos, que se han instalado en un discurso atrincherado, conspiranoico e identitario. Luego está la difícil gestión de Ilusiones del ciclo del 15M y toda la energía gastada en el proceso o la grandilocuencia al explicar leyes cuyas consecuencias la gente no percibe o no va a percibir (como los efectos de ley de vivienda, que mejora el paradigma, pero no es ni mucho menos una transformación radical). El desgaste del Gobierno se suma al reflujo del ciclo progresista y a una escalada reaccionaria global.
2. El discurso de que la culpa es de los medios puede ser seductor, pero condena toda posibilidad política. Hay factores contextuales, carambolas, pero todos esos están en la lista de factores que no se pueden controlar y es más interesante atajar los que sí.
Ofrecer un proyecto de construcción de una España en la cual tenga sentido implicarse, con algo más que la resistencia a lo reaccionario, sería un buen comienzo
3. No hay nada inevitable, pero la derecha lo tiene todo a favor.
4. El PSOE parece haber resistido, pero el espacio del cambio necesita depuración y dotarse de otras herramientas a través de personas no manchadas por la trituradora de carne del ciclo pasado. Saber también qué quiere ser de mayor: si una muleta o tener la ambición que un día tuvo. No hay un discurso que funcione en todas las circunstancias, pero ofrecer un proyecto de construcción de una España en la cual tenga sentido implicarse, con algo más que la resistencia a lo reaccionario, sería un buen comienzo.
Santiago Alba Rico, ensayista: "Hay una devastadora hegemonía de la subjetividad neoliberal"
1. Hay un esquema 'universal': izquierdas cada vez más moderadas que gobiernan por los pelos o por casualidad frente a derechas cada vez más radicalizadas que aspiran a asentarse en el poder. Dentro de este esquema, el Gobierno de coalición, que ha hecho muchas cosas buenas, no ha sabido rentabilizar su gestión. En parte se ha debido a la feroz campaña de la derecha orientada a cuestionar su legitimidad, pero en parte también a que el PSOE y UP se han tratado como rivales y no como aliados.
2. Los exógenos son conocidos: tienen que ver al mismo tiempo con el poder mediático, económico y subinstitucional de la derecha y con la hegemonía de una devastadora subjetividad neoliberal. Los endógenos con la mala gestión de la visibilidad mediática, la falta de debate interno y la confirmación reactiva de los marcos de confrontación impuestos por la derecha. Como hemos visto en las últimas elecciones, las fuerzas de izquierdas que han resistido mejor han sido las que se han sustraído a esos errores.
La izquierda puede rascar votos aquí y allá pero no ya interpelar a una potencial mayoría social. En todo caso, no hay que tirar la toalla porque el peligro no es el de 'un cambio de ciclo' (normal en un país democrático) sino el de un 'cambio de país'
3. Inevitable no, pero sí muy probable, sobre todo porque hemos visto que sirve de poco un gobierno de éxito e incluso una campaña de éxito allí donde se ha impuesto un marco de decisión electoral radicalmente parapolítico en el que el odio desinteresado es más decisivo que el cálculo racional o el alineamiento político argumentado. Las elecciones se inscriben ahora en un horizonte antropológico no-democrático. La izquierda puede rascar votos aquí y allá pero no ya interpelar a una potencial mayoría social. En todo caso, no hay que tirar la toalla porque el peligro no es el de 'un cambio de ciclo' (normal en un país democrático) sino el de un 'cambio de país'.
4. A corto plazo soy pesimista. Ojalá se consiga encontrar un parche y renovar un gobierno de coalición cicateramente socialdemócrata por un solo voto. A medio y largo plazo, me parece que la izquierda del PSOE sigue teniendo pendiente, a nivel discursivo y organizativo, la ruptura con una tradición que podríamos llamar de un plumazo 'estalinista': una combinación de elitismo intelectual y ferocidad interna que aleja a las mayorías sociales y disuade a militantes y movimientos. Recordemos que el momento de mayor esperanza en nuestro país –con la irrupción de Podemos– se tradujo en un cambio discursivo pero no organizativo y ese desajuste fue finalmente fatal.
Emma Martín, catedrática de Antropología: "La banalidad y la corrupción pasan factura a la izquierda, no a la derecha"
1. La izquierda acusa el peso de haber gobernado en los momentos más complicados de la reciente historia. Además, no se ha sabido enfrentar la plurinacionalidad. El temor a que su reconocimiento pudiera generar un aluvión de votos para la derecha no ha hecho más que facilitar la imagen de 'vendidos' a los nacionalismos, sin que se haya mostrado un modelo alternativo al que establece la Constitución. Tampoco se ha acertado en las medidas para paliar la situación de las familias. Aunque los datos macroeconómicos son positivos, la precariedad es un hecho y las medidas son insuficientes.
2. La banalidad y la corrupción pasan factura en la izquierda, porque más que un voto ideológico hay un voto social. A la derecha no. Esa es la base que explica que los enfrentamientos en la izquierda sean mucho más profundos, ya que no hay esa identificación ciega con 'los míos'. Dicho esto, las divisiones han sido percibidas como un enfrentamiento de egos y no como diferencias sustanciales. Por otra parte, la entrada en el Gobierno ha dejado a la extrema derecha como único portavoz del malestar social, mientras que los movimientos sociales han tenido que manifestar su descontento con las políticas del Gobierno. Un cóctel explosivo.
Aunque los datos macroeconómicos son positivos, la precariedad es un hecho y las medidas son insuficientes. La entrada en el Gobierno ha dejado a la extrema derecha como único portavoz del malestar social
3. Cabe la esperanza de que se active el voto ideológico, pero en este caso el gran beneficiado sería el PSOE, que aglutinaría el voto útil.
4. La política tradicional no ha dado a la crisis climática la importancia que tiene. Esto la desconecta de un amplio sector de la juventud y de una parte significativa de los votantes de izquierda. La cuestión de los límites del crecimiento y el cambio de modelo económico y cultural supone una sangría de votos a corto plazo, pero su abordaje es imprescindible.
Nuria López, líder de CCOO en Andalucía: "Se ha extendido el individualismo"
1. Hay una ola reaccionaria internacional por la respuesta a la crisis anterior, no sólo de la derecha, mira Zapatero al principio. El sufrimiento de las familias obreras, desde aquellas que menos tienen hasta las que aún conservan trabajos solventes, ha provocado una pérdida de confianza. Se han extendido el individualismo y la desvertebración social.
2. Hay un cierto divorcio [entre las organizaciones de izquierdas y sus bases] que no se ha arreglado cuando ya nos hemos metido en otras crisis con nuevos desafíos como la digitalización o los cambios medioambientales... Surgen dificultades. Por ejemplo, en el campo tratamos de hablar de nuevos productos para utilizar menos agua. ¿Qué pasa entonces? Hay agricultores en guardia por miedo a perder lo que tienen. Si no se trabajan las propuestas desde abajo, llega la derecha y te dice: 'Te quieren dejar sin trabajo'.
Los partidos del Gobierno tienen que explicar la traducción en lo cotidiano de lo que han hecho: por qué este trabajador cobra un salario mínimo de 1.080 euros, por qué este pensionista llega a fin de mes, por qué hay 20 millones de cotizantes
3. No hay derrota inevitable. Los partidos que sustentan el Gobierno tienen que explicar lo que han hecho, en ocasiones con acuerdos con los sindicatos, y su traducción en lo cotidiano: por qué este trabajador cobra ahora un salario mínimo de 1.080 euros, por qué este pensionista llega a fin de mes, por qué hay 20 millones de cotizantes. Algunos cambios aún no se han podido asentar, no ha dado tiempo. Hay que explicarlo, para superar el ruido. Si la gente ve y palpa las consecuencias de los cambios y las posibilidades de seguir por ese camino, hay margen. La derecha logra que se juegue en su terreno, coge el balón y sale corriendo. No hay que ir detrás. Hay que ir a la ofensiva.
4. Necesitamos hacer política piel con piel, volviendo a los barrios, escuchando. Hace falta bajar a ras de suelo para recuperar la confianza. Los aparatos no pueden seguir ensimismados. Es necesario escuchar ideas nuevas y transformarlas en alternativas.
Ignacio Sánchez-Cuenca, profesor de Ciencia Política: "No se puede recurrir sólo al miedo"
1. Desde que comenzó el siglo XXI, la izquierda en su conjunto está en retroceso. La pérdida ha sido especialmente fuerte en los partidos socialistas tradicionales y no se ha visto compensada ni por la aparición de nuevas fuerzas mas a la izquierda ni por los partidos verdes. Dicho esto, no está claro que el avance de la derecha sea un fracaso de la izquierda. La derecha tiene capacidad por sí misma para apelar a la sociedad y recabar apoyos. La forma de preguntar parece dar por supuesto que si la izquierda lo 'hace bien', la derecha pierde. Pero eso no es así en absoluto.
2. Estar en el gobierno desgasta casi siempre. Lo lógico es perder apoyos porque nunca se puede conseguir lo prometido, porque empeoran las condiciones –pandemia, problemas energéticos...– o porque la gente se cansa. Esto sucede con la izquierda y la derecha. En segundo lugar, creo que en España, desde finales de 2017, se inició un ciclo inédito, provocado por la crisis en Cataluña, muy desfavorable para la izquierda. Ha habido un resurgir de un nacionalismo español que explica el ascenso de Vox y la construcción del relato antisanchista. En tercer lugar, los problemas de la coalición de gobierno no siempre se han gestionado bien, ha habido más conflictos de los necesarios.
En España, desde finales de 2017, se inició un ciclo inédito, provocado por la crisis en Cataluña, muy desfavorable para la izquierda
3. Es probable que, tras la desaparición de Cs, el PP aventaje al PSOE. Pero es muy difícil que el PP y Vox alcancen una mayoría absoluta, sobre todo si la apuesta de Sumar sale bien, salvo que se produzca un cambio profundo en estos dos meses. Si ganan pero no tienen mayoría absoluta, las izquierdas tendrán la oportunidad de reeditar el gobierno.
4. Si tuviera la respuesta estaría intentando vendérsela a los partidos. Solo hablaré del corto plazo. Mi impresión es que no puede fiarse todo al miedo a la derecha. Es necesario despertar ilusión, no se puede recurrir sólo al miedo. Veremos un enfrentamiento entre el discurso nacionalista español, centrado en acusaciones gruesas sobre la ruptura de España y la tentación autoritaria de la izquierda, y un discurso de las izquierdas que debería estar centrado en los logros. El discurso de la derecha es un globo de gas, no resiste la comparación con la realidad. La cosa es si la izquierda sabrá pincharlo.
Aurora Labio, profesora de Periodismo: "Habrá una paliza mediática"
1. El PSOE está metido en el juego del bipartidismo y debería pensar que su tibieza hace años que desencantó a los votantes de izquierdas, salvo a sus incondicionales. Podemos surge como un partido de lucha y el problema viene cuando se convierte en un partido de gobierno. Entonces hay que tomar decisiones e institucionalizarse, lo que se traduce en un distanciamiento con las bases, que pueden sentir que se las ha traicionado. Más aún cuando el sistema actúa como una apisonadora.
2. Hay que volver al pacto de los botellines, representación de un proyecto para transmitir unidad en la izquierda y conexión con los movimientos populares. Hay que reconectar con una parte de la sociedad que estaba y está indignada, que sigue desconfiando de los políticos y busca espacios de reapropiación democrática.
3. Hay que apartar esa idea de que los partidos conservadores están seguros de que van a ganar. Pero es verdad que tienen una armada mediática que les hace un trabajo impecable. La batalla mediática va a ser crucial. La izquierda tiene que estar preparada para recibir una paliza mediática en las próximas semanas, por lo que hay que buscar vías alternativas, no solo a través de redes sociales sino pisando la calle.
Podemos no es un experimento artificial como Cs. Podemos aún conecta con mucha gente que añora los tiempos del 15-M. La izquierda debe recuperar ese latido
4. Hace unos días Ken Loach afirmaba que, si la gente pierde la esperanza, vota al fascismo. La izquierda tiene que devolver esta esperanza haciendo llegar el mensaje de que cada derecho es un logro que la derecha intentará minar. Tiene que decirle a la gente: “Si usted sale de la farmacia hospitalaria con fármacos que valen miles de euros, es porque la sanidad pública es un bien de todos; si su hijo tiene una beca, es porque la educación es un logro común; si tiene un salario mínimo, es porque se ha luchado frente a la patronal". Por otro lado, hay que abogar por la responsabilidad de los ciudadanos. Aquí todo es más difícil en un sistema que nos tiene entretenidos y atontados. A veces me gustaría zarandear a la gente y decirle: 'Despierta'. La autocrítica en la izquierda es necesaria, pero creo que esto sería aplicable a todos los partidos. Es verdad que las distintas sensibilidades producen fracturas, pero no son insalvables. Hay que evitar los personalismos, ponerse a trabajar de manera conjunta y conectar con las bases. Podemos no es un experimento artificial como Cs. Podemos aún conecta con mucha gente que añora el 15-M. La izquierda debe recuperar ese latido.
Daniel Innerarity, filósofo: "La gente quiere proyectos, horizontes y protección"
1-4. La derecha está ofreciendo un discurso de libertad individual frívolo, pero que parece prometer más y ser más atractivo en un momento precedido de sucesivas recetas de autolimitación. A la izquierda del PSOE se ha instalado un discurso gruñón, de reñir a la gente, de decirle cómo tiene que comer, moverse, relacionarse, un discurso con el que puedo estar de acuerdo pero cuya presentación en términos moralizantes resulta poco atractiva. En cuanto a las elecciones pasadas, la campaña de Pedro Sánchez de ir regalando cheques fue simplona. La gente quiere proyectos, horizontes y protección.
Iago Moreno, sociólogo: "Un proyecto honesto y no ir como pollo sin cabeza"
1. La izquierda post-15 definió su proyecto en función de una coyuntura que no tiene nada que ver con la presente. Aquellas herramientas articulaban demandas como la lucha contra la corrupción o contra la austeridad, que hoy están fuera de foco. Además, pesa mucho la ausencia de instituciones compartidas para resolver los desacuerdos. Incluso cuando distintas fuerzas comparten papeleta están lejos de actuar al unísono.
2. La gente no quiere posicionarse continuamente sobre bochornos, controversias y polémicas exasperantes. Lo que divide a las izquierdas no son desacuerdos programáticos, por lo que hay que centrarse en un proyecto honesto definido en torno a una serie de medidas, un discurso y una estrategia. Y no sobre ocurrencias para llamar la atención de la prensa como pollo sin cabeza.
El problema va a ser el aparato propagandístico de la dirigencia morada, desacreditada electoralmente pero que conserva capital político para desafiar las decisiones de Yolanda [Díaz], que tendrá que ser inteligente al resolver el puzle
3. Por la ley electoral y la correlación de debilidades entre las distintas fuerzas, pueden salir los números, pero la izquierda a la izquierda del PSOE tiene que hacer su trabajo. Y veo fatiga participativa, no sólo en la gente, sino en el seno de las organizaciones.
4. Las principales patas de Sumar son los comunes, el PCE, IU, Compromís y las fuerzas del pacto del Turia y algunos de Podemos descontentos con su bunkerización. El problema va a ser el aparato propagandístico de la dirigencia morada, desacreditada electoralmente pero que conserva capital político para desafiar las decisiones de Yolanda [Díaz], que tendrá que ser inteligente al resolver el puzle. En cuanto a Podemos, tiene que reconocer sus debilidades. La foto después del 28M y la tendencia en cada elección desde 2019 es la que es. La dirección de Podemos no detenta más el liderazgo de ese espacio. Reina fanfarronamente una esquinita de ese espacio, pero ya no lo conduce. ¿Podría haber una ruptura? Creo que no, pero va a ser difícil llegar a un acuerdo virtuoso. Toca un pacto por arriba lo más coherente posible.
Steven Forti, historiador: "La más urgente es que UP y Sumar trabajen de la mano"
1. Las derechas –la tradicional, cada vez más radicalizada, y la extrema– avanzan en todos lados por una serie de razones, entre ellas la crisis de las democracias liberales. En cuanto a las izquierdas en general, la socialdemocracia se encuentra en una encrucijada: debe volver a mirar a su izquierda. Sánchez en esta legislatura ha hecho lo correcto. La izquierda radical debe reconstruir los lazos sociales y ofrecer un proyecto que dibuje un horizonte de esperanza compartido. En el caso español: menos trifulcas y más unidad; menos peleas incomprensibles y más trabajo social.
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2. Las causas del retroceso son propias y ajenas. Principalmente, las trifulcas entre Podemos y Sumar. No cabe duda de que la hegemonía de la derecha en los medios ha influido, pero la situación no era mejor en 2015. El avance de la derecha responde sobre todo a tres factores: la hipermovilización del voto conservador contra el gobierno tachado de 'bolivariano' e 'ilegítimo', la capacidad del PP para devorar literalmente a Cs; y, last but not least, un contexto que favorece a la derecha radicalizada y extrema, como muestran las elecciones en Italia, Suecia, Finlandia, Grecia, Chile, Turquía...
Hay un contexto que favorece a la derecha radicalizada y extrema, como muestran las elecciones en Italia, Suecia, Finlandia, Grecia, Chile, Turquía...
3. El futuro no está escrito. Ahora bien, tras el 28M la derecha y la extrema derecha tienen el viento de cola. Dependerá de la movilización del electorado progresista. Lo que fue posible en 2019, en suma, es posible también hoy.
4. Lo primero y más urgente es que UP y Sumar trabajen de la mano para movilizar al electorado progresista. Segundo, a corto, medio y largo plazo: que se trabaje para comunicar mejor los logros. Tercero, a largo plazo: dar la batalla cultural y hacer trabajo de formación, acercando nuevamente la gente a la política. Cuarto, a largo plazo y para toda la sociedad: reconstruir la confianza entre ciudadanos e instituciones.