Juan Pedro Yllanes: "Al emérito habría que retirarle el título lo antes posible"
A Juan Pedro Yllanes (Sevilla, 1960) se le cargó la agenda de juicios durante su etapa de magistrado en la Audiencia de Palma a cuenta de la corrupción. Cuando lo eligieron presidente del Tribunal que juzgaría a Cristina de Borbón y a Iñaki Urdangarin lo fichó Podemos. Ha sido diputado en el Congreso y ahora es vicepresidente del Gobierno balear con competencias en transición ecológica, de las que está especialmente orgulloso. Respalda sin fisuras el proyecto político en el que trabaja Yolanda Díaz y alerta a los partidos de izquierda de que seguir dispersos allana el camino a la extrema derecha. Elige ser entrevistado en pleno parque del Retiro, que estos días luce un imponente manto de hojas secas. "Este era mi paseo habitual cuando iba de casa al Congreso. Atravesaba el Retiro y llegaba de buen humor al escaño. A la vuelta me sentaba mejor todavía el paseo para relajarme después de escuchar a Rafa Hernando o Juan Carlos Girauta".
¿Echa de menos Madrid y el Congreso?
No lo echo de menos, está siendo apasionante la legislatura en Baleares. Ser diputado fue un regalo. Después de 28 años en la judicatura me resulta muy interesante haber conocido de cerca el poder legislativo y, ahora, el ejecutivo.
¿Cuál diría que es su mayor logro como vicepresidente de Baleares?
Hace poco hizo referencia Úrsula Von der Layen al proyecto de hidrógeno verde en Mallorca. Baleares venía de un 2% de implantación de energías renovables, a la cola del Estado, y queremos acabar la legislatura con un 25%. La gente se ha dado cuenta de que vivimos en un lugar enormemente frágil y que hay que hacer algo para que esa fragilidad no se convierta en destrucción. De todos los gobiernos de coalición con el PSOE somos los únicos que tenemos la competencia en transición ecológica, es muy importante y estoy muy satisfecho.
¿Es compatible el modelo turístico del que vive Baleares con una transición ecológica?
Lo es si somos capaces de abrir el debate sobre el modelo turístico que queremos, y aún no se ha abierto en la sociedad balear. Tenemos que plantearnos qué hacemos con los cruceros, qué tipo de visitantes queremos, qué número de visitantes es capaz de soportar un territorio de la fragilidad de Baleares. Pero en el sector turístico, que es un lobby muy poderoso, empieza a haber preocupación por la transición ecológica y eso es una buena noticia.
¿Cómo es que la izquierda gobierna en Baleares?
Primero por la torpeza infinita de la derecha. No olvidemos que hay un presidente del PP en prisión.
Pero es verdad que Baleares está llena de ricos, ¿no?
Es cierto que hay muchos ricos, pero también somos la Comunidad con más desigualdad entre ricos y pobres. El escalón social es enorme. Baleares no es solo la imagen de los famosos con los yates en Ibiza, hay un porcentaje elevado de población en riesgo de pobreza. Hay miles y miles de andaluces que emigraron para buscarse la vida que podrían trasladar bien cuál es la realidad social de aquí.
Imagino que hay mucha gente en Baleares que es víctima laboral de esa riqueza. Estoy pensando en las camareras de piso, por ejemplo.
Absolutamente. Fíjate que durante la pandemia se han tenido que implementar medidas específicas para esta figura tan propia del sector turístico que es la del fijo discontinuo, cuando solo trabajan seis meses al año. Eso provoca empleo precario, mal pagado, con horarios estajanovistas...El modelo económico que tenemos en Baleares no es el satisfactorio. Tenemos sintonía con la ministra Yolanda Díaz, que ha venido dos veces durante la pandemia. Tenemos que evolucionar hacia mejores puestos de trabajo.
Me hablaba antes de que ha conocido de cerca los tres poderes del Estado. Usted, que viene de la judicatura, ¿cómo explica ese choque cada vez más habitual del poder judicial con el legislativo y con el ejecutivo? Lo digo por lo que les ha pasado a ustedes en Baleares con la Justicia tumbando medidas durante la gestión de la pandemia o con el TC declarando inconstitucionales los estados de alarma.
La gente percibe una distancia evidente entre la realidad de los jueces y la de los ciudadanos. Hay una sensación generalizada de que el poder judicial se protege en su burbuja. Y creo que eso no es interesante. Si la Justicia se aleja del ciudadano, mal vamos.
Acabamos de vivir el episodio de renovación del TC con el escándalo de Enrique Arnaldo, que incluso tenía negocios con Jaume Matas. Usted como político ahora pero como profesional de la Justicia antes, ¿qué le parece?
Ha sido un sapo importante. A mí me llama la atención que se vincule el término “renovación” a cuatro apellidos que no suponen ningún tipo de renovación. Todos han sido altos cargos en el CGPJ. Parece que el acceso a estos órganos tan importantes y que toman decisiones tan trascendentes queda restringido a una serie de nombres. Proponer a una figura como Arnaldo no le hace ningún favor al TC. Yo he hablado con muchas personas de la judicatura estos días y me dicen que flaco favor le estamos haciendo a la Constitución. Este proceso no le ha hecho ningún favor a un órgano de enorme importancia.
Si la mañana de la votación hubiese cruzado por aquí el Retiro temprano para ir al Congreso, ¿usted hubiese sido el Odón Elorza de Unidas Podemos?
Agradezco enormemente no haberme visto en esa situación porque era una decisión muy complicada. Puedo entender la postura final de Unidas Podemos porque, de los cuatro miembros nuevos, el que me ofrece mayores garantías es el nombre de Ramón Sáez (el propuesto por Unidas Podemos). Aún así, creo que el hecho de que aparezcan identificados con un padrino o madrina es un flaco favor al tribunal.
Lo que se ha hecho con Alberto Rodríguez merece la consideración de atropello jurídico
¿Cómo ha vivido la condena y la pérdida del escaño de Alberto Rodríguez?
Lo que se ha hecho con Alberto Rodríguez merece la consideración de atropello jurídico. Lo más preocupante es que los votos discrepantes de la Sala que lo condenó fueran por falta de prueba de cargo. Las discrepancias podían ser por la consideración de los hechos, por si la conducta de Alberto merecía reproche penal o no. Pero que dos magistrados digan que no hay prueba de cargo es muy grave. A una mujer que denuncia una violación la obligamos en este país a que aporte indicios que refuercen su testimonio. Y aquí un testimonio de un policía vale para condenar y para expulsar del Congreso a Alberto Rodríguez.
¿Eso es lawfare contra Podemos?
Yo estoy convencido de que si Alberto Rodríguez no fuese de Podemos la presión del Supremo sobre el Congreso no hubiese sido la misma.
¿Qué le parece que el PP haya denunciado a infoLibre y pida 5 años de cárcel a la periodista que publicó una información veraz y contrastada sobre un presunto trato de favor del presidente de Murcia con el secretario general de su partido?
Estaríamos en presencia de una colisión de derechos fundamentales, el derecho a la intimidad y el derecho a transmitir información veraz. Tratándose de una conducta irregular por parte de un presidente autonómico, verificada en plena pandemia y que suponía una vulneración del derecho de otras personas a recibir atención médica, la colisión debería resolverse en favor del medio de comunicación. Aunque resultaría muy aventurado por mi parte pronunciarme sobre el resultado final del procedimiento a la vista de recientes resoluciones judiciales que desafían a la lógica jurídica más elemental.
Su fama empezó con los juicios contra la corrupción en Baleares y con los líos jurídicos de la Corona. ¿Se imaginaba que llegaría a tanto?
No. Yo pensé que el caso Nóos iba a significar un antes y un después y que todo aquello iba a parar ahí. Al rey emérito habría que retirarle el título lo más urgentemente posible y pasar a llamarle por su nombre, Juan Carlos de Borbón. Todo lo que está pasando en torno a él no le hace ningún favor a la institución. Nos tenemos que plantear seriamente el tema de la inmunidad y tenemos que abrir un debate reposado para que los ciudadanos de este país decidan sobre su modelo de Estado.
Con perspectiva, el caso Nóos parece un simple anexo en la cadena de escándalos. Recuerdo al gran Malacara que puso un tuit en el que Urdangarin se excusaba diciendo que él hacía lo que veía en casa.
Era un poco así. Lo que flotó durante el juicio es que todo lo que había hecho Urdangarin, en donde había participado activamente su mujer aunque al final solo se declarara una responsabilidad civil, era algo que no se podía hacer a espaldas del cabeza de la institución. Lo que flotaba en el ambiente familiar era que lo que hacía Urdangarin no era ni mucho menos escandaloso.
Yolanda Díaz es ahora mismo un referente para la izquierda
¿Cree que parte de lo que hizo lo pudo hacer gracias al rey?
Es evidente, y lo mantuve en la instrucción, que la acogida que tenía Urdangarin era porque detrás de él planeaba la sombra de su suegro y su suegro era el jefe del Estado. No le hacía falta ni decir “oiga, ¿usted sabe quién es mi suegro?”. Todo el mundo lo sabía. Si este señor recibía inmediata atención no era por ser internacional de balonmano con España sino por estar casado con la hija del jefe del Estado. Y, además, pienso que en cualquier familia normal se comentaría entre ellos que está haciendo unos negocios estupendos y que iba a organizar unas jornadas fantásticas en Baleares…
Bueno, pero normal, normal, tampoco es esa familia….
Ya, ya…
Han dicho que han cogido un autobús por primera vez en su vida hace unos días.
Sí, sí. Es llamativo. Normal, normal no es. Pero me refiero a que en sus veladas familiares se comentaría, a lo mejor, cómo le va a cada miembro de la familia. No sería muy de extrañar que el jefe del Estado tuviera información directa.
¿Qué sintonía tiene con Yolanda Díaz?
Yolanda Díaz es ahora mismo un referente para la izquierda. El acto de Valencia me pareció enormemente interesante. Pude hablar con ella y le trasladé que me parecía muy positivo. Puede ser un revulsivo para volver a situar a la izquierda del PSOE en un lugar central en la política española. Además, empieza a reunir simpatías en otras fuerzas políticas de ese espectro y hay unanimidad acerca de que es ella la persona idónea para encabezar. Y tenemos que empezar a acostumbrarnos a que la política de este país empiece a estar liderada por mujeres. Que Yolanda pueda ser la primera mujer candidata con posibilidades a ser presidenta del Gobierno me parece un escenario muy estimulante.
Ese espacio del que hablaba a la izquierda del PSOE se enfrenta al enésimo proceso de reconstrucción y ya sabe usted que los partidos políticos son muchas cosas, pero también unas máquinas de generar tensiones. ¿Le preocupa?
Soy consciente. Puedo entender que diferentes fuerzas políticas observen con ciertas cautelas lo que está ocurriendo alrededor de la figura de Yolanda Díaz, pero yo creo que al final tenemos que ser pragmáticos. ¿Cuál es la alternativa? ¿Un gobierno del PP y de Vox? Yo creo que eso nos exige un esfuerzo de responsabilidad por parte de las fuerzas de izquierda para vencer cualquier tipo de resistencia. Si no somos capaces de darnos cuenta de eso nos habremos retratado ante todos esos votantes de izquierda que están deseando que se recupere toda la ilusión que provocó Unidas Podemos en 2015 . Tenemos una oportunidad histórica y no hay que desaprovecharla. Seguir dispersos nos arrincona.
Usted que viene de fuera de la política, ¿le dan pereza los asuntos de la interna de los partidos?
Me dan enorme pereza. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido a la ley orgánica del poder judicial, que me prohíbe militar en partidos políticos. Así que estoy exento.
Que personas como Yolanda y Mónica se cojan de la mano significa que estamos en el buen camino
Sin embargo, le recuerdo en Vistalegre II, aquella batalla entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, de la mano de este último. Ahí sí que se implicó. ¿Sigue teniendo relación con él?
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Hace mucho tiempo que no hablo con Íñigo. Con Mónica García sí tengo una excelente relación personal.
¿Y cómo respira ese mundo? ¿Cómo interpreta el acercamiento entre Yolanda Díaz y Mónica García?
A mí me parece una imagen muy poderosa y muy prometedora. Que personas como Yolanda y Mónica se cojan de la mano significa que estamos en el buen camino. Tampoco percibo en las declaraciones públicas de Íñigo una oposición frontal a que podamos llegar a ese bloque amplio de izquierdas. Todo tendrá su evolución y estoy convencido de que personas como Íñigo Errejón, Ione Belarra, Alberto Garzón o Irene Montero también tendrán un papel fundamental. Yo creo que va a quedar claro que, o vamos todos juntos, o vamos a poner a este país en la peligrosa tesitura de tener una extrema derecha gobernando.